Experto referente del comité organizador, confirma que más allá de nuevas normas, se necesita cambiar actitudes: Los obispos deberán “escuchar” el dolor de las víctimas en su lengua materna El padre jesuita, Hans Zollner, referente del Comité organizativo del encuentro sobre la “Protección de los Menores en la Iglesia” que se celebrará del 21 al 24 de febrero 2019 en el Vaticano, informó hoy a la prensa en Roma, que aunque si el énfasis del evento son los menores, se abordará el tema de los abusos de manera sistémica, esto significa que tendrá un “impacto sobre todas las formas de violencia, incluyendo aquellas contra las mujeres”.
El también miembro de la Pontificia Comisión para la Protección de los menores del Vaticano confirmó que el encuentro se prepara desde octubre de 2018, pero esto no excluye la consideración de las recientes noticias de abuso sexual de monjas y religiosas por parte de curas y obispos católicos, así como confirmó el Papa Francisco en su vuelo de regreso de Abu Dabi.
Primero los indefensos
No obstante, Zollner, 52 años, aseguró que la atención principal del encuentro está puesta en los menores porque normalmente, son ellos “los más vulnerables”. ¿Quien da voz a los 85 millones de niños y jóvenes en Oriente Medio y África expuestos a la violencia?, cuestionó.
Por ello, como dijo el Papa, la Iglesia no se limitará a curarse a sí misma, sino que tratará de afrontar este mal que causa la muerte lenta de tantas personas, a nivel moral, psicológico y humano.
Zollner, director del Centro para la Protección de la Infancia en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, es miembro del comité organizador de la reunión de febrero junto con el Cardenal Blase Cupich de Chicago; el cardenal Oswald Gracias de la India y el arzobispo Charles Scicluna de Malta, el ex principal fiscal del Vaticano en delitos de abuso sexual.
Camino de purificación
El papa Francisco, que estará presente durante todo el evento, ha confirmado cuál es el objetivo: “La Iglesia reiterará su firme voluntad de continuar, con toda su fuerza, en el camino de la purificación”.
“La Iglesia se cuestionará, valiéndose también de expertos, sobre cómo proteger a los niños; cómo evitar tales desventuras, cómo tratar y reintegrar a las víctimas; cómo fortalecer la formación en los seminarios”. Lo dijo a la Curia Romana el 21 de diciembre 2018, presentando el encuentro.
El obispo y los abusos
El experto en el ámbito de la protección de la infancia adelantó detalles del programa: El primer día se hará énfasis en la labor del obispo en materia de cuidado pastoral, espiritual y jurídico en virtud de su ministerio en relación a las víctimas y a los casos de abusos de poder, sexual y de conciencia.
Rendición de cuentas
El segundo día estará dedicado a responder a la cuestión: ¿A quien rendir cuentas? Pues, en la práctica, actualmente, 5.100 obispos de todo el mundo dan cuentas directamente al Papa, pero en términos prácticos esto hace más difícil el manejo de los casos de abusos. En esta sesión, se dedicará tiempo a reconocer las estructuras y los procedimientos a seguir.
Transparencia
El tercer día, se enfrentará el tema de la “transparencia” de frente a las autoridades civiles, estatales y a nivel de información, inclusive con los medios y los periodistas.
En este contexto, recordó que los participantes pondrán sobre la mesa, el “problema sistémico”, ya mencionado por Francisco en su carta a los obispos de Chile, sino también en su “carta al pueblo de Dios del 20 de agosto.
Se hará hincapié, de manera integral, en el sufrimiento vivido por muchos menores a causa de los abusos cometidos por clérigos y consagrados. El crimen que genera “hondas heridas de dolor e impotencia”; poniendo en primer lugar las víctimas, pero también sus familiares y la comunidad.
Lengua materna de las víctimas
Por eso, insistió, en la petición del Papa de que cada obispo que venga al Encuentro de Roma deberá antes “escuchar” en la lengua materna, el dolor de las víctimas.
El experto recordó que muchos consideran que una nueva ley o norma podría detener el abuso. Pero, constató, que ya existe un marco canónico reforzado durante el pontificado de Benedicto XVI, y sin embargo, esto no es suficiente. Por lo tanto, anticipó, que se trabajará en la dirección de un “verdadero cambio de actitud” en toda la Iglesia.
Asistirán a la reunión los jefes de todas las conferencias de obispos en todo el mundo, así como los miembros de las Iglesias católicas orientales y los superiores religiosos. Zollner expresó que la cumbre será una reunión de “pastores” que se reunirán para orar, y que “escucharán para estar informados sobre lo que deben hacer”.
Visión global y local del problema
El jesuita alemán indicó que tres días no son suficientes para abordar temas tan complejos, como las implicaciones relacionadas con el derecho canónico.
Asimismo, indicó, es necesario que se realice un seguimiento de lo que se discute, para lograr una visión estrategia global aplicada a nivel local, y según, la realidad de cada país. No se trata de una receta única que viene desde el Vaticano y que se realice una guía que todo lo resuelva.
Por ejemplo, citó la complejidad terminológica en relación al ‘accountability’ (rendición de cuentas) que es un sustantivo en inglés y en alemán, pero en otros idiomas tiene apenas equivalentes.
Mayor conciencia, antes que recetas fáciles
“Al mismo tiempo, no puede haber una guía única para toda la Iglesia, porque nuestros idiomas no traducen ciertos conceptos, los sistemas de leyes son completamente diferentes, las situaciones políticas y sociales son muy diversas”, expresó.
Expectativas
El Pontífice espera que este encuentro transforme “los errores cometidos en oportunidades para erradicar” el flagelo de los abusos no “solo del cuerpo de la Iglesia sino también de la sociedad”. Al mismo tiempo, pidió no inflar demasiado las expectativas, pues en esta cita, no se solucionarán todos los problemas de abusos en la Iglesia.
El encuentro se llevará a cabo en Aula nueva del Sínodo en el Vaticano. Los cerca de 140 convocados, presidentes de las conferencias episcopales, líderes de las Iglesias Orientales, representantes de las congregaciones religiosas o representantes de alto nivel de la Curia Romana, participarán en sesiones plenarias, grupos de trabajo, momentos de oración en común con la escucha de testimonios, una liturgia penitencial y una última misa el 24 de febrero.
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