El emblema de Santiago de León de Caracas tiene el sello indeleble de la Virgen
En 1579, tres lustros después de la fundación de Caracas (Venezuela), la ciudad había adoptado –como era frecuente en la época en muchas otras del Nuevo Mundo- su propio sello distintivo sin la autorización del rey de España. Posteriormente, en 1591 y a solicitud de Simón de Bolívar (*) –primer Procurador General que tuvo Caracas- el rey Felipe II concede formalmente a la ciudad su primer sello o escudo de armas.
El historiador Oviedo y Baños lo describe con un león de color pardo en un campo de plata, de pie, apoyado en la cruz roja de Santiago y por timbre un coronel de cinco puntas de oro. El monarca ratificó la figura del león que ya había sido incorporada en el primer blasón, escogido voluntariamente por la ciudad doce años antes.
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En marzo de 1773, el Ayuntamiento de la capital caraqueña solicitó del rey Carlos III la orla para el escudo en la cual, según consideraban, debía aparecer una salutación a la Santísima Virgen y proponían la inscripción: Ave María Santísima de la Luz sin pecado concebida. Pero el monarca no estuvo de acuerdo y el hecho dio lugar a debates donde se ventilaron las más diversas opiniones sobre el tema.
En aquellos tiempos, el reloj no avanzaba al ritmo de hoy y cualquier gestión era lenta. Luego de muchas consultas, tres años después, se dirigieron de nuevo al rey con una propuesta redactada de esta manera: “Ave María Santísima sin pecado concebida, en el primer instante de su ser natural”. Todo ese largo período se había necesitado para dotar al escudo con la orla que el rey de España consideraba apropiada. Y dio su venia.
Hoy, el escudo de armas de Caracas contiene las mismas figuras y simbolismos esenciales de aquél que se forjó en los tiempos de Felipe II: el león, la concha con la cruz de Santiago, el coronel de cinco puntas y la orla añadida en tiempos de Carlos III.
A medida que los años han corrido, signos de cañones y lanzas han sido agregados al escudo, además de otros detalles que se han omitido y vuelto a agregar. A veces, en lugar de la concha se le imprime un óvalo; otras, el coronel de cinco puntas aparece reemplazado por una gruesa corona. Pero el honor a la Virgen sigue allí, desafiando el paso del tiempo y sus modificaciones, como un recordatorio indeleble del origen devoto de una ciudad mariana que la venera e invoca su protección.
(*)Simón de Bolívar no fue el que la historia conoce como El Libertador, sino el fundador de la familia que lleva el apellido en Venezuela y a la cual perteneció el prócer de la independencia americana