El invierno demográfico es una emergencia silenciosa que afecta a todos los países europeos. Las asociaciones familiares se están movilizando durante las elecciones para llamar la atención sobre las consecuencias de la disminución de la fertilidad en toda Europa
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Las elecciones europeas representan una ocasión preciosa para introducir los auténticos problemas en el debate político, para hacer que la Unión Europea se vuelva a centrar en la realidad, empezando por colocar en el centro a la persona y a su familia, más que al individuo y su capacidad para el consumo.
Y ¿quién mejor que las familias podría hacer un llamamiento a los próximos dirigentes europeos para que se acerquen a la realidad? Las familias se enfrentan a problemas de trabajo, de vivienda, de medioambiente, de migraciones, así que también son un agente valioso para resolver esos mismos problemas. Hace casi más de un siglo se han venido creando asociaciones familiares, al principio para organizar la colaboración entre familias vecinas y regular situaciones muy concretas.
A principios de los años 1990, las asociaciones de inspiración católica se empezaron a coordinar a nivel europeo hasta la creación, en 1997, de la Federación Europea de Asociaciones Familiares Católicas (FAFCE).
La FAFCE, posee un estatuto participativo ante el Consejo de Europa y participa en la Agencia de los Derechos Fundamentales de la UE, reúne regularmente a los responsables de las asociaciones de familias católicas de dieciséis países europeos para compartir experiencias, formarse y preparar intervenciones útiles ante las instituciones europeas.
El año pasado, durante nuestro Consejo de presidencia de primavera, reunido en Viena, publicamos una resolución por una primavera demográfica: “El invierno demográfico es una urgencia silenciosa que concierne a todos los países europeos”.
Por esta razón, es nuestro deseo llamar la atención sobre esta situación que está en el centro de los problemas económicos y sociales que deben tratarse: “No hay tiempo que esperar —dijimos—, ya no quedan excusas. Debemos actuar por el bien de los ancianos, los derechos de nuestra juventud y el futuro de nuestros niños”.
La primera empresa
Algunos meses antes, la Fundación Robert-Schuman publicaba el informe Europa 2050: suicidio demográfico, donde se advertía con inquietud de las consecuencias del declive de la fertilidad en toda Europa.
Los datos de Eurostat de hace unas semanas confirman que ningún Estado miembro de la UE espera alcanzar el nivel de renovación de su población (hay una tasa de fertilidad media de 1,5 hijos por mujer, cuando la tasa de renovación es de 2,1).
Por ello, es urgente “poner en práctica una política que reconozca el lugar único, fundamental e irreemplazable de la familia en la sociedad” y que vea en ella la primera “empresa”, a través de la cual el deseo de vida para nuestro continente se expresa no solo con iniciativas económicas, sino especialmente con el hecho de criar a los niños, porque “el espíritu empresarial está estrechamente ligado al espíritu familiar”.
Sobre estas bases, el Manifiesto que presentamos en el marco de la campaña Vota por la familia 2019 propone como primer punto un “Pacto europeo para la natalidad”. Los contenidos quedarán por definir en el marco de un trabajo parlamentario, así que el primer objetivo en esta fase es elevar el nivel de concienciación sobre el invierno demográfico y sobre el papel de la familia, cuya razón de ser no es librar una guerra ideológica, al contrario, sino que se entienda como punto de partida para la renovación de nuestro continente.
En el transcurso de la próxima legislatura, trabajaremos con nuestros miembros y todos los cargos electos para detallar nuestras propuestas, más allá de cualquier desacuerdo político.
La propuesta de diez compromisos
Nuestro Manifiesto es el fruto del trabajo conjunto de todos los miembros de la FAFCE, 26 asociaciones de familias de dieciséis países, y refleja las mayores preocupaciones de las familias europeas: sobre la base de estas preocupaciones, proponemos a todos los candidatos a las elecciones europeas que se comprometan con diez puntos concretos:
- Por un pacto europeo de natalidad;
- Aplicar la “perspectiva de familia” o “Family Mainstreaming”;
- Hacer oír las voces de las familias;
- Una economía al servicio de la familia;
- Un trabajo digno y productivo;
- Equilibrio entre vida familiar y profesional;
- Reconocer la complementariedad la mujer y el hombre;
- Respetar y proteger la institución del matrimonio;
- Respetar la dignidad del ser humano hasta su muerte natural;
- Padre y madre, primeros y principales educadores de sus hijos.
La familia, futuro de nuestras sociedades, con frecuencia es ignorada e incluso menospreciada tanto en los medios de comunicación como en el discurso político, mientras que los estudios demuestran que la familia es la realidad y el ideal de vida de muchas personas: las políticas públicas europeas deben reconocer su dignidad y su valor esencial en todos los ámbitos.
Estas políticas no serían más que una parte de las ayudas sociales de naturaleza económica. Deben contar con el sostén de una voluntad política al servicio de un ideal humano, porque estamos llamados a una obra de reconstrucción cultural de largo plazo.
Un marco de cooperación y de acción
“No es bueno que las personas estén solas, tampoco es bueno que las familias estén solas”, manifestamos el verano pasado en Dublín durante el último encuentro mundial de las familias.
“La familia no puede aislarse como una mónada –nos decía el Santo Padre al recibirnos en junio de 2017 durante el vigésimo aniversario de nuestra Federación–, tiene que salir de sí misma, necesita dialogar y encontrar a los demás con el fin de crear una unidad que no sea uniformidad y que genere el progreso y el bien común”.
Las asociaciones de familias católicas ofrecen un marco de cooperación y de acción para responder a esta necesidad con la fuerza del anuncio evangélico en su centro. Nuestra Federación trabaja a nivel europeo para llevar esta fuerza hasta un ámbito inaccesible para muchos, al corazón de las instituciones europeas.
Solamente recuperando esta fuerza podrá nuestro viejo continente vivir una primavera, renovarse y responder a su vocación para el mundo entero.