Los tremendos testimonios de las víctimas que los obispos del mundo deberán escuchar durante la Cumbre para la protección del menores en el Vaticano (21-24 de febrero 2019)“Lo primero que hicieron fue tratarme de mentiroso, darme la espalda y decir que yo y otros, éramos enemigos de la Iglesia”, contó un hombre víctima de abusos, quien agradeció al papa Francisco y por la oportunidad que ha tenido en la Cumbre sobre la ‘protección de los menores en la Iglesia’ de contar su testimonio, a través de un mensaje audio, para que nunca más por negligencia o por encubrimiento eclesial alguien más deba pasar por una doble humillación: el abuso, la calumnia y la murmuración, que aquejan a quien tiene el valor de denunciar.
En el inicio de la cumbre, el Papa llamó a los obispos a escuchar a las víctimas y el testimonio de quien ha pasado por el infierno de los abusos, y sin embargo, no ha perdido la fe y es capaz de rezar por quienes no han atendido su dolor.
“Para una persona como católico, lo más difícil es poder hablar sobre el abuso sexual, pero una vez que uno se atreve a ir a contar, en nuestro caso por ejemplo yo, lo primero que pensé es: voy a ir a la Santa Madre Iglesia, donde me van a oír y me van a respetar. Lo primero que hicieron fue tratarme de mentiroso […]”.
Los testimonios en audio-mensaje (protegiendo la identidad) de las víctimas serán catequesis y quizás terapia para ellos y también piedras pesadas en la indigesta conciencia de quienes no han hecho nada y han desviado el problema y la responsabilidad diciendo: ¡Esto no sucede en mi iglesia, no hay casos símiles!
No funciona solo pedir perdón
El hombre víctima de abuso fue concreto: “Primero, perdones falsos, perdones obligados ya no funcionan. A las víctimas hay que creerles, respetarlas, cuidarlas y repararlos. Hay que reparar a las víctimas, hay que estar con ellos, hay que creerles, hay que acompañarlos”.
Obispo encubridor asesino del alma
Y las palabras de la experiencia, desde el dolor y la rabia, por la injusticia recibida, queman: “Ustedes – continuó – , son los doctores de las almas, y sin embargo, con excepciones, se han convertido en algunos casos, en los asesinos de las almas, en los asesinos de la fe. Que contradicción más espantosa”.
¿Qué pensará Jesús de esto?
Y la pregunta aún más honda en la fe, de un hombre que cree a pesar de lo ocurrido: “Yo me pregunto, qué estará pensando Jesús, qué estará pensando María, cuando ve a sus propios pastores, ser los que traicionan a las ovejas. Yo les pido por favor, que colaboren con la justicia, que tengan especial cuidado con las víctimas”.
La punta del Iceberg
“Estamos viendo cada día la punta del Iceberg, cuando la Iglesia ha querido que se diga que esto ya terminó, siguen saliendo casos, ¿por qué? Porque se tratan, como cuando uno ve un cáncer, uno tiene que tratar el cáncer entero, no sacar el tumor, hay que hacer quimioterapia, hay que hacer radioterapia, hay que hacer tratamientos”.
Hagan lo que dice el Papa
Sucesivamente, el testimonio invita a ser realistas, pues, asegura, “no es extirpar el tumor y ya listo. Yo les pido que oigan a lo que el Santo Padre quiere hacer, no asientan con la cabeza y después hagan otra cosa, yo lo único que les pido es que, y le pido al Espíritu Santo, que los ayude a restablecer la confianza en la Iglesia, que los que no quieran oir al Espíritu Santo y los que quieran seguir encubriendo, que se vayan de la Iglesia, para dejar paso a otros que sí queremos una Iglesia nueva, una Iglesia renovada y una Iglesia absolutamente libre de abusos sexuales”.
No podemos seguir con este crimen
Sucesivamente, la víctima encomendó a los pastores y expertos presentes al Señor para que la lucha contra los abusos se “haga una realidad”. “Pero no podemos seguir con este crimen, de encubrir esta lacra de los abusos sexuales en la Iglesia. Espero que el Señor y María los ilumine, y de una vez por todas, colaboremos con la justicia, y extirpemos este cáncer, que está terminando con la Iglesia. Y eso es lo que el demonio quiere. Gracias”.
Con testimonios como el anterior, la cumbre anti abusos se propone como un lugar para una catarsis colectiva, necesaria para implicar personalmente a cada uno de los 190 participantes de las iglesias de los cinco continentes, quienes deberán ir a difundir lo escuchado y, finalmente, detener el mal del abuso de poder, de conciencia y sexual en cada rincón.
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