Cuántas cosas suceden sin que nos demos cuenta… Estar atento es un don de Dios
Hoy hay tantas personas, adultos, jóvenes y niños, a las que se les diagnostica un déficit de atención. No logran concentrar la atención en lo que están haciendo. No se concentran y no rinden. Viven dispersos saltando de una cosa a la otra sin profundizar.
Esta actitud interior es la que debilita el alma. No ser capaz de concentrarme en lo que hago y en las personas que tengo junto a mí me hace daño.
Estar atento es un don de Dios. Atento a lo que sucede a mi alrededor. Atento a lo que les ocurre a las personas a las que quiero. ¿Soy capaz de observar con atención todo lo que sucede cerca de mí?
Pienso en tantas cosas que suceden sin que yo me dé cuenta.
Vivo distraído, perdiendo el tiempo, concentrado en cosas que no tienen valor. Pero no miro a Dios, ni miro a las personas. No me preocupo del que sufre. Vivo pensando en mis cosas, en estar yo bien.
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El Adviento me pone en camino hacia el que me necesita. Todo lo que hago por Él son obras de la luz, no de la noche. No vivo angustiado pensando en la venida de Jesús.
Sé que Él, cuando venga, me va a encontrar dedicado a las cosas de su Padre. Atento a la vida, no centrado en mí y en mis cosas.
Quiero vivir despierto a las necesidades que veo a mi alrededor. Es importante mi mirada. No quiero vivir sumido en sueños, dedicado a cosas sin valor.
Quiero estar atento como María. Ella guardaba todas las palabras que escuchaba en su corazón. María me enseña a mirar la vida de la misma manera.
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Hay una diferencia notable entre ver y mirar. Veo cosas que suceden, pero pasan y desaparecen o yo sigo de largo. Cuando miro retengo, miro con toda el alma. Miro con el corazón.
Miro involucrándome con la persona a la que miro. Miro el alma a través del cuerpo. Miro la vida de la persona en su globalidad y me comprometo. Así mira María. Así mira Jesús. Así quiero mirar yo, reteniendo todo en mi alma y meditándolo en mi corazón.
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Mirar así es lo que salva a las personas. Muchos simplemente ven. Son pocos los que miran de verdad. Me gustaría ser de los que miran y guardan para siempre en el alma.