Lo dicen en una carta misionera los obispos del paísMientras en Nueva York se lleva a cabo la etapa final del juicio en contra de Juan Antonio, Tony, Hernández, hermano del presidente de Honduras Juan Orlando Hernández, por narcotráfico, portación de armas y mentir a las autoridades de Estados Unidos, los obispos de Honduras han emitido un comunicado en el que señalan que el flagelo del narcotráfico ha penetrado en todas las instituciones del país.
En el mensaje del Mes Misionero Extraordinario, la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH), sin dar nombres pero evidentemente señalando el caso de Tony Hernández –quien podría enfrentar pena de cadena perpetua en Estados Unidos–, puso el dedo en la llaga al señalar que el narcotráfico “cuenta con el apoyo de hombres sin escrúpulos, es una realidad que ha permeado las instituciones de nuestro país y, en consecuencia, ha provocado un deterioro acelerado de la imagen de nuestra nación”.
La carta de la CEH, firmada por su presidente, Ángel Garachana Pérez, obispo de San Pedro Sula, recalca que los narcotraficantes han invadido todo, incluso las instituciones encargadas de cuidar la vida en Honduras.
Durante la presentación del comunicado del Mes Misionero, los prelados hondureños fueron muy claros al decir que evangelizar “no es solo anunciar la alegría del Evangelio, sino también denunciar todo lo que niega la vida, lo que dificulta el desarrollo de la persona y de la comunidad”.
El narcotráfico, el crimen y la pobreza extrema que obliga a miles de hondureños a abandonar su patria para buscar una vida mejor en otro lado, preferentemente en Estados Unidos, con todos los peligros y el desarraigo que este éxodo lleva consigo, tienen “profundas y graves repercusiones sociales y políticas, contra las cuales nosotros los obispos, como pastores, no podemos permanecer indiferentes”.
Son conscientes –y así lo han dicho en su carta—que el narcotráfico no podría haber “prosperado” tanto en Honduras sin la colusión de los órganos de poder y por el pacto con los grupos de delincuentes realizado por gran cantidad de líderes políticos de este país.
Los obispos hondureños subrayaron que los políticos han olvidado que “la ética los hace custodios del bien común y no de sus intereses personales”. Y más adelante afirman que la política en Honduras “se ha caracterizado por la costumbre de ignorar al pueblo directamente, hablar en su nombre y terminar haciendo pactos que no benefician al pueblo de ninguna manera”.
“Nos duele mucho decir que lo que más exporta Honduras son seres humanos movidos por la esperanza de una vida mejor, pero es una esperanza frustrada cuando vemos a los 87,337 hondureños deportados solo en el 2019”, tanto de Estados Unidos como de México (más de México en 2019, cuando el presidente de este país, Andrés Manuel López Obrador, ha entrado en coincidencia con el presidente Donald Trump y construido no solo un muro virtual en la frontera sur de México, sino facilitando la repatriación acelerada de miles de hondureños).
Los obispos enfatizaron que Honduras necesita una revisión de los valores morales, de la disposición de todos para servir fielmente a la ley. “Necesitamos una justicia que nos permita construir un país con equidad y que nos ayude a superar esta dolorosa página de la historia nacional, afectada por la carga del narcotráfico, la corrupción, la impunidad y el abuso de poder”.