Adaptarse (con buen humor) al paso del tiempo y otras ideas para cuando vemos que los mayores van perdiendo facultades.Si entre las palabras más bonitas del español están “adorable”, “amor”, “amistad” y “cuidar”, seguro que en la lista de palabras que menos nos gustan aparecería “envejecer”. Suena bien, pero a muy poca gente le gusta. Y eso a pesar de que es un hecho irremediable.
Envejecer implica desgaste, cansancio, enfermedad, desmemoria, fatiga, dolor… Además, suele llegar acompañado de la pérdida de seres queridos cada vez más próximos.
En la familia el envejecimiento se produce con el paso inexorable del tiempo y hay reacciones de lo más diverso: desde el abuelo que se niega a aceptar el declive y quiere vestir y actuar como un joven, hasta los que sabiamente muestran a los demás la plenitud de una vida.
Para cada uno de nosotros, las personas que envejecen y que tenemos más a nuestro lado son los padres. Existen muchos modos de hacerles fácil la aceptación de la tercera edad. Veamos algunas ideas:
Agradece el buen legado
Los mayores nos han dado una educación y unos valores. Tal vez han hecho sacrificios importantes para que tengamos estudios académicos. No solo el dinero es la herencia que nos dan sino la formación del carácter, las virtudes, la fe… Agradéceselo de palabra y no lo des por hecho. Sigue consultándoles cuestiones importantes, sobre todo de la familia.
Dedícales tiempo (con alegría)
Un anciano puede verse relegado al sofá en casa. Haz que no se encuentre nunca solo. Atiéndele, escúchale. Acompáñalo a la visita del médico. Ve a dar un paseo con él. No importa si un día no cocinas y compráis un plato preparado a cambio de poder pasear con tus padres una hora.
El parque
A los mayores les gusta especialmente rodearse de niños. La alegría de los pequeños es contagiosa, así que nada mejor que un saludable paseo hasta un jardín o parque. Si puede ser, a la hora en que los niños corretean y juegan. Si no hay nietos en la familia, es una opción excelente.
Los nietos, un tesoro
Los nietos rejuvenecen a los mayores. Con cada gesto nos dejan con la boca abierta. Déjalos juntos y ellos mismos encontrarán el modo de divertirse y relacionarse. El tándem abuelos-nietos siempre gana.
Los achaques
Los mayores comienzan a sufrir artrosis, pierden movilidad, les cuesta hacer lo que siempre habían hecho y no pueden seguir el ritmo de los demás. Entonces se ponen tristes. Es un arte saber aceptar las nuevas limitaciones y es positivo darles un sentido: ver que uno ha de “frenar” y prepararse para otra etapa de la vida en la que es eficaz de otra manera. Y esa manera se resume en “amar”.
Del limón, haz limonada
Valora el arreglo personal, la higiene y la belleza. Quizá hay gestos que ya no pueden hacer los mayores, como la pedicura o la manicura o lavarse el pelo. Acompaña a tu mamá a la peluquería y a papá al barbero. Divertíos escogiendo un bastón plegable y “trendy”. Aconseja a la abuela que lleve un bolso pequeño, cruzado y que no pese.
La cuenta de Twitter de mi madre
Hacerse abuelos no tiene por qué ser renunciar a la tecnología. Busca un teléfono móvil adecuado a las habilidades de tus padres. En cuanto a las redes sociales, puedo contarte que mi madre comenzó en Twitter a los 71 años y tiene 1.200 seguidores (¡más que yo!). Ella, que es aficionada a las flores y plantas, disfruta retuiteando fotos de la naturaleza e interactuando con otros tuiteros. Twitter es una ventana al mundo, realmente.
Las fuerzas a su nivel
Con paciencia, no arrebates el mando de las tareas que siempre han comandado tus padres. Habla con ellos si ves que ya han perdido facultades y no pueden hacerse cargo. Díselo con hechos concretos: olvida cerrar el gas, le tiembla el pulso y se le podría caer la sartén con aceite hirviendo mientras cocina… A partir de ahí, no hace falta que se les cierre la actividad por completo sino que puedan participar sin hacer sufrir. Aprende de su saber: en los arreglos de la casa, en la fontanería, en las lecturas, en la organización de viajes…
Seguir creciendo en el amor de pareja
Tu cariño y el de toda la familia tiene que notarse mucho más en esta etapa de la vida. En pequeñas cosas, detalles que les hagan más amable la posible dificultad. A su vez, facilita que el amor de pareja también pueda crecer: los roces, el mal carácter generado por la enfermedad… son ocasiones para fomentar la unión, la generosidad y la humildad.
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