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Religiones unidas: No a la eutanasia y al suicidio asistido

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Vatican News - publicado el 28/10/19
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Declaración Conjunta de las Religiones Monoteístas Abrahámicas sobre las cuestiones del final de la vida“Nos oponemos a cualquier forma de eutanasia, así como al suicidio asistido médicamente porque contradicen fundamentalmente el valor inalienable de la vida humana y, por lo tanto, son actos equivocados  desde el punto de vista moral y religioso, y deberían prohibirse sin excepciones”, es una de las afirmaciones principales de la Declaración Conjunta de las Religiones Monoteístas Abrahámicas sobre las cuestiones del final de la vida, firmada la mañana de este lunes, 28 de octubre de 2019, en el Vaticano.

Las decisiones sobre el final de la vida presentan dilemas difíciles

Las Religiones Monoteístas Abrahámicas señalan que, “los aspectos morales, religiosos, sociales y jurídicos del tratamiento del paciente moribundo se encuentran entre los temas más difíciles y ampliamente discutidos en la medicina moderna. En  las diversas culturas y contextos sociales han generado siempre un amplio debate tanto teórico como emocional”. Por ello, las cuestiones relativas a las decisiones sobre el final de la vida presentan dilemas difíciles, que no son nuevos, pero que se han intensificado mucho en los últimos años debido a varios factores y acontecimientos.

Los valores y prácticas humanistas laicas contrarias a la vida

La Declaración también señala que, los dilemas relacionados con la atención y el tratamiento del paciente terminal no son principalmente médicos o científicos, sino sobre todo sociales, éticos, religiosos, legales y culturales. Mientras que los médicos toman decisiones basadas en los hechos, la mayoría de las decisiones concernientes al paciente terminal no son de naturaleza médico-científica. Más bien, se basan en valores personales y éticos. Por lo tanto, el cuidado del paciente terminal tanto por parte de las familias como por el personal sanitario, es una tarea difícil, teniendo también en cuenta cuales son las costumbres sociales. “Los principios y prácticas de las religiones monoteístas abrahámicas y en particular su búsqueda del equilibrio adecuado entre valores en conflicto, no siempre están de acuerdo con los valores y prácticas humanistas laicas actuales”.

Los objetivos de esta declaración

El Documento presenta como uno de sus objetivos “la posición de las religiones monoteístas que abrahámicas  con respecto a los valores y las prácticas relevantes para el enfermo terminal, en beneficio de los pacientes, las familias, el personal sanitario y los responsables políticos que se adhieren a una de estas religiones. Asimismo, busca mejorar la capacidad de los profesionales de la salud para comprender, respetar, guiar, ayudar y consolar mejor al paciente creyente y a su familia al final de la vida. Respetar los valores religiosos o culturales del paciente no es sólo un problema religioso, sino que es un requisito ético para el personal de los hospitales y otras estructuras donde haya pacientes de varias creencias. También busca promover una comprensión recíproca y sinergias de los diferentes enfoques entre las tradiciones religiosas monoteístas y la ética laica con respecto a las creencias, valores y prácticas relevantes para el paciente en fase terminal.

Una enfermedad de diagnóstico infausto, incurable e irreversible

En este sentido la Declaración define que, “un paciente en fase terminal es  una persona que padece una enfermedad de diagnóstico infausto, incurable e irreversible, en una etapa en la que la muerte se producirá con toda probabilidad en el plazo de unos pocos meses como consecuencia de la enfermedad o de las complicaciones directamente relacionadas, a pesar de los mejores esfuerzos diagnósticos y terapéuticos”.

Sufrimiento y muerte

Aunque apreciamos los avances de la ciencia médica para prevenir y curar enfermedades, también reconocemos que toda vida experimentará finalmente la muerte. Por ello, el cuidado de los moribundos representa, por una parte, una forma de asumir con responsabilidad del don divino de la vida cuando ya no es posible tratamiento alguno,  y por otra  nuestra responsabilidad humana y ética con la persona que  (a menudo) sufre ante la muerte inminente. El cuidado holístico y respetuoso de la persona debe reconocer como un objetivo fundamental la dimensión específicamente humana, espiritual y religiosa de la muerte. Este enfoque de la muerte requiere compasión, empatía y profesionalismo por parte de todas las personas involucradas en el cuidado del paciente moribundo, especialmente de los trabajadores de la salud responsables del bienestar psicosocial y emocional del paciente.

El uso de la tecnología médica al final de la vida

Las intervenciones humanas mediante tratamientos y tecnologías médicas sólo se justifican en términos de la ayuda que pueden proporcionar. Por lo tanto, su uso requiere un juicio responsable sobre si los tratamientos para mantener y prolongar la vida contribuyen realmente a alcanzar el final la vida humana, y sobre cuándo hace falta, en cambio, limitarlos. Cuando la muerte es inminente a pesar de todos los esfuerzos, está justificado tomar la decisión de rechazar ciertas formas de tratamiento que sólo prolongarían una condición precaria de sufrimiento. No obstante, incluso cuando la persistencia en tratar de evitar la muerte parece irrazonablemente difícil y gravosa, debemos hacer todo lo posible para ofrecer consuelo, alivio efectivo del dolor, compañía, atención emocional y espiritual y apoyo al paciente y a su familia en preparación para la muerte.

Respeto a la vida como el respeto al deseo del paciente

El personal sanitario  y la sociedad en general deberían respetar el deseo auténtico y personal del paciente en fase terminal de prolongar o conservar su vida, incluso por un corto período de tiempo adicional, mediante medidas médicas apropiadas desde el punto de vista clínico. Esto incluye la continuación del apoyo respiratorio, de la nutrición e hidratación artificiales, de la quimioterapia o radioterapia, de antibióticos, medicamentos para la tensión  y similares. Este enfoque conjuga tanto el respeto a la vida como el respeto al deseo del paciente, que hay que tener  en cuenta  no solo cuando obedece a la línea seguida por quienes prestan asistencia médica. A la hora de tomar esta decisión la familia consulta a menudo al personal religioso. En los casos de pacientes practicantes o en los que los parientes más próximos también lo son, habría que consultar al personal religioso.

El rechazo de la eutanasia y del suicidio asistido médicamente

Los temas relacionados con la duración y el significado de la vida humana no deberían ser de competencia del personal sanitario,  cuya responsabilidad consiste en proporcionar la mejor cura posible para las enfermedades y la máxima atención a los enfermos. Nos oponemos a cualquier forma de eutanasia -que es el acto directo, deliberado e intencional de quitar la vida- así como al suicidio asistido médicamente-que es el apoyo directo, deliberado e intencional al suicidarse- porque contradicen fundamentalmente el valor inalienable de la vida humana y, por lo tanto, son actos equivocados  desde el punto de vista moral y religioso, y deberían prohibirse sin excepciones.

Ayuda de la comunidad

Hacemos hincapié en la importancia del apoyo de la comunidad en el proceso de toma de decisiones que enfrenta el paciente en fase terminal y su familia. El deber de cuidar a los enfermos, nos exige también reformar las estructuras e instituciones por las que se prestan los cuidados sanitarios y religiosos. Como sociedad debemos asegurarnos de que el deseo del paciente de no ser una carga desde el punto de vista económico no lo induzca a elegir la muerte en lugar de recibir la atención y el apoyo que le permita vivir el tiempo que le queda con comodidad y tranquilidad. Para los pacientes religiosamente observantes y para sus familias existen varias formas posibles de apoyo comunitario a través de momentos de oración  y de reflexión para las personas involucradas, con un adecuado apoyo  médico y religioso.  Es un deber de cada comunidad religiosa con todos sus miembros, según las responsabilidades de cada uno.

Asistencia Espiritual

Una cercanía rica de fe y de esperanza es la mayor contribución que los trabajadores de la salud y las personas religiosas pueden ofrecer para humanizar el proceso de la muerte. La asistencia espiritual y religiosa es un derecho fundamental del paciente y un deber de la comunidad de fe. Los expertos en cuidados paliativos también reconocen su importancia porque saben cuánto sea intensa la interacción entre la dimensión física, psicológica y espiritual de la persona, junto con el deber de demostrar respeto por las creencias y la fe personales; todo el personal sanitario tiene el deber de crear las condiciones mediante las cuales se garantice la asistencia religiosa a todo aquel que la solicite, ya sea explícita o implícitamente.

Promover los cuidados paliativos

Todo paciente en fase terminal debe recibir la asistencia paliativa mejor y más completa posible: física, emocional, social, religiosa y espiritual. El campo relativamente nuevo de los cuidados paliativos ha hecho grandes avances y es capaz de proporcionar un apoyo integral y eficiente a los pacientes terminales y a sus familias. Por lo tanto, fomentamos los cuidados paliativos para el enfermo y su familia al final de la vida. Los cuidados paliativos tienen como objetivo conseguir la mejor calidad de vida a las personas que padecen una enfermedad incurable y progresiva, cuando ya no es posible la cura. Expresan la noble devoción humana de cuidar de los demás, especialmente de los que sufren. Los servicios de cuidados paliativos comportan un sistema organizado y altamente estructurado para la prestación de cuidados y son fundamentales para la realización de la misión más antigua  de la medicina: “cuidar al enfermo incluso cuando ya no hay cura.” Animamos a los profesionales y a los estudiantes a que se especialicen en este campo de la medicina.

Eutanasia y el suicidio asistido deberían prohibirse sin excepción

Finalmente el Documento concluye afirmando que, “la eutanasia y el suicidio asistido por un médico son intrínsecamente y por lo tanto moral y religiosamente equivocadas y deberían prohibirse sin excepción. Cualquier presión y acción sobre los pacientes  para inducirles a que pongan fin a sus vidas es categóricamente rechazada”. Por ello, ningún agente sanitario debería ser coaccionado o presionado para ayudar directa o indirectamente a la muerte deliberada e intencional de un paciente mediante el suicidio asistido o cualquier forma de eutanasia, especialmente cuando esa praxis va en contra de sus creencias religiosas. Alentamos y apoyamos los cuidados paliativos de calidad  y profesionales en todas partes y para todos. Aun cuando alejar la muerte parezca un peso razonablemente insoportable tenemos el deber moral y religioso de proporcionar consuelo, alivio del dolor, compañía y asistencia espiritual al paciente moribundo y a su familia.

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