La persona que no está sana emocionalmente carece de una visión esperanzadora de cara al futuro y de cualidades como la alegría, la paz y la resiliencia.Es muy importante que reconozcamos que todos, tanto hombres como mujeres, tenemos heridas emocionales y que muchos las queremos superar reprimiéndolas. Hay muchos peligros si lo hacemos.
Por ejemplo, la creencia de que los hombres no deben llorar puede llevar a muchos varones a escoger vivir en un mundo emocional totalmente muerto. Es el típico varón que nunca demostrará sus afectos ni será cariñoso ni con su mujer ni con sus hijos, ni mucho menos con sus padres, hermanos y amigos. Esa represión significa incapacidad de respuesta o expresión emocional.
Esta manera de ocultar sus heridas emocionales es peligrosísima, porque los hijos necesitan ver que sus padres expresan sus emociones de forma sana, para poder hacer ellos lo mismo. Así, un padre que no sabe demostrar su amor hace mucho daño, tanto a sus hijos como a sus hijas.
El hijo -varón- necesita identificarse con la figura paterna, y la hija necesita sentirse querida y valorada por su padre, para poder luego, a la edad de casarse, tener una referencia de amor masculina sana, y no buscar que el cónyuge reemplace el afecto paterno no recibido.
La persona que no está sana emocionalmente carece de una visión esperanzadora de cara al futuro y de cualidades como la alegría, la paz y la resiliencia.
Cualidades de una estado emocional saludable
Una persona emocionalmente sana tiene estas cualidades:
- Alegría. Una actitud agradecida o positiva. Las formas de manifestar la alegría se adecuan al temperamento de las personas y a su forma de expresarse, pero subyace en todas una cierta sensación de gozo y de balance positivo con lo que ha logrado en la vida.
- Paz. Esa paz que siente una persona que tiene como una especie de reconciliación interior, que está en paz consigo misma. Es una persona que no tiene deseos de venganza ni guarda rencores ni resentimientos, que no está pensando solo en el dinero o con codicia. No está sometida a sus pasiones o adicciones. Una persona que tiene cierta paz interior no le tiene miedo al silencio y no busca ir de distracción en distracción o de siempre tener un ruido para no sentirse sola. La paz tiene mucho que ver con la capacidad de estar a solas y en silencio.
- Fecundidad. La persona no está encerrada en sí misma, es capaz de salir de sí y hacer algo real y significativo por los demás. ¡Cuántas personas conocemos que se quedan en situación emocional de bebé, que lo único que hace es recibir, siempre buscando para ellos mismos, que los hagan felices solo a ellos y que cubran sus necesidades!
- Resiliencia. Capacidad de superar y sobre ponerse los malos momentos. La resiliencia no es lo mismo que resignarse, sino que seguir adelante. Cuando no se tiene esta capacidad y la persona cae en frustraciones corre el riesgo de desarrollar una depresión.
- Futuro. Es muy peligroso cuando una persona no hable del futuro, cuando se concentra solo en el pasado y vive estancada en el tiempo o en los eventos que la dañaron. O bien, pensando que el pasado siempre fue mucho mejor que el presente sin poder vislumbrar el futuro. La gente se queda en el pasado por bueno o por malo que este haya sido porque no tiene la capacidad ni la ilusión de mirar hacia adelante.
También está el caso de las personas que solo están concentradas en vivir el presente, inmanentes, pensando en solo ser felices hoy. Toda persona emocionalmente sana tiene una visión hacia el futuro.
Estas cinco cosas son el retrato de una persona emocionalmente sana. Cuando comenzamos a darnos cuenta de que aparece un no, es decir, no alegría, no paz, etc. significa que hay algo que sanar.
¿Cuáles son algunas de las consecuencias de no estar emocionalmente sanos?
La depresión, las heridas emocionales o la falta de salud emocional nos pueden afectar de muchas formas, pero te comparto las 3 principales.
- Afecta en la relación con Dios.
Con respecto a Dios la falta de sanación tiene consecuencias muy graves porque no descubrimos a Dios como Padre amoroso dispuesto a amarnos incondicionalmente y a sanarnos. Al estar heridos en nuestra emociones, difícilmente sentimos a Dios como Padre ni nosotros nos sentimos como hijos de Dios. La persona está muy enfocada en sobrevivir y no en vivir.
- Afecta en la relación con el prójimo.
Cuando hay mucho que sanar la persona se desinteresa del prójimo y lejos de amarle y servirle, le utiliza. Mira al prójimo con indiferencia, como rival o competencia o como una herramienta por el uso que le pueda dar.
- Afecta en la relación con uno mismo.
Una persona emocionalmente herida queda atorada como en una especie de tristeza o de vida estéril, en un sentimiento de autocompasión. Al sentirse no merecedora, hace todo y de todo por boicotearse. Es importante sanar porque si no haremos de nuestro dolor nuestra posesión más preciada.
Hay que amarse y aceptarse tal y como somos, pero no enraizarse en el ego ni intentar ocultar las heridas emocionales y del alma. La estima personal puede crecer al tiempo que sabemos que somos personas imperfectas porque, entre otras cuestiones, contamos siempre con el amor de Dios.
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