Tal vez su abrumador éxito musical haya dejado al margen su apreciable faceta solidaria, hombre de fe y actor de cine
Escribimos sobre el artista que más ha acercado la figura del Hijo de Dios a través de la música en España e Hispanoamérica, gracias a la ópera rock Jesucristo Superstar. Camilo Sesto se definía como “tremendamente creyente” y soñaba con interpretar el padrenuestro ante el papa Francisco. Esto no quiere decir que estén excluidos del mérito otros valientes autores como Mel Gibson -que sigue adelante con Resurrección (secuela de La Pasión de Cristo)-, el desaparecido Franco Zeffirelli (Jesús de Nazaret), George Stevens, David Lean y Jean Negulesco (La historia más grande jamás contada) o Nicholas Ray (Rey de Reyes), por citar algunos de los más populares trabajos fílmicos sobre todas las vidas Jesús.
Camilo Sesto dio sus primeros pasos como cantante en el coro del colegio de los salesianos en Alcoy, su ciudad natal, donde ejercía de solista. Pero no comienza a interesarse realmente por la música hasta los 16 años. Desde mediados de los años 60 forma parte del grupo pop Los Dayson, en el que canta en bodas y bautizos en su tierra. Posteriormente, tuvo que dedicarse a tocar instrumentos, a hacer coros para otros músicos y a pintar (su otra gran pasión), para poder sobrevivir.
En 1966 entra en las filas de otro grupo, Los Botines, que a partir de entonces pasa a llamarse Camilo y Los Botines. El grupo participa en 1967 en el rodaje de la versión cinematográfica española de El Flautista de Hamelín (protagonizada por el cantante español Miguel Ríos). Sesto llega a estar entre los protagonistas principales en Los chicos del Preu (dirigida por Pedro Lazaga), una de las 100 películas más vistas de la historia del cine español. El papel de Camilo en ella contiene retazos autobiográficos, y su afinada frase guitarra en mano que se hizo cierta: “Con ésta la voy a armar, seré famoso, grabaré discos que se venderán por millones”.
Ocho años después, el 6 de noviembre de 1975 protagonizó el estreno, en el Teatro Alcalá Palace de Madrid, de la adaptación al castellano de la precitada ópera rock, en la que compartía escenario con Teddy Bautista, el director musical, y la soprano Ángela Carrasco, a partir de la música del compositor londinense Andrew Lloyd Webber. Cuando finalizó Jesucristo Superstar –el montaje que le ha otorgado fama planetaria y en el que invirtió doce millones de pesetas de entonces y fue uno de los musicales con una recaudación millonaria-, la empresa Gillette le ofreció cincuenta mil dólares por quitarse la barba para un anuncio. Lo hizo y donó el dinero a una casa de acogida. Mantenía una estrechísima relación con unas monjas de la caridad a las que cada año invitaba a pasar un día con los niños huérfanos en su chalé en Torrelodones.
El papa Pablo VI dijo sí a la película
Con Camilo Sesto en la cumbre del éxito, el musical ejerció de instrumento evangelizador con no pocos recelos en algunos sectores eclesiales. De hecho, aunque Pablo VI llegó a dar su visto bueno a la película, la Santa Sede no le dio un reconocimiento oficial hasta que en el año 2000, cuando se incluyeron sus temas en un recital como parte de las celebraciones del Jubileo. De hecho, el donostiarra Jaime Azpilicueta, director artístico de la ópera rock, recordaba que el trabajo fue número 1 en Radio Vaticano.
Por otro lado, en 1980, a sus 34 años, colabora como actor en el filme argentino de Adolfo Aristarain La playa del amor, junto a figuras emergentes del cine como Ricardo Darín. Ese mismo año se suma al reparto de la secuela, La discoteca del amor, también de Aristaráin, donde se afrontan los problemas sobre la piratería musical. Y al año siguiente, en 1981, el argentino Fernando Siro le dirigió en Las vacaciones del amor, junto al desaparecido actor bonaerense Ulises Dumont.
Sesto hace tres años lanzó un padrenuestro solidario para Mensajeros de la Paz. En el single se intercalaba su voz con la del Papa. Sesto decía entonces: “El padrenuestro no hay que rezarlo de carrerilla, pero hay que rezarlo siempre, cuando se está bien, cuando se está mal, para pedir y para dar gracias. ¿Quién no piensa en los demás, en la gente que ama? Padre Nuestro solo tenemos uno y hay que cuidarlo. Todo esto me hace sentir un privilegiado, tocado por la mano de Dios”.
Descansa en paz.