El actor, nominado por la serie “Escape to Dannemora”, viajó a Roma con su hermano médico y fue recibido en audiencia privada por Francisco.
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Para Benicio del Toro, la llegada a la ceremonia de entrega de los premios Emmy no ha podido tener mejor previa. Ayer al mediodía fue recibido por el Papa Francisco en una audiencia privada en El Vaticano.
¿Cómo logró Benicio llegar a hablar personalmente con el Papa? La respuesta es más sencilla de lo que parece: “Mi hermano es doctor y forma parte de Somos Community Care, una organización de médicos que trabaja en la atención primaria de personas necesitadas de Nueva York“.
“Somos celebra estos días su Congreso anual en Roma -explicó- y hay 600 médicos, católicos y no católicos, que pidieron ser recibidos por el Santo Padre. Era una oportunidad acudir a la cita con mi hermano y pedí estar ahí”.
Unas palabras secretas con el Papa
Benicio viajó de Estados Unidos a Roma, ayer estaba en primera fila en el Aula Paolo VI del Vaticano y pudo hablar personalmente con el Santo Padre. Antes de hacerlo, dijo que iba a “darle las gracias por su labor en favor de los más necesitados y por hacer progresar el mundo”. Lo que llegó a decirle queda reservado en su corazón.
Por la noche, intervino en un concierto del famoso pianista argentino Raúl di Blasio, quien también colaboró en el programa de actos del congreso, y expresó su lado más solidario: “Ya soy parte de Somos, estoy contento de estar aquí con ustedes”.
Benicio del Toro (52 años) es muy celoso de su vida privada y esta ha sido una ocasión para conocer algo más de su familia. Su hermano, Gustavo del Toro, es una figura importante de la sanidad en Estados Unidos. Su especialidad es la oncología pediátrica pero en la actualidad es director médico del Wycoff Heights Medical Center. Su prestigio, sin embargo, está en los antípodas de la popularidad de Benicio. Gustavo es reservado, de método científico.
“Estamos muy unidos”, dice Gustavo del Toro sentado en una mesa en la cena de gala del congreso. Mientras, su hermano, se levanta y atiende a los que van pidiendo hacerse fotos con él. Benicio se sienta y añade: “¡Bien unidos!”. Se nota que un hermano vela por el otro.
Para el doctor, el hermano mayor de los dos, es “mucho orgullo” saber que Benicio -de origen portorriqueño y nacionalizado español- es hoy uno de los grandes de Hollywood. Cuando Benicio tenía 9 años, su madre falleció a causa de una hepatitis. Aquello provocó muchos cambios en la familia, y su padre (abogado) decidió mudarse de Puerto Rico a Pensilvania. Quedaba atrás la educación católica que recibieron en la Academia del Perpetuo Socorro y la fe que se sigue viviendo en la familia.
Benicio y Gustavo se miran, se escuchan, se respetan y se ríen con bromas de complicidad entre ellos. El doctor Del Toro es hoy un importante hombre de gestión y Benicio lo admira: “Llevo 21 años de ejercicio profesional. Antes visitaba a pacientes uno a uno, y hacía una labor de servicio personal. Pero hoy, aunque no atiendo directamente a pacientes, puedo tomar decisiones que afectan a muchísimas personas. Mi trabajo tiene un impacto con un potencial mucho más grande. Ahora yo soy líder, y es un servicio grande“. Benicio asiente.
“Me llevo sus bendiciones”
Hoy toman el vuelo de regreso a Estados Unidos. El actor, además de la audiencia con el Papa, visitó la Capilla Sixtina. ¿Qué se lleva de Roma?. “Esos pinos en forma de seta que he visto tan bonitos en esta ciudad”, bromea. “Pero, en serio, me llevo la memoria de haber conocido al Papa y sus bendiciones, y las mías para él. No lo voy a olvidar nunca y llegaré a los Emmy con esta alegría“.
¿Qué siente como nominado a los Emmy al mejor actor por la serie de televisión “Escape at Dannemora”? “Es un honor y orgullo ya estar nominado por el trabajo que uno hace, y porque indirectamente reconocen todo el esfuerzo del equipo”, dice Benicio.
A partir de ahí, “ganar o perder es suerte, pero ya es un honor haber llegado ahí, y pienso que los demás nominados le dirán lo mismo”.
Los médicos de Somos ponen en práctica el “ama a tu prójimo”
Benicio del Toro sigue hablando de la labor en la que colabora su hermano Gustavo, Somos, que es el grupo de médicos que atiende a personas necesitadas en Nueva York, la mayoría de ellos inmigrantes. “Somos -añade- saca la cara por los médicos que trabajan con los más pobres en esta ciudad, y eso es poner en práctica el ‘ama a tu prójimo como a ti mismo’“. ¿Qué ve en su hermano y en el grupo de médicos de Somos? “He visto en ellos -explicó- humanidad, tacto… He visto corazón”, y se lleva la mano derecha al suyo.
