Audiencia a la Comisión encargada del diálogo entre la Iglesia Católica y las Iglesias Ortodoxas“El Medio Oriente debe convertirse en tierra de paz, no puede continuar a ser terreno de disputas”. Lo dijo el papa Francisco este viernes 1 de febrero de 2019 en un discurso en el cual impulsó el diálogo entre la Iglesia Católica y las Iglesias Ortodoxas y exhortó a la Comisión constituida en 2003 por ambas iglesias a “continuar el camino hacia la plena comunión” y buscar la “comunión estable del amor”.
“Las vidas de los muchos santos de nuestras Iglesias son semillas de paz arrojadas a esas tierras y florecieron en el cielo. Desde allí nos apoyan en nuestro camino hacia la plena comunión, un viaje que Dios desea, un viaje que nos pide que procedamos no de acuerdo con las conveniencias del momento, sino dóciles a la voluntad del Señor: que “todos sean uno” (Jn 17, 21)”.
En este contexto, el Papa hace un llamado por Medio Oriente para que sea tierra de paz durante su discurso dirigido a los miembros de la comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia Católica y las Iglesias ortodoxas orientales.
“La guerra, la hija del poder y la miseria, ceda el paso a la paz, la hija de la ley y la justicia, y también nuestros hermanos cristianos sean reconocidos como ciudadanos a pleno titulo y con iguales derechos”, expresó el Papa.
Asimismo, aseguró a todos los fieles en Medio Oriente su cercanía, su preocupación constante y así como su oración para que esas tierras, “únicas en el plan salvífico de Dios, después de la larga noche de conflicto puedan vislumbrar un amanecer de paz”.
Momentos antes, recordó que muchos de los presentes en la audiencia pertenecen a las iglesias del Medio Oriente terriblemente flageladas por la guerra, la violencia y la persecución. “Encontrándome con ustedes, vuelvo a la reciente reunión en Bari, que nos vio juntos, como Jefes de Iglesias, en un intenso día de oración y reflexión sobre la situación en el Medio Oriente, una experiencia que espero se repita”.
El Papa, insistió, Dios nos llama “cada vez más, al testimonio coherente de la vida y a la búsqueda sincera de la unidad. La semilla de esta comunión, también gracias a su precioso trabajo, ha germinado y continúa siendo irrigado por la sangre de los testigos de la unidad, por la sangre derramada por los tantos mártires de nuestro tiempo: miembros de diferentes Iglesias que, unidas por el sufrimiento común por el nombre de Jesús, ahora comparten la misma gloria”.
Al final, llamó a los presentes: “hermanos” y les instó a rezar juntos, “todos en su propio idioma” el Padre Nuestro.
Tierra Santa, la Tierra de Jesús: