Durante más de cuarenta años, una ama de casa católica, con cinco hijos, dedicó su vida a ayudar a los más necesitados en su Detroit natal.
Con la ayuda de un párroco de la zona, fundó una organización que luchó contra las injusticias raciales y trabajó para dar una segunda oportunidad a la población más desfavorecida. Ni las amenazas ni los desastres naturales frenaron la voluntad de una mujer que llevó la idea de Cristo de estar junto a los marginados a las últimas consecuencias.
El nombre de Eleanor Josaitis no habría sido conocido si no fuera porque un día decidió salir de su confortable hogar y dedicar su vida a hacer del mundo un lugar más justo.
Nacida en Detroit el 17 de diciembre de 1931, Eleanor Reed se casó con Donald Josaitis, con quien construyó una familia de cinco hijos. La pareja solía acudir a la parroquia de Saint Alfred donde conocieron al padre Cunningham, quien pronto se convirtió en un miembro más de la familia conocido cariñosamente por los hijos de Eleanor como el tío Bill.
La vida de los Josaitis transcurría tranquila, como la que cualquier familia norteamericana blanca de clase media. Pero Eleanor no era ajena a los terribles conflictos raciales que se agravaron en la década de 1960. Eleanor quedó horrorizada ante las imágenes que llegaban desde Alabama y que pronto sufrieron en las mismas calles de Detroit contra la comunidad negra.
Los conocidos como “Disturbios de Detroit” de 1967 marcaron profundamente a Eleanor y al padre Cunningham. Ambos supieron entonces que no podían quedarse de brazos cruzados y trabajaron intensamente para crear una organización que inició su andadura un año después.
El mismo año que Martin Luther King era asesinado, Eleanor y el padre Cunningham fundaron Focus:HOPE, una organización que tenía como principal misión “reconocer la dignidad y la belleza de cada persona” y dedicar su labor a “superar el racismo, la pobreza y la injusticia”.
Durante más de cuatro décadas, Eleanor se volcó en crear distintos proyectos educativos, de integración laboral y social y de ayuda humanitaria dando alimentos a los más necesitados de la zona. Una tarea que no fue fácil y se convirtió en peligrosa cuando Focus:HOPE se colocó en la diana de los más intransigentes.
La organización fue víctima de atentados con bombas y cartas amenazantes. Con una férrea voluntad y una fe inquebrantable, Eleanor, lejos de rendirse, ante los actos de intimidación se sentía más fuerte. A pesar de que sus seres queridos intentaron convencerla de que abandonara su labor, ella siguió adelante sin importarle el peligro que comportaba ayudar entonces a la comunidad negra.
Tampoco las adversidades naturales amedrentaron la voluntad de hierro de aquella mujer cuando un tornado destruyó buena parte de las instalaciones de la organización.
Cuando el padre Cunningham falleció en 1997, Eleanor tomó las riendas de la organización y siguió trabajando hasta 2006, año en el que empezó a centrarse en labores de captación de fondos. Solamente dejó su labor cuando un cáncer terminó con su vida en agosto de 2011.
El periódico local Detroit Catholic publicó una extensa noticia en la que el arzobispo Vigneron afirmó que Eleanor “llevó el amor de Cristo a las personas que tristemente habían sido víctimas de la violencia y la división” mientras que el cardenal Adam Maida aseguró que la voluntad de Eleanor fue “alimentada por el amor de Cristo a través de los pobres”.
Durante toda su vida, Eleanor recibió multitud de reconocimientos públicos y varios presidentes de los Estados Unidos alabaron su labor. Pero el mejor regalo fue y es, sin lugar a dudas, las miles de personas que se beneficiaron y se benefician de la labor solidaria y humanitaria de su obra.
En la actualidad, el legado del padre Cunningham y de Eleanor Josaitis sigue vivo en la organización que ellos mismos crearon hace más de medio siglo.