El milagro es posible gracias a un descomunal ejército de voluntarios; así como a la integración de esfuerzos internacionales y locales liderados por la Iglesia católica. Laicos, religiosos y monjas hacen posible la imponente obra social
En total, la Iglesia católica reparte en Norte de Santander más de 13.000 raciones diarias de alimentos calientes a lo largo de las parroquias de esa región colombiana de frontera. Son muchas las obras, pero una destaca por su tamaño e integración.
Con dos años de vida, su labor es cada vez más descomunal. Entre junio 2017 y junio 2018 entregaron 421.400 raciones. Ahora, con una media de 8 mil platos por día, superarán la astronómica cifra de más de 2,3 millones de migrantes alimentados.
La obra está encomendada a la Divina Providencia. Así fue bautizada la Casa de Paso de Cúcuta, en la frontera entre Colombia y Venezuela, el principal puente de los miles de migrantes que huyen de la crisis de la nación sudamericana.
El sitio fue visitado por delegados sanitarios de once países en el marco de la III Conferencia Regional de Ministros de Salud. Recibieron a representantes de Argentina, Canadá, Colombia, Ecuador, EEUU, Haití, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Santa Lucía.
Brindan atención ante “alarmante desnutrición”
En este marco, el obispo de la Diócesis de Cúcuta, Víctor Manuel Ochoa Cadavid, alertó que la crisis migratoria venezolano “hasta ahora está empezando”, y sostuvo que la situación es cada vez más compleja.
Recordó, según recoge La Opinión, que en materia de salud “la situación se agrava cada día que pasa”. Abundó que sólo en ese hogar “se despachan ochocientas fórmulas médicas con sus respectivas medicinas, pero se está quedando mucha gente sin los medicamentos”.
“Ahora están llegando más enfermos y en condiciones alarmantes”, agregó por su parte el sacerdote José David Cañas, cofundador de la obra. Destacó además el precario estado de salud de los venezolanos, muchos de los cuales presentan “alarmante” nivel de desnutrición.
“Las mediciones que se han hecho en el último año de venezolanos que están abandonando su país nos dicen que el peso corporal ha disminuido entre 8 y 10 kilos, debido a la crítica desnutrición que padecen”, constató el director de Migración Colombia, Christian Krüger.
Medio millar de voluntarios trabajan a diario
En la Divina Providencia son cerca de 500 los voluntarios de la Iglesia católica quienes se esmeran por brindar atención a los migrantes que tras cruzar el puente internacional Simón Bolívar llegan a la casa en busca de alimento y medicina.
Comenzaron con atención diaria promedio de 2.500 migrantes y lograron aumentarla de forma exponencial hasta superar los 6.500 platos. Hoy obsequian 8.000, más de la mitad del total entregado en la región fronteriza, un milagroso crecimiento del 320% desde sus orígenes.
“La Divina Providencia nació con la misión de aliviar el hambre para las cerca de 35 mil personas que llegan al sector fronterizo de La Parada, en el área metropolitana de Cúcuta”, declaró en el pasado el obispo Ochoa Cadavid a medios locales.
Arrancó formalmente el 14 de marzo de 2017 con una olla comunitaria, según detalló en conversación exclusiva con Aleteia el actual coordinador de la casa de paso, el abogado Jean Carlos Andrade, quien recuerda que la obra fue una iniciativa del padre David Cañas.
El 5 de julio de 2017 se adquiere el arriendo de la infraestructura y sobre ella cobra vida operativa la obra. Contaba entonces con un terreno de 1.300 metros cuadrados del municipio de Villa del Rosario, en el Norte de Santander, cuya capital es Cúcuta.
“Estamos en 8 mil raciones servidas entre desayunos y almuerzo. Por la casa pasan unas 4500 personas. Tenemos atención integral, psicológica; también nos ocupamos del aspecto legal con el apoyo de abogados; así como de atención médica, con tres galenos”, abundó.
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Principales beneficiarios son venezolanos
Los especialistas de salud son profesionales que trabajan en el hospital Erasmo Meoz. Atienden a unas veinte personas cada uno, brindando servicio a una tasa promedio de 60 migrantes cada día de forma integral y gratuita.
La mayoría son “hermanos venezolanos”, pues se pudo constatar en mediciones propias que “de 38 mil, sólo 200 son colombianos”. “Por estrategia y ubicación, vienen son venezolanos. Los colombianos son más que todo ancianos y personas vulnerables”.
Todo templo católicos aporta más de 300 almuerzos. Juntos superan los “13,500 almuerzos diarios”. Hay espacios similares en San Judas Tadeo (Villa del Rosario), y en La Fortaleza, regentada por Hermanitas de la Nueva Vida. Muchas “unidades de monjas están dando almuerzos”.
La obra cuenta con apoyo internacional. Uno de los principales es el del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). El organismo de las Naciones Unidas donó una infraestructura especial para el área de salud.
Consultorios médicos y atención legal
“Gracias al aporte, ahora contamos con cuatro consultorios médicos que también hacen labor psicosocial y donde se brinda atención legal”. Además, “tenemos baños diferenciales: hombre y mujer, así como para niños”. Contamos con cocinas donde se preparan más de 400 kilos de arroz diariamente.
Además, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) apoya la labor social. “El Acnur y la PMA son las organizaciones internacionales que más nos han ayudado a crecer”, constata Andrade al brindar detalles a Aleteia.
“Pero también debemos resaltar la labor de Cáritas Internacional. Desde el comienzo hubo apoyo excepcional de la organización de acción social de la Iglesia. En la práctica, fueron quienes comenzaron apoyando con 1500 almuerzos en el año 2017”, abunda.
Cáritas articuló esfuerzos con sus representantes de una docena de países y brindó apoyo directo en campo hasta el 30 de mayo de 2018, para dar paso el primero de junio de 2018 al Programa Mundial de Alimentos, que brinda 2000 raciones diarias.
Esfuerzo conjunto y atención integral
“Aumentamos las raciones, pero ya no contábamos con ayuda psicosocial y legal; así que apelamos a convenios con Acnur, el Servicio Jesuita de Refugiados; las Adoratrices, por iniciativa también de Cáritas, para que ellos se vincularan con sus abogados y con sus psicólogos”.
Lo lograron con éxito. Pero además incorporaron a trabajadores sociales, dando cada día atención psicosocial y legal.
En la actualidad, brindan también soporte espiritual, convirtiendo la casa de paso de la Divina Providencia en un oasis de migrantes donde los voluntarios practican las 14 obras de la caridad, como un milagro viviente de la misericordia de Dios.
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