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Herrada de Landsberg, la monja que escribió una enciclopedia en la Edad Media

HERRADA DE LANDSBERG
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Sandra Ferrer - publicado el 05/10/19
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En una hermosa abadía cerca de Estrasburgo, una abadesa embarcó a las monjas del convento en una empresa literaria, intelectual, espiritual y artística excepcional.

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Durante años, las religiosas escribieron sobre distintas disciplinas e iluminaron con decenas de dibujos un compendio de saber que pasaría a la historia como El jardín de las delicias.

Herrada de Landsberg nació en un castillo situado en el Bajo Rin, en el seno de una familia perteneciente a la nobleza alsaciana, alrededor del año 1130. En una fecha incierta, Herrada ingresó en la abadía agustina de Hohenburg; está situada en los montes Vosgos, y es conocida también como convento de Saint Odile.

Cuando Herrada tomó los hábitos, el convento estaba bajo la tutela de una abadesa llamada Relinda, quien había hecho del centro religioso uno de los más prósperos de la zona. Protegida por el emperador Federico I Barbarroja, Relinda dirigía Hohenburg como una gran empresa en la que sus hijas espirituales recibían una muy buena educación.

El convento en el que vivió casi toda su vida Herrada no era una excepción en la Edad Media. A lo largo de todo el orbe cristiano, los monasterios se convirtieron en uno de los principales centros de conocimiento.

Para las mujeres, a quienes les estaba vetado el acceso a las primeras universidades medievales, se erigieron como auténticos templos del saber. Como Hildegarda de Bingen en su convento de Eibingen o Hroswitha de Gandersheim en el siglo X, sin olvidarnos de las muchas místicas medievales; Relinda hizo de Hohenburg un centro espiritual para las monjas pero también un lugar de búsqueda del saber.

El Jardín de las delicias

Cuando en 1167 falleció Relinda, Herrada fue elegida su sucesora. Para entonces, hacía tiempo que había asumido la responsabilidad de enseñar al resto de religiosas y había iniciado un proyecto que la convertiría en una de las mujeres más ilustres del siglo XII.

Herrara recopiló distintas ciencias conocidas de su tiempo. Historia, filosofía, teología, temas bíblicos, poesía o composiciones musicales son algunos de los saberes incluidos en el Hortus Deliciarum o Jardín de las delicias, escrito en latín y alemán.

Herrada dirigió la edición de la obra que ejecutaron las monjas de Hohenburg quienes además de escribir a lo largo de más de seiscientas páginas las iluminaron con más de trescientas ilustraciones. En la obra dirigida por Herrada aparecen las primeras piezas musicales polifónicas conocidas cuyas autoras fueron religiosas.

Además de dirigir la obra, Herrada pudo haber participado también en la creación de poemas e himnos que se incluían en ella. Entre las muchas iluminaciones del libro, destaca una curiosa serie de retratos de las monjas que participaron en su creación y de la propia Herrada.

Una auténtica enciclopedia

Herrada explicaba así en su introducción a la magna obra la razón de su proyecto:

El jardín de las delicias tenía como objetivo convertirse en una suerte de enciclopedia ilustrada que fuera de utilidad para las mujeres de la comunidad religiosa de Hohenburg. Durante años, las monjas cumplieron con la máxima del Ora et labora.

Una mujer brillante

Sus largas horas de estudio y trabajo dieron como fruto una obra excepcional; y un ejemplo de lo que las mujeres pudieron crear durante la Edad Media. Herrada continuó dirigiendo la vida espiritual y terrenal de Hohenburg durante casi tres décadas, hasta que la muerte le llegó en 1195.

Su obra permaneció custodiada por las religiosas tras los muros de Hohenburg durante siglos hasta que fue trasladado a la biblioteca municipal de Estrasburgo. En el siglo XIX se realizaron varias copias que permitieron salvar el legado de Herrada y sus religiosas, cuando un fatídico incendio durante la guerra franco-prusiana destruyó el Hortus Deliciarum original.

Gracias a aquellas copias sabemos de la existencia no solo de un libro excepcional; sino también de una mujer brillante que durante la Edad Media hizo de su convento un centro de conocimiento ejemplar.

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