No fue su fama lo que lleva camino de los altaresEl pasado mes de junio, el 27 para ser exactos, después de un largo litigio por sus restos, la sobrina del arzobispo Fulton J. Sheen (1895-1979), Joan Sheen Cunningham, y el obispo de Peoria (Illinois, Estados Unidos), Daniel R. Jenky, pudieron rociar agua bendita sobre la tumba del futuro beato en la que será su nueva –y definitiva– casa: la catedral de Santa María de la Inmaculada Concepción, en Peoria.
Atrás quedó el agrio litigio por los restos de quien fuera, entre otras cargos, obispo auxiliar de Nueva York; atrás quedaba su sepulcro bajo el altar mayor de la catedral de San Patricio en el corazón de “la gran manzana”. El obispo Jenky, quien ha sido el gran adalid de la causa de Sheen, sabe lo mucho que atraerá a la fe en Peoria este que fuera un grande presentador televisivo en las décadas de los cincuentas y sesentas del siglo pasado.
El 6 de julio el Papa Francisco, tras aprobar el milagro realizado por intercesión del arzobispo Fulton J. Sheen en 2010, anunció la próxima beatificación de éste (aún sin fecha específica), hecho que el obispo Jenky y la diócesis de Peoria recibieron con “abrumadora alegría”.
“Ahora que el Papa Francisco ha confirmado el milagro, la diócesis de Peoria puede comenzar formalmente a planear la beatificación del arzobispo Sheen, que tendrá lugar aquí mismo”, según un comunicado de prensa emitido por la propia diócesis apenas conocer la autorización del pontífice.
Una hora sin pulso
La popularidad de Sheen, los millones de telespectadores que siguieron sus charlas al amanecer de la televisión, sus innumerables escritos –dedicados, siempre, a la Virgen María—su acendrado catolicismo y su defensa de la fe, han sido vehículo para miles de personas en su camino a la Iglesia católica.
Por lo demás, el milagro que lo catapulta a los altares se refiere a la curación de James Fulton Engstrom, de Washington, Illinois, quien fue considerado muerto al nacer un 16 de septiembre de 2010. Sus padres, Bonnie y Travis Engstrom, inmediatamente invocaron a Sheen en sus oraciones y pidieron en una cadena que también lo hicieran.
Llevaron al bebé al hospital y, justo cuando los médicos iban a declararlo muerto, habiendo pasado 61 minutos sin pulso, el corazón de James Fulton comenzó a latir con el ritmo de un recién nacido sano. Más aún, los pronósticos de ceguera o parálisis quedaron sepultados. Hoy, con ocho años de edad, monta en bicicleta, como cualquier niño que disfruta el verano.
“Es realmente sorprendente cómo Dios continúa haciendo milagros”, expresó el obispo Jenky en la declaración publicada por la diócesis de Peoria. “Estoy muy agradecido de que el Vaticano haya actuado tan rápido después de la transferencia de los restos de Sheen, apenas pasada una semana, a la Catedral de Santa María de la Inmaculada Concepción en Peoria”.
Un milagro para la Iglesia
En una entrevista reciente con The Catholic Post, el periódico diocesano de Peoria, la madre de James Fulton, Bonnie Engstrom, dijo que Dios había permitido que el milagro sucediera para su honor y gloria. “Realmente no creo que se nos haya dado por nosotros”, dijo. “Creo que fue dado a la Iglesia, para la Iglesia”.
Sin fecha aún para la beatificación, el arzobispo Sheen podría ser elevado a los altares este mismo año de 2019, año en que se celebra el primer centenario de su ordenación sacerdotal (se ordenó el 20 de septiembre de 1919).
Sheen murió en 1979 a la edad de 84 años. Su causa de santidad se inauguró oficialmente en 2003. La Iglesia declaró sus virtudes heroicas y el Papa Benedicto XVI le dio el título de “Venerable” en 2012. Ahora, el animador del programa de televisión “La vida vale la pena de ser vivida” será beato. Y, quizá en unos años más, santo.
*Con información de The Catholic Post*