No todos los silencios tienen que ser llenados con música y no todo momento de aburrimiento debe llenarse con una pantalla
Uno de los problemas principales de la proliferación de los aparatos electrónicos y la tecnología en la vida de nuestros hijos es la perdida de atención. Los estímulos que producen las pantallas son cada vez más llamativos para el cerebro y después de un tiempo los estímulos naturales de la “vida real” no son suficientes para mantener la atención de nuestros hijos.
Lucy Jo Palladino toca en profundidad este tema en su libro: Educar en la era de la dispersión digital, en el que escribe sobre las herramientas que podemos utilizar los padres para ayudar a los hijos a entender y controlar su propia atención. Una de estas herramientas es la aplicación de las tres erres de la buena atención:
1Realizar algún deporte o actividad al aire libre
Se ha demostrado que la actividad física mejora la atención de los niños inmediatamente después de practicarla. Numerosos estudios han concluido que los efectos del ejercicio físico, además de verse en la corteza motora del cerebro, se observan también en el hipotálamo (la parte que se encarga del aprendizaje y la memoria).
Es importante entonces animarlos a realizar ejercicio físico periódicamente. No importa si es en equipo o individual, o un deporte organizado o simplemente montar bicicleta por el vecindario, es allí donde debemos dejar que nuestro hijo decida que es lo que de verdad le gusta. Esta es la única manera que logremos que lo haga sin quejarse y que aproveche el tiempo de ejercicio.
2Reflexionar
Esto supone ratos de calma, conversación reflexiva y lectura: en nuestros tiempos se valora la inmediatez, nuestros hijos realizan exámenes en donde se mide lo rápido que pueden contestar más que la profundidad, las noticias deben leerse al instante y resumidas en 140 caracteres, los mensajes de texto deben contestarse al minuto de haberse recibido. Esto hace que se pierdan los momentos de calma para reflexionar.
La profundidad exige reflexión y la reflexión necesita de tiempo, algo que no tenemos. Debemos volver a valorar la tranquilidad y los momentos de calma: no todos los silencios tienen que ser llenados con música y no todo momento de aburrimiento debe llenarse con una pantalla. Solo ayudando a nuestros hijos a respetar el silencio, la tranquilidad, y la reflexión podemos lograr que su atención sea profunda.
3Replantearse el tiempo ante la pantalla
Somos los padres los que debemos ayudar a nuestros hijos a distribuir su tiempo, no es cuestión de prohibir sino de enseñarlos a reconocer la importancia de darle tiempo a todas sus actividades.
Para lograr esto es esencial enseñarlos a reconocer la diferencia de usar el tiempo en pantalla como herramienta o como entretenimiento; es decir, es diferente si utiliza el computador una hora para buscar información sobre su tarea, para estudiar o para escribir un ensayo, que usarlo una hora para jugar un juego o ver fotos de conocidos en redes sociales. No todo el tiempo en pantalla es igual y ayudar a nuestros hijos a reconocerlo es importante para que aprendan a distribuir su tiempo de manera que los ayude a ser mejores.