La manera como el sexo se hace presente muy a menudo a través de la pornografía y las redes sociales en la vida de los niños y los jóvenes no les beneficiaEs un hecho, la hipersexualidad invade las escuelas. Muchas noticias lo prueban. Por ejemplo el principal colegio de Mios, en Gironde (Francia) informó por correo a los 600 padres de alumnos de 5º y 6º de comportamientos inapropiados en el centro docente.
Su descripción es fría: “Visionado de películas de carácter pornográfico, exhibicionismo, masturbación en el patio del recreo, tocamientos de partes íntimas, difusión de fotos o videos desnudos en las redes sociales, realización de videos de carácter pornográfico”. Alumnos de 11 o 12 años.
El total desconocimiento, entre algunos, del carácter íntimo de la sexualidad, relacionado con el mal uso de las redes sociales, hace del patio una amenaza para los adolescentes.
¿Qué pueden hacer los padres por la educación afectiva de sus hijos? Elementos de respuesta con Françoise Guinard, miembro de CLER Amor y Familia y ponente sobre el tema de la pornografía en los foros Giga la Vie organizados por el Instituto de Hauts-de-Seine.
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¿Es este fenómeno de hipersexualización entre los jóvenes algo nuevo?
Esta sexualidad exacerbada mostrada a todos llegó en el momento en que los teléfonos inteligentes cayeron en manos de los niños.
Ellos tienen entonces acceso a las redes sociales, a publicidad inapropiada y a contenido pornográfico. A pesar de la prohibición del teléfono en la escuela [en Francia, n.d.t.], se conectan en los baños o al final de las clases.
¿Por qué es tan problemático, tan contagioso? Porque la edad escolar es una edad en la que el niño busca valorarse a los ojos de los demás. Quiere mostrar a sus compañeros lo que ha visto, ¡y más si es chocante, porque esto le da valor! Y los compañeros no se atreven a decir que no y darse la vuelta, por miedo a quedar mal.
Algunos dicen que son cosas de la edad. ¿Pero es algo para su edad?
No, esto no es para su edad. Los adultos tienden a veces a banalizar la sexualidad. La ley prohíbe a los menores el acceso a toda forma de pornografía, pero de hecho los menores no están protegidos en absoluto.
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Los padres son los primeros educadores de sus hijos. A ellos les corresponde acompañarles en el descubrimiento de la vida afectiva, de la vida relacional y de la sexualidad. Pero es verdad que a menudo están demasiado desamparados para abordar con ellos estos temas.
¿Entonces cómo hacerlo bien?
Es esencial retomar con ellos las nociones de pudor, de intimidad y de respeto: respeto a uno mismo y al otro. “Mi cuerpo es mío”.
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Cuidar su cuerpo es respetarlo. Y respetar su cuerpo es saber decir que no. Es propio de su edad tener una cierta curiosidad por el cuerpo, por la sexualidad, por descubrir cómo funciona. Pero este medio para satisfacer esta curiosidad no es bueno porque pone en el cerebro imágenes impactantes de cuerpos.
¿Cuál es el peligro?
Sería estar a la vez impactado e imbuido por la fuerza de estas imágenes, y volver a ellas por lo que impactaron al cerebro. Hay un riesgo de acostumbrarse, y después de dependencia.
¿Qué decirle a un hijo que empieza 6º, por ejemplo, pues se confrontará necesariamente con comportamientos así en el patio?
En primer lugar evitaría sanciones o castigos porque se corre el riesgo de reforzar la atracción de los jóvenes por estas prácticas.
Aconsejo privilegiar la prevención a través de la información y el diálogo, para ayudar al joven a reflexionar y a retirarse de estos comportamientos: ¿qué es lo que me gustaría vivir? ¿Qué produce esto sobre mí? ¿Y al otro?
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