El Sacromonte de Granada y el mensaje de la resistencia criptoislámica
En su última visita, los profesores Pieter Sjoerd y Gerard Wiegers han ofrecido los últimos avances de su estudio sobre el Pergamino y los Libros Plúmbeos del Sacromonte de Granada. Desde hacía más de cuatro décadas, sus esfuerzos estuvieron dedicados a poder trabajar sobre los originales. Finalmente, los resultados han salido a la luz. Pero, ¿qué son los libros Plúmbeos? ¿Quiénes fueron sus autores? ¿Cuál es su importancia para la cristiandad? ¿Por qué estuvieron prohibidos y custodiados en el Vaticano?
De Valparaíso al Sacromonte: las reliquias
Todo lo que envuelve la trayectoria de estos testimonios resulta fascinante. Desde su apariencia hasta su contenido. En 1588, las obras de ampliación de la catedral de Granada tropezaron con el hallazgo de una caja. En ella, un pergamino y algunas reliquias. Años después (1595) en las colinas de Valparaíso, se descubrieron algunos restos (cenizas y huesos) junto a 22 cuadernillos en plomo.
Priorizando la autentificación de las reliquias, se consideraron testimonios sobre la llegada a España de los primeros apóstoles de Jesús alrededor del siglo I. Y fue así como Valparaíso pasó a denominarse Sacromonte. Convirtiendo a Granada en uno de los más importantes referentes para la cristiandad.
Caso aparte lo constituían el pergamino y los plomos. Don Pedro de Castro, por entonces arzobispo de la ciudad, supervisó personalmente los trabajos que sus académicos y traductores llevaron a cabo sobre ellos. El valor incalculable de esta labor, no impidió que en su momento se ofreciese una versión “cristianizada” del mensaje que contenían. Tras evaluarlos, fueron trasladados a Roma, donde el Papa ratificaría en una bula especial su contenido herético (1675). Desde ese momento, los testimonios fueron custodiados en los archivos secretos del Vaticano e inaccesibles para su estudio.
¿Por qué se consideró su mensaje herético?
Aquel pergamino estaba escrito en árabe, latín y castellano. Combinaba trazos griegos sin sentido junto con elementos fantásticos e híbridos. Esto lo hacía prácticamente indescifrable. Sin embargo, el compilador del pergamino se llamaba así mismo “Cecilio, obispo de Granada”.
Tras su peregrinación a Jerusalén, había traído consigo una profecía sobre la destrucción del mundo atribuida a San Juan Evangelista. Y añadía un comentario: “en nombre de los cristianos arabófonos que viven en España” (mozárabes). En una nota final, su sirviente hace constar que Cecilio le pidió que ocultara el tesoro para que no llegase a poder de los “moros”.
Al pergamino acompañaban unas pequeñas piezas de plomo, redondas y con una pequeña perforación. Esto hacía posible que pudieran mantenerse unidas las distintas láminas que formaban cada libro. Fueron escritos con posterioridad al pergamino (1588) en árabe. En ellas aparecen las figuras de Jesús, María, el apóstol Jacobo y su discípulo Cecilio. Pero tratados desde una perspectiva islámica (a veces incluso heterodoxa). Esto les otorgaba una calculada ambigüedad doctrinal, motivo por el cual se trasladaron a Roma. Y aquí es donde radica la clave de por qué fueron anatemizados.
¿Quiénes los autores de los plomos?
Con seguridad, puede decirse que los plomos fueron elaborados por una comunidad que compartía una unidad ideológica. El último estudio crítico nos lo presenta como un grupo de moriscos granadinos, que se presenta a sí mismo como islámico, heredero de un “auténtico cristianismo” y contrario al judaísmo. Según el profesor Gerard Wiegers, sus prácticas y convicciones los vinculan a corrientes islámicas místicas de tipo inclusivo. Es decir, forman parte de un microcosmos en el que la minoría morisca se concibe a la vez como heredera de las enseñanzas cristianas, pero a la vez como portadora de la más perfecta revelación: la coránica.
¿Por qué fueron elaborados?
El objetivo final de estos materiales, parece ser la legitimación de un grupo que estaba bajo la amenaza de la marginación y la expulsión: los moriscos granadinos. El uso del latín y el castellano sirvió para sensibilizar a los cristianos viejos del de la importancia de este grupo como heredero del cristianismo primitivo de la península ibérica. Una comunidad que había sobrevivido a la absorción de los mudéjares (1492) y a la expulsión forzosa de 1568/70. De este modo, permanecieron en Granada bajo la apariencia de cristianos, sin renunciar a la expansión del mensaje islámico como revelación última y perfecta.
¿Cómo llegaron a Granada desde Roma?
Desde su anatemización y custodia en el Vaticano, nadie había tenido acceso a los originales. Tras décadas de gestiones y bajo la aprobación del entonces cardenal Ratzinger, el papa Juan Pablo II decidió devolver el pergamino y los plomos a Granada. Custodiados en la Abadía, tras conseguir el permiso del actual arzobispo de Granada, los profesores Sjoerd y Wiegers comenzaron a trabajar en ellos en 2010. Fruto de sus estudios científicos, han elaborado una edición crítica sobre los textos tan enigmáticos y las ideas religiosas contenidas en ellos.