Es importante sanar las heridas emocionales antes de contraer matrimonioDecía san Agustín que cuando un hombre descubre sus faltas, Dios las cubre; cuando las esconde, Dios las descubre; cuando las reconoce, Dios las olvida. Y yo le agregaría que además de olvidarlas las sana ¡y de qué forma!
Yo creo que me hubiera evitado muchos dolores de cabeza y segura estoy de que nunca me hubiera divorciado si durante mi juventud y antes de casarme alguien me hubiera hablado de las heridas emocionales y enseñado cómo sanarlas.
Es más, no solo a mí, sino a la gran mayoría de las parejas.
Hoy existe una gran crisis del amor entre los matrimonios y no creo que sea tanto por la falta de este, sino porque llegaron al altar con una afectividad muy herida.
Es decir, ambos traían una enorme voluntad de amarse, pero también acarreaban su buena dote de heridas y estoy casi segura que no tenían ni idea de que las cargaban.
Me imagino que son parejas que creyeron que el amor que se tenían les iba a alcanzar para toda la vida. Y sí, efectivamente sí alcanza porque el amor, además de ser un acto de la voluntad, proviene de una fuente inagotable: Dios.
Pero también es una realidad que cuando el corazón está herido éste ama de la única forma que sabe hacerlo y generalmente no es la más sana o adecuada y acaba por dañar a quien más ama. Después la voluntad se enferma y bueno, ya sabemos lo que sigue.
Por esto me gustaría decir a quienes se vayan a casar que no se conformen con acudir a un cursillo prematrimonial solo para llenar el requisito y poderse casar. ¡No! Vayan más allá.
Un matrimonio sano comienza por un noviazgo fuerte. El hombre y la mujer llegan al noviazgo con una carga de historia que generalmente trae heridas.
Son heridas que hay que reconocer y sanar para después poder amar plenamente. Solo así se podrá disfrutar de un amor sano.
La soltería es la etapa óptima para sanar interiormente. De esta manera, con un corazón lo más sano posible, serás realmente un regalo para quien intercambie contigo las alianzas.
Tienes a tu favor ese recurso valiosísimo y no renovable: tiempo. Es la etapa en la que te puedes pulir para sacarte brillo; sanarte para entregar a la otra persona lo mejor de ti.
Reconocer, aceptar y sanar las heridas emocionales antes de formar un compromiso para toda la vida es de los actos más inteligentes y valientes que una persona puede hacer.
Es un acto de madurez y profundo amor hacia esa persona para quien un día tú serás lo más valioso e importante.
¿Cómo reconocer mis heridas?
Hay muchas señales que te harán descubrirlas:
- Miedos excesivos, por ejemplo, al abandono
- Falta de compromiso
- Necesidad de controlar
- Celos irracionales o inseguridad
- Baja autoestima
- Ira, ansiedad, depresión
- Enojo con Dios
- Falta de alegría, paz, fecundidad y resiliencia
- Propensión a la agresión física, verbal o emocional
- Adicción: pornografía, sustancias químicas, alcohol, juegos, etc.
- Tendencia a la infidelidad
- Dificultad para llevar una vida o noviazgo casto y puro
Otro punto importante es que cuando estamos muy heridos lo que hacemos es elegir a una pareja que supla nuestras carencias.
Por ejemplo, si de niños recibimos amor, ternura y protección, pero estuvimos heridos al faltarnos cuidados y motivación, entonces cuando buscamos pareja de forma inconsciente decimos, yo te daré amor y protección a cambio de que tú me cuides y me motives.
Es decir, uno busca afuera siempre lo que le falta, buscamos sanar nuestras heridas interiores con el otro y esto es un grave error.
Los únicos responsables de sanarlas somos nosotros por medio de un trabajo personal profundo e integral, donde Dios está incluido.
Toda herida que no es reconocida, aceptada y sanada se vuelve autodestructiva.
¿Por qué es importante sanarlas antes de casarnos? Por muchas razones, en especial porque si no lo hacemos, las arrastramos al matrimonio y eventualmente estas nos empujarán a actuar de forma incorrecta, a caer en la infidelidad, en agresiones y/o maltratos,…
Así que es maravilloso que se quieran casar pero antes háganse un favor en nombre del amor: ¡sanénse!