Daneses y groenlandeses dicen que “Groenlandia no está en venta”, cuando Trump se prepara para viajar a Dinamarca
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Un día de agosto los daneses se despertaron con una pesadilla: leyeron en la prensa que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quería comprar Groenlandia.
No era una declaración oficial, pero era una información aireada por los tres diarios de mayor prestigio –The New York Times, The Wall Street Journal y The Washington Post- citando fuentes del gobierno.
Trump tiene prevista una visita al Reino de Dinamarca el próximo mes de septiembre, y en ella quería expresar a los dirigentes daneses su interés por comprar Groenlandia.
Sería la tercera vez que un presidente de los Estados Unidos lo intenta, aunque sin éxito, después del presidente Andrew Johnson, en los años 60 del siglo XIX, y del presidente Harry Truman en los años 40 del siglo pasado, quien ofreció 100 millones de dólares en oro (equivalentes a 1.300 millones de dólares actuales).
En Dinamarca se han reído de Trump.
Los partidos de la oposición aseguran que el presidente americano está “loco” para solicitar algo semejante. Lo afirma el portavoz de Asuntos Exteriores del Partido Popular danés, Søren Espersen, y lo mismo dice Uffe Elbæk, jefe del partido La Alternativa, ecologista, quien descalifica ya la visita de Trump a Dinamarca.
Por su parte, la diputada de Groenlandia en el Parlamento de Dinamarca Aaja Chemnitz Larsen afirmó que Groenlandia “no es una mercancía que se pueda vender”.
También se han manifestado claramente en contra de las pretensiones de Trump la primera ministra danesa, la socialdemócrata Mette Frederiksen, y los gobiernos autonómicos de Groenlandia y las Islas Feroe: no se pueden “vender 60.000 habitantes de la gran isla de Groenlandia”, dijeron.
Hoy en Dinamarca y en Groenlandia se ven carteles que dicen: “Groenlandia no se vende”, y “Groenlandia no está en venta”.
El gobernador de Groenlandia, Kim Kielsen, emitió un comunicado en el que advirtió que la respuesta a la oferta es, de entrada, negativa.
“Groenlandia no está en venta, pero está abierta a acuerdos comerciales y a la cooperación con otros países, incluido EE.UU.”, dijo Kielsen.
Por otro lado, Groenlandia es un territorio que ha adquirido una gran autonomía con el referéndum de 2008, de tal modo que tiene libertad para todo menos en política internacional, de la que se ocupa el Reino de Dinamarca, y tiene adquirido incluso el derecho de autodeterminación, que no ha ejercido.
La lengua oficial no es el danés, sino el groenlandés. Transformó toda su nomenclatura del danés a la lengua propia, y controla todos sus recursos económicos.
Sin embargo, carece de un aeropuerto internacional. El gobierno de Groenlandia se presenta como una nación inuit, la raza de los primeros pobladores.
Ciertamente que Estados Unidos podría acoger Groenlandia como Estado asociado, como Puerto Rico, pero para ello se precisa que Groenlandia sea un Estado independiente de Dinamarca y requeriría todo un proceso.
Por qué el gesto de Trump
Groenlandia es la mayor isla del mundo, cubierta en un 80 por 100 de su territorio por hielo durante todo el año. Tiene un subsuelo muy rico en minerales, petróleo y gas, y es un lugar muy interesante para la observación militar. Estados Unidos, de hecho, tiene ya una base que colocó durante la guerra fría.
Desde el punto de vista geoestratégico, Groenlandia, con una extensión de 2,15 millones de kilómetros cuadrados, pertenece al organismo intergubernamental Consejo del Ártico, zona muy disputada por las grandes potencias tanto por su valor estratégico como por sus inmensos recursos de petróleo, gas y minerales.
Estados Unidos, Rusia y China se disputan el Ártico. La pequeña Dinamarca tiene un papel importante en dicho Consejo del Ártico, junto con los países escandinavos, Noruega, Suecia y Finlandia.
Por parte de Estados Unidos, el gesto de “comprar” territorios en lugar de conquistarlos no es tampoco nuevo. Compró a Francia Luisiana por 15 millones de dólares en 1803, a Dinamarca las Islas Vírgenes por 25 millones en 1917, a España las Islas Filipinas por 20 millones en 1898 y a Rusia la península de Alaska por 7,5 millones en 1867.
Ahora cabe preguntarse ¿cómo recibirán los daneses a Donald Trump en septiembre?