Tener una noche entera de sueño, todas las noches, no es para nada un extra – es en realidad un acto de amorEl sueño es algo que yo daba por hecho. Incluso cuando mis hijos eran bebés (con la notable excepción de uno, que gritó durante todo su primer año de vida), yo dormía ocho horas regularmente. En las raras ocasiones en las que dormía siete horas, estaba un poco irritada y somnolienta al día siguiente. Si sólo dormía seis horas, estaba de mal humor y me sentía fatal. Menos de seis horas, era básicamente una zombi.
La vida es muy diferente ahora. Mi hijo más pequeño tiene 3 años, así que ya no necesito preocuparme mucho de despertarme durante la noche. Pero mi horario de trabajo exige que me levante sobre las 4:15 la mayor parte de las mañanas – por desgracia, no para cuidar de un bebé durante 30 minutos, seguidos de una hora extra de sueño. Me levanto y me quedo despierta, trabajando una hora y media antes de que mis hijos se levanten de la cama, en seguida llevarlos a la escuela y seguir adelante con el día.
Hago menos de ocho horas de sueño por la noche durante la semana. Tiendo a siete y eventualmente sólo con cinco horas y media. El viernes, estoy tan exhausta que normalmente me acuesto antes que mis hijos y duermo de 10 a 12 horas. Al final, tengo que recuperar el sueño, ¿no?
No es así. Según la revista Time, no consigues recuperar el sueño perdido – y esto puede ser más perjudicial para tu salud incluso que dejar de dormir.
La investigación indica que una persona necesitaría cuatro días de descanso adecuado para compensar incluso una sola hora de falta de sueño. Como muchas personas duermen menos de lo necesario casi todas las noches de la semana, la Dra. Cathy Goldstein, profesora asociada de neurología del Centro de Trastornos del Sueño de la Universidad de Michigan, dice que es casi matemáticamente imposible llenar esa laguna en sólo dos noches del fin de semana. “La falta de sueño está solo acumulándose a lo largo del tiempo”, afirma.
Los efectos perjudiciales están documentados especialmente entre los trabajadores nocturnos, cuyos horarios no tradicionales están asociados al aumento de la incidencia del cáncer, el declive cognitivo y la muerte precoz.
Pero los cambios del ritmo circadiano pueden afectar a tu salud, no importa cual sea tu horario, según la investigación. El nuevo estudio de Current Biology descubrió que las personas privadas de sueño comen más y experimentan cambios metabólicos negativos, en comparación con personas que duermen lo suficiente durante 10 días seguidos, y que estos cambios no pueden corregirse totalmente durante el fin de semana.
Me gustaría decir que me sorprende, pero sería mentira. Mi relación con el sueño es muy diferente ahora, que no puedo simplemente dormir cuando mis hijos duermen. Es algo que tengo que priorizar, regulando mi propio comportamiento – lo que, francamente, es mucho más difícil que regular la hora en que mis hijos se van a la cama.
En las semanas complicadas, cuando duermo menos de 6 horas varias noches seguidas, puedo sentir los efectos en mi cerebro y en mi cuerpo. No sólo estoy físicamente fatigada y visiblemente más delgada, sino que soy también un desastre cognitivo. Tareas que normalmente tardo 20 minutos pueden alargarse una hora o más. Pierdo las cosas constantemente, mi cerebro está muy cansado como para recordar dónde las dejé. Definitivamente tiendo a comer más, e incluso me paso picoteando comida durante todo el día… un hábito que había eliminado hace años.
El sueño es necesario para ayudarnos a funcionar mejor – no solo cognitivamente, sino también espiritual y emocionalmente. Cuando estamos demasiado exhaustos pata cuidar de nosotros mismos, es imposible cuidar de los demás. Tener una noche entera de sueño, todas las noches, no es un lujo – en realidad, es un acto de amor. Es una manera de cuidar de nosotros mismos, para que podamos, a nuestra vez, cuidar de nuestras familias como debemos – con calma, paciencia y amor.
Yo sabía que mi horario de sueño errático no era bueno para mí porque puedo sentir los efectos, pero sinceramente no pensé mucho en los efectos que podría tener en mi reloj circadiano. Atribuía la confusión mental a la falta de sueño, nunca pensando en los efectos acumulativos – o peor, en la manera en que tantos cambios en el ritmo circadiano podían impactar negativamente en mi salud espiritual e emocional.
Así que, aunque sabía que era necesario regular mi horario por la noche, de manera que acostarme a las 21 h fuese mi prioridad, no lo estaba haciendo. La razón es que esas pocas y preciosas horas antes de ir para a cama eran el único tiempo de descanso que podía dedicarme durante el día.
Pero descubrí que perder mi “tiempo de descanso” no era peor que perder la paciencia con mis hijos. Perder la relación tranquila y estable que tardé años en construir con mis hijos. Perder la capacidad de cuidar a mi familia lo mejor posible, porque realmente yo no me importo mucho.
Así que ahora he empezado a cumplir con el horario. No importan las tareas pendientes, estaré más preparada para lidiar con ellas después de una buena noche de sueño. En realidad, las pequeñas crisis que empañan mis días – y mi paciencia – no parecen crisis cuando estoy bien descansada y tranquila.