Nadie es celoso por naturaleza, se trata de una emoción aprendida que nos protege de la intromisión de factores externos que puedan desestabilizarnos
La principal función del cerebro humano es asegurar la supervivencia, no la felicidad. Para ello, crea “espacios seguros” que nos mantienen en un estado de estabilidad y comodidad. Si nuestra mente percibe amenazas externas activa señales de alarma que predisponen a la persona a una actitud defensiva.
Así, funciona el mecanismo de los celos. Nadie es celoso por naturaleza, se trata de una emoción aprendida que nos protege de la intromisión de factores externos que puedan desestabilizarnos.
En una relación de exclusividad – de pareja, familiar, relacional o laboral – los posibles cambios (un tercero, miradas, un nuevo compañero, etc.) activarán la alarma. Si la persona sigue el proceso natural, mandará otro mensaje al cerebro que desactivará la señal “tranquilo, todo va bien, no es una amenaza”.
Por el contrario, si ya se ha asociado que un perfil de persona, o un tipo de mirada es sinónimo de peligro, cada vez que ocurra, la persona reaccionará poniéndose a la defensiva para protegerse.
4 factores que mantienen vivos los celos
1Heridas infantiles
El tipo de relación que hayamos tenido con nuestros padres condicionará nuestra manera de relacionarnos con otras personas. La falta de comprensión, atención, las comparaciones con otros o la competitividad en casa, son factores que potenciarán en el adulto una búsqueda por compensar esas carencias en sus relaciones.
2Complejo de inferioridad
Un adulto herido en la autoconfianza y autoestima establecerá relaciones de desigualdad y dependencia. Tenderá a posicionarse desde la inferioridad, buscando protección y seguridad, o bien, desde la superioridad, buscando no ser humillado y abandonado.
3Dificultades para conectar con las propias necesidades
El miedo a la indiferencia o la descalificación por parte de otros, hacen que la persona no sea clara manifestando sus necesidades o expresando sus emociones. Es posible que se termine recurriendo a la manipulación y a las mentiras, buscando siempre cubrir las propias carencias.
4Pensamientos irracionales
Muchas ideas de la persona no están basadas en argumentos objetivos y lógicos, sino en miedos, prejuicios o interpretaciones erróneas. Por ejemplo: “no te puedes fiar de los hombres, todos son infieles”, “las mujeres son un peligro”, “sólo puede mirarme a mi”.
Los celos, por tanto, responden a una necesidad no resuelta (falta de cariño, seguridad, atención…). Como consecuencia se proyecta al exterior las propias necesidades, culpando a los demás y haciéndoles responsables de ellas. Por tanto, debemos reconocer qué alarmas están activando nuestro cerebro, ver de qué manera transformar esas creencias en hechos objetivos y hacernos responsables, pidiendo aquello que necesitemos.