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Una pequeña demostración de que la ciencia no se opone a la fe, sino que es una oportunidad para estudiar detalladamente la creación de Dios
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“¿Cómo podría desinteresarse la Iglesia de la más noble de las ocupaciones estrictamente humanas, la investigación de la verdad?” (Georges Lemaître)
1. La teoría del Big Bang
Irónicamente para muchos, la más aceptaba explicación científica de cómo se creó el mundo fue ideada por el sacerdote belga Georges Lemaître.
Él fue el primero en hablar de la teoría de un átomo primigenio que se expandía constantemente, idea que contradecía el modelo estático de Albert Einstein.
Quizá por su condición de sacerdote la teoría fue atribuida a otra persona, Edwin Hubble, que llegó a la misma conclusión, pero tiempo después.
Su vocación lo hacía ver como una persona que apostaba más por fundamentos religiosos, aunque él siempre dejó en claro que la fe y la ciencia debían permanecer separadas. Después de un tiempo, muchos científicos, incluido el propio Einstein, reconocieron su inteligencia.
Incluso, se dice que la famosa constante de Hubble fue descubierta dos años antes por Lamaître, solo que él nunca la publicó en una revista internacional de renombre.
Por eso, en 2018, la Unión Astronómica Internacional votó a favor de una recomendación para renombrar la Ley Hubble como la Ley Hubble–Lemaître, en reconocimiento a las contribuciones del sacerdote y astrónomo belga.
2. Insulina para la diabetes
San Giuseppe Moscati (canonizado por el papa Juan Pablo II en 1987) fue un médico, profesor universitario e investigador científico que dedicó su vida a recuperar la salud física y espiritual de sus pacientes.
Aunque le ofrecieron múltiples trabajos muy bien remunerados, él siempre pensó que su misión estaba en ayudar a los más pobres.
Su madre murió de diabetes en 1914, así que luego buscó la manera de ayudar a otros pacientes a no tener el mismo desenlace, convirtiéndose en uno de los primeros médicos napolitanos en experimentar con la insulina para tratarla.
3. Medición de terremotos
¿Has oído hablar de la escala Mercalli? Debe su nombre al físico y sacerdote italiano Giuseppe Mercalli, quien ideó una escala de diez grados (posteriormente fue llevada a doce por el físico italiano Adolfo Cancani) para evaluar la intensidad de los terremotos a través de los efectos y daños causados a distintas estructuras; es decir, no medirlo por su magnitud, sino por las consecuencias empíricamente observadas, tanto en personas como objetos materiales.
Desde joven se inclinó por las ciencias naturales (carrera que luego estudió en la universidad y complementó con estudios de geología y mineralogía) y, siendo profesor en la universidad de Nápoles, se dedicó a estudiar el volcán Vesubio y la actividad sísmica de la zona, siendo el inicio de todos sus análisis.
4. Un oído interior
René Laënnec era un médico católico francés que inventó el estetoscopio a principios del siglo XIX.
Tanto él como sus colegas sentían algo de pudor al tener que acercar su oído al pecho de sus pacientes (especialmente de las mujeres).
Además, requerían un instrumento que les permitiese percibir ruidos en pacientes con sobrepeso, por lo que ideó un cilindro de unos 30 centímetros de largo y, además, escribió sobre su uso para el diagnóstico de ciertas enfermedades, como enfisemas, tuberculosis, neumonía, entre otras.
Años después el diseño del aparato evolucionó, pero bajo su misma premisa.
5. El padre de la genética
Así se le llama a Gregor Mendel, un monje agustino que formuló una serie de leyes de herencia genética basándose en el cruce de variedades de guisantes en el jardín de su monasterio.
Publicó sus ideas en 1886, siete años después de que Darwin divulgara El Origen de las Especies.
Si bien Darwin sabía que ciertas características se podían pasar de una generación a otra, Mendel fue quien dio con lo que luego se conocería como genes dominantes y recesivos (él los llamó “unidades” o “factores hereditarios”), incluso antes que se descubriera el ADN.