Las ideologías extremas han encontrado en Internet y en las redes sociales el entorno idóneo para proliferarEn su libro La política, Aristóteles analiza la democracia y explica el peligro que representa cuando se convierte en demagogia, cuando “es soberano el pueblo y no la ley”. El filósofo griego, a quien llamaban “el estagirita”, nos habla con palabra proféticas a los ciudadanos del mundo actual: “cuando las leyes no son soberanas, ahí surgen los demagogos”.
En la segunda mitad del siglo XX –y en especial en la última década, después de la caída del Muro de Berlín– parecía ser la confirmación definitiva de la democracia y el Estado de Derecho.
Los regímenes totalitarios –y demagógicos– que provocaron el infierno de la Segunda Guerra Mundial, y el posterior fracaso del marxismo-leninismo, eran los argumentos perfectos para postular a la democracia como la forma de gobierno por la cual había que luchar. Era el “fin de la historia”, como había postulado Francis Fukuyama en su famoso libro. Pero no.
El regreso de la demagogia
Como consecuencia de la Gran Recesión y el debilitamiento de las instituciones, el mundo ha vuelto a caer bajo el embrujo de la demagogia. Pasamos de un mundo con diversas formas de democracia, a un mundo con diversas formas de demagogia. Las clasificaciones clásicas de izquierda y derecha han sido dinamitadas, y han surgido nuevas realidades políticas amorfas donde todo cabe, donde lo único claro es que se utiliza al pueblo –en su forma más primaria– para estar por encima de la ley.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, es uno de los pocos líderes a nivel mundial que siguen abogando por el multilateralismo como mecanismo de paz y desarrollo. En su reciente gira por los lugares que fueron escenario de las batallas de la Primera Guerra Mundial –este 11 de noviembre se celebra el centenario del armisticio–, lanzó una grave advertencia: “la Europa actual se parece peligrosamente a la Europa de entreguerras, (…) la del ascenso del nazismo”.
Para el presidente francés, se vive una “Europa dividida por los miedos y el repliegue nacionalista, (…) vemos cómo metódicamente se rearticula todo lo que pautó la vida de Europa entre el final de la Primera Guerra Mundial y la crisis de 1929”, argumentó en una entrevista publicada por Ouest-France. “Hay que tenerlo presente, ser lúcidos y saber cómo resistir a ello”.
Redes sociales, núcleo de las ideologías extremas
Las ideologías extremas han encontrado en Internet y en las redes sociales el entorno idóneo para proliferar. Si en el mundo análogo es mal visto –por lo general– hacer comentarios racistas, violentos y denigrantes, en el mundo digital estos comentarios son alentados.
Han surgido redes sociales que se nutren de ellos. Este es el caso de Gab, una red social que bajo el amparo de promover la libertad de expresión, alberga una comunidad de extrema derecha que promueve el odio, la pureza de raza y el nacionalismo más recalcitrante. Robert Bowers, el asesino de once judíos en Pittsburgh, pertenecía a Gab.
Este no es un caso aislado. Cesar Sayoc, el responsable de los paquetes bomba a Obama y de Niro. Dylann Roof, el autor de la masacre en la iglesia de Charleston, Carolina del Sur. Alek Minassian, el asesino que utilizó una camioneta para atropellar a diez personas en Toronto…
Todos ellos encontraron el respaldo para ejecutar estos actos infrahumanos en Internet y en las redes sociales. Todos ellos se inyectaron de odio interactuando en un espacio digital que no existe fuera de línea.
Esta realidad nos habla de un fenómeno más amplio. Internet y las redes sociales no solo explican la parte más radical; también ha sido en ese entorno donde se han canalizado las fuerzas políticas que ejemplifican el auge mundial de la demagogia. El WhatsApp fue determinante para esparcir las noticias falsas que pavimentaron el triunfo de Bolsonaro en Brasil.
Internet, con plataformas como Breitbart, dieron forma al movimiento que llevó a Trump a la presidencia de Estados Unidos. Le Pen en Francia. Salvini en Italia. El Brexit… Todos estos movimientos y líderes demagogos encontraron en Internet al aliado más eficaz para construir su idea de pueblo y colocarse por encima de la ley.
Escuchar a Aristóteles
En una época marcada por el exceso de información, el ruido de las redes sociales y la carencia de referentes, volver al origen puede liberar la mente. Aristóteles, cuna de la civilización Occidental, nos advertía del peligro de la democracia cuando se convierte en demagogia. Cuando el pueblo está por encima de la ley.
En 1939 nadie se acordó de la advertencia de Aristóteles y se desencadenó uno de los episodios más negros de la humanidad. Racismo, xenofobia, nacionalismo, aislacionismo. Estos fueron los argumentos que nutrieron a los regímenes totalitarios. Estos son los argumentos que nutren a los movimientos antisistema de la actualidad.