El amor del niño que se sabe amado es heroico. Porque no se detiene ante los peligros. Confía plenamente en ese Dios Padre que lo quiere y sale a buscarlo en medio de la tormenta.
Ojalá en esta Cuaresma pudiéramos volver a ser niños.
Shutterstock-Herlanzer
El amor del niño que se sabe amado es heroico. Porque no se detiene ante los peligros. Confía plenamente en ese Dios Padre que lo quiere y sale a buscarlo en medio de la tormenta.
Ojalá en esta Cuaresma pudiéramos volver a ser niños.
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