El colorido y la originalidad de los dibujos llaman la atención en las fiestas centroamericanas. Las calles de los pueblos y ciudades en Guatemala se llenan de “alfombras” elaboradas por los vecinos para conmemorar fiestas importantes: Corpus Christi, la Inmaculada Concepción y, especialmente, la Semana Santa. Existe en este país una devoción muy fuerte al Cristo Yacente, al Nazareno y a la Virgen.
Las “alfombras” se elaboran con serrín (de madera), flores y frutos, y sirven para adorar al Señor al mismo tiempo que se le hacen peticiones o se da gracias por un favor obtenido. Forman figuras unas veces geométricas y otras dibujos de escenas del Evangelio o imágenes piadosas.
Las “alfombras” guatemaltecas son una muestra de combinación de la fe que llegó con los misioneros franciscanos en época de la colonización y los rituales precolombinos de los pueblos mesocéntricos. Los tz’utujiles eran un pueblo que celebraba procesiones y extendía en el suelo palma de corozo.
En el siglo XVI, los txacaltecas (procedentes del sur de México) tuvieron permiso para asentarse junto a los nuevos pobladores y también ellos hacían procesiones extendiendo alfombras de pino, flores y plumas de ave como el quetzal, la guacamaya y el colibrí.
La evangelización fue pacífica y poco a poco se integraron los festejos precolombinos en las celebraciones populares de los recién bautizados. Si quien pasaba por la alfombra era antes el señor y el guerrero, ahora es el Señor en la Eucaristía, los sacerdotes y el pueblo fiel. En esa transición intervino también el hecho de que hubiera canarios entre los hombres que llegaron al Nuevo Mundo.
Las alfombras son de una belleza indescriptible por el colorido y la originalidad de las formas, y son una manifestación de la fe del pueblo guatemalteco.
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