Aunque alejada de las primeras planas, la tragedia de Bahamas continúa creciendo
La tragedia ha pasado a segundo, quizá a tercer plano en los periódicos de Estados Unidos, Inglaterra o del Caribe. En algunos otros sitios, simplemente se ha olvidado, supeditada a otras tragedias que constantemente jalonan el panorama internacional.
Pero lo sucedido con el huracán Dorian, Categoría 5 en la Escala Saffir-Simpson (el grado más alto que puede alcanzar un huracán), a su paso por las Bahamas sigue siendo una tragedia de dimensiones inimaginables. Dos semanas después, decenas de personas no aparecen. Se las tragó el mar.
Hablan los “Topos”
Hasta el momento, la lista “oficial” de muertos –según el gobierno de las islas Bahamas—es de cincuenta. Pero la lista de desaparecidos cada día que pasa se vuelve más abultada. Y los rescatistas, encabezados por los famosos “Topos” de Ciudad de México, hablan de que mucho cuerpo “se fueron al océano” Atlántico.
“Un anciano estaba buscando a su nieto, pero no pudimos encontrar al niño y los pescadores dicen que el agua estaba tan alta que muchos de los cuerpos fueron al océano”, dijo Héctor Méndez, uno de los “Topos” al periódico The Florida Catholic, de la diócesis de Palm Beach y de la arquidiócesis de Miami.
“Nuestra especialidad es entrar a los edificios cuando se caen, y trabajar en el sol y el pantano fue muy duro para nosotros, pero nos quedamos allí y encontramos a una dama (fallecida) en el medio de un edificio”, dijo Méndez, quien llegó a Bahamas desde Florida por cortesía de los cruceros de Bahamas Paradise Cruise Line.
“La compañía, a través de su programa Mission Resolve formado después de Dorian, concluyó su segunda misión humanitaria de ida y vuelta al proporcionar el transporte desde Florida a Freeport, Gran Bahama, llevando a unos 400 voluntarios y 200 evacuados de Bahamas con visa” camino a Estados Unidos, según informa The Florida Catholic.
Reporte final de daños
Dorian fue el huracán más fuerte en la historia de las Bahamas. Se originó el 24 de agosto en el Océano Atlántico y cobró fuerza al alimentarse de las cálidas aguas del Caribe. Gracias a las arenas del Sahara no alcanzó a tomar fuerza al pasar cerca de Puerto Rico, pero en las Bahamas su fuerza era letal al tocar tierra el 1 de septiembre.
Con vientos de 297 kilómetros por hora y una descarga de lluvia inmensa en las cerca de cuarenta horas que estuvo estacionado sobre Gran Bahama y las islas Ábaco, la devastación de Dorian no tiene precedentes en la historia de estas islas, lugar de recreo de miles de estadounidenses.
Según fuentes de Naciones Unidas, 70.000 personas perdieron su hogar y los daños provocados por el meteoro alcanzan los 7.000 millones de dólares. También provocó daños menores en Estados Unidos (en las dos Carolinas), a donde llegó ya en calidad de tormenta tropical, en Puerto Rico, en Groenlandia y en Islandia.
Como en Puerto Rico con el huracán María, en esta ocasión la nota esperanzadora ha sido el trabajo de miles de voluntarios, la mayoría de organizaciones cristianas, que se han movilizado a las Bahamas para llevar un poco de alivio a una población aterrada, que sigue buscando a las víctimas del paso de Dorian