Audiencia a La Gazzetta dello Sport y la Federación Italiana de Fútbol
En tiempos de apuestas ilegales, violencia en los estadios, coros racistas y comportamientos discutibles por parte de los aficionados de equipos de fútbol, el papa Francisco pidió hoy que ese deporte siga siendo “ante todo un juego” y a los “campeones” de esta disciplina que sean ejemplo para los más chicos.
¿Quieren que lea mi discurso…son cinco hojas?, afirmó el Pontífice que bromeó en la audiencia dedicada a 6 mil chicos y chicas deportistas participantes en el encuentro “El fútbol que amamos“, promovido por el periódico La Gazzetta dello Sport y la Federación Italiana de Fútbol que tuvo lugar en el Aula Pablo VI del Vaticano este viernes 24 de mayo de 2019.
“Un día un periodista le preguntó a una teóloga cómo se le podía explicar la felicidad a un niño. Ella respondió: “No se lo explicaría, le daría un balón para jugar”.
En este sentido, el Papa afirmó que “jugar te hace feliz porque puedes expresar tu libertad, compites de una manera divertida, vives un tiempo libre, simplemente porque te gusta, persigues un sueño sin ser necesariamente un campeón”.
Sucesivamente, el Papa dirigió sus palabras a los padres y madres de familia recordándoles su misión “educativa”. Por eso, les invitó a comunicar a sus hijos los valores del juego, la gratuidad y la construcción implícita de relaciones humanas en el deporte.
Explicó que niños y niñas tienen que aprender a estar incluso fuera de la alineación oficial y aprender de las derrotas. “Ayúdenles a comprender que el banquillo no es una humillación, sino una oportunidad para crecer y una oportunidad para los demás”.
Así, les instó a que sus hijos encuentren “el gusto de dar lo mejor de sí, porque más allá del juego está la vida que les espera”. A los entrenadores de fútbol encargados igualmente de la educación de los niños, les exhortó a enseñar a dejar huellas tanto fuera, como dentro del campo.
Después tuvo palabras para los campeones del fútbol. “No olviden dónde empezaron: en ese campo de periferia” polvoriento, barroso o destapado lejos de los estadios monumentales a los que ahora acostumbran.
Les invitó a recordarse del “oratorio” de la parroquia donde dieron sus primeros tiros a la pelota o al “pequeño club”…donde comenzaron. “Quiero que siempre sientan gratitud por su historia de sacrificios, victorias y derrotas”.
“Y – añadió – sentir también la responsabilidad educativa, que debe ser implementada a través de la coherencia de vida y la solidaridad con los más débiles, para animar a los más jóvenes a crecer en su interior, y tal vez incluso a ser campeones en la vida”.
“Podemos decir que detrás de una pelota rodante hay casi siempre un niño con sus sueños y aspiraciones, su cuerpo y su alma. En una actividad deportiva están involucrados no sólo los músculos, también toda la personalidad de un niño, en todas sus dimensiones”, dijo.
El Pontífice pidió a los niños y niñas “dar lo mejor de uno mismo, con sacrificio y compromiso”. “Lo bueno de jugar con un balón es que puedes hacerlo junto con otros, pasarlo en medio de un campo, aprender a construir acciones de juego, trabajar en equipo”.
Asimismo, subrayó el carácter social del deporte y del fútbol para construir amistades, cercanía y sana diversión. “El balón se convierte en un medio para invitar a personas reales a compartir amistad, a encontrarse en un espacio, a mirarse a la cara, a desafiarse mutuamente para poner a prueba sus habilidades”.
Además, remarcó, que el fútbol como otros deportes divierte, porque se realiza en compañía de otras personas: “el fútbol es un juego de equipo” y reafirmó la importancia de jugar con la mentalidad del “nosotros”.