¿Te cuesta aceptar los dones de los demás? Pues quizás esto esconde una baja autoestima
He escuchado muchas veces la frase de “yo soy más de dar que de recibir”. Al oír esto, podemos pensar que se trata de personas generosas, abnegadas y entregadas, como Madre Teresa de Calcuta; sin embargo, esta actitud, cuando no surge de un corazón lleno de plenitud, más bien suele esconder una baja autoestima.
La diferencia con la verdadera generosidad reside en que, tras esta conducta existe un pensamiento irracional de indignidad ante los regalos gratuitos. Son personas que se sienten incómodas con los elogios, les cuesta no devolver favores, relativizan lo que hacen, son complacientes, cuidan de todo el mundo, etc.
La verdadera generosidad no es eso: Consiste más bien en que una persona da sin esperar nada a cambio porque está llena de amor, se siente realizada y espiritualmente plena. Pero precisamente por ello, es capaz de recibir el amor y los dones de los demás sin sentirse “culpable”.
Cuando no es así, cuando esa aparente generosidad es utilizada inconscientemente como un “arma” para buscar el afecto de los demás, para sentirse “realizado”, a esa persona le cuesta mucho recibir de los demás. Es un buen indicador para discernirlo.
Todos tendemos a adoptar un papel en la vida que nos permite sobrevivir en nuestras circunstancias vitales. En este caso, el rol de ayudador tiene algunas ventajas que mantienen a la persona en ese papel, por ejemplo, buscando sentirse queridos, satisfechos, realizados y gratificados.
Pero el hecho de ser siempre ellos los que dan y ofrecen, les irá metiendo en una incomodidad constante a la hora de recibir. Eso hará que la gente se de cuenta y deje de hacerlo, dando lugar a una carencia de autoestima. Además de ser algo muy cansado para el que siempre da, la persona nunca va a tener la sensación de recibir todo lo que ella da, sintiéndose muy frustrada.
La buena noticia es que ¡puedes dejar ese rol, y aprender la verdadera generosidad! Puedes empezar a aprender a relacionarte de manera sana, donde des y recibas.
Hazte una pregunta ¿qué es lo primero que dices después de saludar a alguien? Si te ofreces enseguida para ayudarle, lo más probable es que estés mendigando cariño porque te crees indigno de relaciones recíprocas.
Aprende a recibir de ti mismo. Te has dado mucho y has descuidado tus necesidades. Es necesario que te des lo que ofrecías a otros: descanso, ayuda, escucha. Si a otro le dices que pida ayuda, pídela tú también, ¡tú también la mereces!
3 tips que te ayudarán en este cambio de rol
- Haz una lista de frases que te gustaría que te dijeran los demás y después pídelo.
- Acepta los halagos, no relativices, ni atribuyas a otros el mérito. Tan solo di, gracias.
- Antes de llegar a los dos favores, te toca pedir a ti. Busca relaciones recíprocas.
¡Deja el rol de súper héroe, enriquécete y crece!