Al ser los primeros y principales educadores, los padres deben hacerse estas preguntas. El Doctor Cristian Conen, especializado en las temáticas sobre la sexualidad y la familia, en su libro “El amor en tu camino de vida”, comparte 6 preguntas que sirven para reconocer el criterio de lo que es una sana educación sexual sana: qué, quién, cómo, cuándo, por qué y para qué la educación sexual.
¿Qué? La educación sexual es educación para el amor
La sexualidad no es una parte sino una dimensión de toda la persona humana, que se diversifica masculina y femeninamente. La educación sexual es educación para el amor, es ayudar a desarrollar una forma de ser persona masculina y persona femenina adecuada a su igual dignidad, a su diversidad complementaria y a su bien más profundo: ser comunión amorosa a través de una relación de don recíproco.
En otras palabras, es promover la maduración de la capacidad humana de amar, en orden a constituir, conservar, desarrollar y restaurar relaciones de amor sólido, a través del matrimonio y las diversas formas de entrega a Dios en el celibato.
¿Quién? Los primeros y principales educadores son los padres
La educación de una persona es un trabajo artesanal, no industrial. Siendo cada persona un “alguien”, una intimidad única, una creación inédita -aunque con una naturaleza común con los demás hombres-, no se educa al ser humano en serie, sino uno a uno.
Al ser los padres los primeros y principales educadores, también lo son en lo que respecta a la educación particular de la sexualidad. Nadie conoce mejor a un hijo que sus padres y por eso ellos pueden ser más certeros en encontrar las oportunidades y circunstancias más adecuadas para dicha educación. Las escuelas estatales y privadas complementan a los padres, no los sustituyen. La educación de los hijos no se “terceriza”.
¿Cómo? Información, formación y liderazgo o testimonio
La educación para el amor tiene tres elementos fundamentales: la información, la formación y el liderazgo o testimonio. La información implica brindar ideas claras y comprensibles para el hijo acerca de la verdad de la sexualidad humana en cuanto a su sentido, a su integridad y a la integración adecuada de sus dinamismos: sensualidad, afectividad y racionalidad.
La formación consiste en forjar los valores objetivos en forma de hábitos que faciliten la vida con otra persona y para otra persona. El liderazgo o testimonio es el esfuerzo sincero y visible de los padres por vivir los valores objetivos que promueven y es decirles a sus hijos con lenguaje verbal y no verbal a pesar de limitaciones y dificultades: ¡vale la pena!
¿Cuándo? Siempre
La educación para el amor comienza en la vida embrionaria, la etapa de vida personal en la que un hijo a través del sentido del oído puede percibir la ternura de sus padres y sentirse querido. La información, la formación y el liderazgo deberán adaptarse al desarrollo evolutivo de la naturaleza de la persona humana de sus hijos, a su sexo, a su personalidad y a sus circunstancias vitales.
¿Por qué? La educación para la entrega de sí es una necesidad de nuestra naturaleza
Hay naturaleza en la sexualidad humana y por lo tanto un orden objetivo. Sin embargo, la sencillez, facilidad y habitualidad para el don de sí recíproco se ha debilitado, y por eso la sexualidad debe ser educada. La educación es la que permite alcanzar la madurez o plenitud humana.
¿Para qué? Para que las nuevas generaciones puedan ser muy felices
La felicidad humana es proporcional a la madurez que logre alcanzar el varón y la mujer y esta madurez es directamente proporcional a la capacidad del dominio de sí para el don de sí o amor.