Durante la Segunda Guerra Mundial, fueron muchas las personas de diferentes creencias y orígenes las que se negaron a aceptar la aberrante ascensión del nazismo en la Vieja Europa. Una de ellas fue Madeleine Truel, una peruana de ascendencia francesa de profunda fe católica que dio su vida por salvar la de los demás.
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Cerca de la hermosa catedral parisina de Notre Dame, el Memorial de los Mártires de la Deportación recuerda a las miles de personas que fueron deportadas desde Francia durante la Segunda Guerra Mundial. La gran mayoría de nombres mantienen viva la memoria de los judíos que fueron llevados a campos de concentración nazis, pero también se han grabado los nombres de muchas otras personas que lucharon en la Resistencia Francesa. Entre todos esos nombres se encuentra el de Madeleine Truel.
Madeleine Blanche Pauline Truel Larrabure nació en Lima, el 28 de agosto de 1904. Los padres de Madeleine eran inmigrantes franceses católicos que habían llegado a Perú décadas antes. Allí nacieron sus ocho hijos, de los cuales Madeleine fue la última.
La pequeña tuvo una infancia feliz y se formó en el colegio católico de San José de Cluny. Pero la felicidad se vio truncada para ella y sus hermanos cuando sus padres fallecieron de manera repentina. Por aquel entonces, Madeleine aún no había cumplido los veinte. Sus hermanos decidieron viajar a Francia, donde algunos familiares los acogieron con los brazos abiertos.
Instalada en París, Madeleine empezó a estudiar filosofía en la Universidad de la Sorbona y encontró un trabajo como administrativa, mientras encontraba la paz y alimentaba su fe católica acudiendo habitualmente a la iglesia.
De nuevo su vida se vio trastocada, esta vez por el auge del nazismo y su llegada a las puertas de París. Madeleine tuvo que aprender a vivir con la presencia de los siniestros soldados alemanes. Uno de sus camiones la atropelló en 1942. Aunque sobrevivió al accidente, le quedó como secuela una cojera crónica.
Madeleine tenía amigos judíos y no soportaba la situación opresiva que se estaba adueñando de París. En aquella época escribió L’enfant du métro, una historia alegórica sobre un niño atrapado en el metro de París, ilustrado por su hermana Lucha y que dedicó al hijo de unos vecinos rumanos de ascendencia judía.
Era solo cuestión de tiempo que Madeleine se uniera a la Resistencia Francesa. Bajo el pseudónimo de “Marie”, empezó a trabajar falsificando documentación con la que muchos judíos pudieron huir. Madeleine también ayudó a buscar cobijo a los paracaidistas aliados que llegaban a territorio ocupado. En el verano de 1944, fue descubierta por la Gestapo.
Tras ser detenida, fue encarcelada y torturada sin que nadie pudiera sonsacarle ningún dato de sus compañeros de la Resistencia. Madeleine permaneció un tiempo en la prisión de Fresnes con una Biblia como único y valioso consuelo y encontrando en la oración el valor para no rendirse y seguir adelante. Pocos meses después, fue trasladada al Campo de concentración de Sachsenhausen, cerca de la población alemana de Oranienburg.
Su profunda fe y el recuerdo de su infancia en el Perú fueron energía suficiente para mantener el ánimo de Madeleine y contagiarlo a aquellos que la conocieron en el campo y que la apodaron cariñosamente como “Pájaro de las Islas”. A pocos días de la caída de Alemania, Madeleine Truel falleció en una de las conocidas como “Marchas de la muerte” en las que los nazis, ante la presión de los ejércitos aliados por el este y el oeste, obligaron a los prisioneros de los campos de concentración a huir a pie hacia el corazón de Alemania. El 3 de mayo de 1904 fue enterrada en el cementerio de Stolpe.
En el año 2010, el periodista y escritor peruano Hugo Coya, recogió en su libro Estación final, la historia de algunos peruanos fallecidos en campos de concentración nazi, entre los que incluyó a Madeleine Truel. Su testimonio fue inspiración para varios documentales en los que se rescató la memoria de esta mujer excepcional.