Los expetroleros protestan a escasos metros del palacio de gobierno de Nicolás Maduro, pero no reciben respuestas a sus demandas
Pasar varios días sin probar un solo bocado de manera voluntaria no es fácil. Más que un acto suicida, sus promotores lo consideran una acción heroica, especialmente cuando la huelga de hambre se realiza en contra de los derechos quebrantados por las autoridades. Es lo que acaba de ocurrir este fin de semana en Venezuela con dos trabajadores petroleros que asumieron abstenerse de consumir alimentos a poco más de cien metros del Palacio de Miraflores: fallecieron como consecuencia de este hecho. Pero desde la más emblemática estructura del poder político en Venezuela, solo han recibido tratos de indolencia.
El trágico episodio recuerda al agricultor y biólogo Franklin Brito, quien el 30 de agosto de 2010 falleció como consecuencia de 8 huelgas de hambre consecutivas, en las que reclamó sin éxito al entonces presidente Hugo Chávez, el respeto de sus derechos civiles y ciudadanos: su propiedad sobre una tierras confiscadas.
Van 18 fallecidos desde hace 16 meses
Esta vez, la historia vuelve a repetirse, aunque ocurre en medio de la reciente visita de Michelle Bachelet a Venezuela; ni más ni menos, la alta comisionada de los derechos humanos de la ONU. Los petroleros hicieron todo lo posible por ser escuchados por la ex presidenta de Chile, pero la agenda de su visita ya estaba planificada y ellos no figuraban en el programa. Hicieron esfuerzos a pesar del silencio comunicacional que se ha enseñoreado sobre Venezuela, pero nada. Ni siquiera por declararse seguidores del extinto Hugo Chávez y haber votado por Nicolás Maduro, han atendido sus reclamos.
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Urbano Zapata es uno de los dos trabajadores fallecidos. Según revela El Nacional “sentía mucho malestar por el tiempo que había pasado sin comer”, informó citando al trabajador Miguel Hidrogo, quien resaltó que el deceso ocurrió el viernes 21 de junio, en horas de la tarde. “Durante la huelga de hambre que se desarrolla desde el 30 de mayo en los espacios de Plaza de la Moneda en Caracas, sufrió una fuerte descompensación y sus familiares tuvieron que llevárselo a casa, donde falleció”, comentó otro de sus compañeros.
El mismo día, en horas de la mañana, corrió con el mismo destino Héctor Molina de 72 años. El hombre murió tras sufrir un infarto y recibir los primeros auxilios en el sitio de la protesta, según la información suministrada por uno de los voceros del grupo.
Indolencia oficial en el caso de Franklin Brito
Aunque son casi nueve años desde que ocurrió la muerte de Franklin Brito como consecuencia de las huelgas de hambre que protagonizó en solitario, reclamando al gobierno de Hugo Chávez la devolución de unas tierras confiscadas, el episodio de los extrabajadores petroleros fallecidos, recuerda este triste hecho de la reciente historia de Venezuela. En ambos casos, la indolencia del régimen socialista ha sido la protagonista.
El 2 de junio de 2009, Brito asumió la acción de protesta que con el tiempo lo llevaría a la muerte. Los medios comenzaron a tomarlo en cuenta cuando a los días se amputó un dedo de la mano izquierda. Para el 29 de mayo de 2010, Brito llevaba 86 días en su tercera huelga de hambre y pesaba menos de 46 kilos. Los mareos, el frío y la tensión arterial no le abandonaban, haciendo más dolorosa su tortuosa huelga de hambre; sin embargo, su espíritu de lucha y su mente seguían intactos a pesar que la vida se le apagaba lentamente.
Un día antes, el 28 de mayo, el huelguista fue trasladado sedado, en contra de su voluntad, a la unidad de cuidados intensivos del Hospital Militar de Caracas. Desde allí emitió un comunicado que sellaría su definitiva relación con el régimen: “Si mi muerte contribuye a demostrar que el Presidente Chávez es un asesino y un corrupto, estoy dispuesto a morir”.
El largo sacrificio para defender sus derechos y los de su familia se prolongó durante los 252 días que permaneció en el Hospital Militar, donde se fue deteriorando cada día más. Hacia el 20 de agosto de 2010, Brito quedó inconsciente y respiraba auxiliado por ventilación mecánica. Medía 1, 90 metros y pesaba 35 kilos. El 30 de agosto en la noche murió por un presunto infarto. “Franklin Brito entregó su vida esperando que el presidente Chávez reparara las ofensas de las que fue víctima”, reseñó Tal Cual.
Hace poco más de 16 meses, 680 de estos extrabajadores petroleros, oriundos de varios estados del Oriente de Venezuela, decidieron trasladarse a Caracas para que sus exigencias tuvieran un mayor eco. Desde entonces, 18 de ellos han fallecido por diferentes enfermedades y el hambre. Son parte de un grupo de 8 mil trabajadores que desde 1997 reclaman al Estado Venezolano una deuda que se generó con motivo de la nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco, entonces explotada por la empresa Exxon Mobil.
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