La historia es trágica, pero hoy, los niños la recitan para los turistas al pie de su estatua
La loca Luz Caraballo es un personaje de la cultura popular venezolana de la región de los Andes, especialmente del Estado Mérida, e inmortalizada en la literatura por el escritor y poeta Andrés Eloy Blanco.
En las voces de los niños andinos, que suelen recitar el poema para los turistas que se acercan a la estatua erigida en recuerdo del popular personaje, el poema va rápido y sin pausas, por lo que resulta casi una proeza entenderlo y el oyente debe poner mucha atención.
El legendario personaje es conocido por tradición oral de las localidades de Timotes, Mucutujote, Chachopo y Apartaderos. Es la historia de una mujer que enloqueció luego de que su marido, Lesmes, es reclutado se va a la guerra de independencia. Otras versiones cuentan que, simplemente, la dejó. Pero la tragedia no termina allí: también pierde a sus cinco hijos, dos de los cuales también se van a la guerra con Simón Bolívar –el hombre a caballo que menciona el poema- cayendo en combate. Empero, hay recopiladores que aseguran que sólo tuvo dos hijos, un varón y una hembra. Por lo tanto, los cinco hijos que relata el poema de Andrés Eloy Blanco serían ficticios.
Desde entonces, esta mujer enloquecida permanece penando por todo el páramo, de Chachopo a Apartaderos, buscando a los hijos que perdió. Se cuenta que, al momento que los españoles pidieron saber el rumbo de Bolívar, Caraballo señala la dirección equivocada, dando así un falso indicio del destino de sus hijos y del Libertador. ¿Instinto protector hacia sus hijos, en medio del delirio? Quién sabe…
Luz Caraballo parece un nombre de leyenda al no existir documentos ni memorias sobre alguien que se llamase como tal en la región. El nombre fue dado por Andrés Eloy Blanco a una mujer considerada como “loca” en las zonas aledañas a Timotes, el pueblo dónde Juan Vicente Gómez confinó al escritor en 1932, durante su dictadura.
Hay investigadores que sostienen que el personaje podría referirse a “Lesmichimío”, una mujer de Timotes a quien conoció Andrés Eloy Blanco.
Varios historiadores de la Universidad de Los Andes dan como nombre de la mujer el de Blasa Ramírez, conocida como “la loca Blasa”, habitante de la aldea de El Cacho y recordada por algunos ancianos por su errante caminar entre los pueblos de la zona. Blasa es otra persona distinta a Lesmichimío y murió el 11 de noviembre de 1955; no se le conoció marido ni hijos, lo que difiere de la narrativa de Andrés Eloy Blanco, coincidiendo solo en sus travesías.
Eran famosos sus desvaríos. Solía extraviarse en los caminos de los Andes y pobladores del área la ayudaban a regresar a su casa. En 1927, a los 42 años, salió por última vez de su casa para nunca más regresar. Familiares, amigos y gente de comunidades vecinas se dieron a la tarea de buscarla por atajos y veredas y no se le encontró, ni viva ni muerta. Simplemente desapareció.
Los campesinos llenaron de mitos los caminos de sus andanzas, creando huellas y seguros de verla en presencia fantasiosa como un ánima en pena, razón por la cual se convirtió en leyenda.
Tal es la trascendencia de este personaje que en el «Parque loca Luz Caraballo», a 3.473 msnm, el cual es patrimonio edificado del Estado Mérida, se encuentra la esfinge de Luz Caraballo; una mujer con harapos largos, cabellera descuidada y el brazo alzado apuntando al horizonte con un dedo en alto, como indicando la ruta que debían seguir los españoles. También en el mismo lugar se encuentra el «Museo-Antigüedades La Loca Luz Caraballo», donde se exhiben objetos pertenecientes a ella, además de piezas coloniales del momento.
Andrés Eloy Blanco no solo asume que el marido la dejó y ella quedó deshecha, el solo hecho que sugeriría una semejanza entre Luz Caraballo y la Penélope que espera, contra toda esperanza, que llegue un tren de donde baje su amado.
El archifamoso poema se titula “Palabreo de la loca Luz Caraballo”. Es triste pero de gran hermosura. Su letra es la que sigue:
Tu De Chachopo a Apartaderos
Caminas Luz Caraballo,
con violetitas de mayo
con carneritos de enero.
Inviernos del ventisquero
farallón de los veranos
con fríos cordilleranos
entre riscos y ajetreos
se te van poniendo feos
los deditos de tus manos.
La cumbre te circunscribe
al solo aliento del nombre
lo que te queda del hombre
que quien sabe donde vive.
Cinco años que no te escribe
Diez años que no lo ves
y entre golpes y traspiés
persiguiendo tus ovejos
se te van poniendo viejos
los deditos de tus pies.
El hambre lleva en sus cachos
algodón de sus corderos
tu ilusión cuenta sombreros
mientras tú cuentas muchachos
una hembra y cuatro machos.
Subida, bajada y brinco
y cuando pide tu ahínco
frailejón para olvidarte
la angustia se te reparte
uno, dos, tres, cuatro, cinco.
Tu hija está en un serrallo
dos hijos se te murieron
los otros dos se te fueron
detrás de un hombre a caballo.
La Loca Luz Caraballo
dice el decreto del juez
porque te encontró una vez
sin hijos y sin carneros
contanditos los luceros
seis, siete, ocho, nueve, diez.