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Un paso atrás puede ser un gran paso adelante

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Dolors Massot - publicado el 18/10/18
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¿Notas que tu trabajo actual no deja desarrollar tu proyecto vital? No esperes a que pasen los años y luego te arrepientas de lo que no has vivido“Cuando le expliqué a una de mis mejores amigas que prefería trabajar en una empresa más modesta pero que me permitía tener vida más allá del trabajo, dijo que se alegraba pero enseguida me preguntó: ‘¿Eres consciente de que bajas un peldaño?’ Efectivamente, para mi currículum suponía pasar de una multinacional a una empresa menos importante. A eso se añadía una bajada en el sueldo”. Es el testimonio de Lola.

A Lola le quedó, recuerda, “una sensación agridulce, porque mi amiga no compartía del todo mi satisfacción. Se veía que le pesaba mucho el trabajo profesional y eso le impide ver que las otras personas quizás tenemos otras prioridades”. La confianza con que le habló la amiga le hizo volver a plantearse si había tomado la decisión adecuada.

Lola dibujó mentalmente una balanza, tomó la agenda y volvió a anotar pros y contras.

Por un lado, el paso atrás: 

en el currículum hay una bajada de fama respecto a la etapa anterior en lo que se refiere a la empresa donde trabajaré ahora. He de reconocer que asumo ese “descenso”.

el sueldo será inferior, con lo cual deberemos reajustar los gastos en casa. Tal vez tengamos que renunciar a algunos planes de vacaciones o de compras.

-esto afecta a mi marido y a los niños igual que a mí. Hay que reajustar gastos de actividades extras, deporte…

Por otro lado, sin embargo, un paso adelante muy positivo:

-el trabajo sigue siendo un ingreso, aunque menor.

-el horario… ¡por fin tendré un horario! Esto implica que puedo dedicarme más a mi familia, porque hasta ahora me he perdido muchas cosas con mis hijos y mi marido.

no necesitaremos pagar las horas de una baby sitter ni tampoco clases de repaso para los niños, porque yo misma podré hacerme cargo.

FAMIGLIA, CUCINA, DOLCI

Shutterstock

reajustar los gastos extras no quiere decir eliminar todo: pensaré otros modos de hacer deporte o de plantear las actividades extra de los niños.

-tendré un mejor control sobre la casa y sobre mi propia vida. Ahora voy siempre cambiando planes según mi trabajo y creo que a partir de ahora ganaremos todos en estabilidad, orden y paz.

El platillo de la balanza que contenía los aspectos positivos pesa mucho más. Eso sí, necesitó un ingrediente esencial por parte de Lola: la humildad para asumir ese “descenso” en lo que conllevara de relaciones sociales, profesionales, etc.

Lola quedó convencida de que aquel paso atrás era un gran paso adelante. Por fin podría respirar un poco con un horario mejor y su familia se vería beneficiada. Lo de reajustar la economía le parecía importante, pero secundario.

Como Lola, muchas mujeres y hombres se plantean un cambio de trabajo en función de su proyecto vital y de sus necesidades familiares o personales.

A veces, la enfermedad de un familiar o sencillamente la necesidad de estar más junto a los nuestros nos lleva a decidir un cambio. Visto desde fuera, algunos pueden pensar que es un cambio a peor (no digamos si implica abandonar el trabajo profesional), pero la realidad es que son cambios a mejor. Nos llenan como personas y nos hacen felices, que es lo que en el fondo todos andamos buscando.

El ingeniero que dejó la multinacional

Y una puede pensar que siempre son las mujeres las que dan el paso atrás. Un conocido mío, R., con quien estudié en la infancia, hizo Ingeniería de Telecomunicaciones. Es un cerebrito. Trabajó durante años en una multinacional japonesa “y les hice ganar mucho dinero”, dice. Aparentemente su vida era fascinante: hoy en el aeropuerto de Francfort, mañana reunión en París y al otro en Tokio. Casi nunca estaba en casa.

Pero pasó de los 40 sin haber podido disfrutar de su familia y sin que la multinacional escuchara alguna de sus recomendaciones ante la crisis que se avecinaba en 2007.

Hace pocos años decidió dar el salto, abandonar la multinacional y crear su propia empresa. Como era de prever, ha rejuvenecido: en el modo de vestir, en la tranquilidad con que puede hablar por teléfono con los amigos cuando llaman, en el tiempo que puede disfrutar con sus hijos y su esposa… ¡y además gana más que antes! Arriesgó mucho pero le ha salido la jugada perfecta. Y es que no siempre dar un paso atrás es ir a menos: puede ser que encontremos una nueva vía para explotar mejor nuestros dones.

KIDS

Fizkes – Shutterstock

No siempre son cambios para siempre

Los pasos atrás, además, no tienen que ser definitivos. Pueden ser temporales. Un paréntesis de meses o años. No siempre hay que tomar decisiones profesionales que sean para toda la vida, porque la vida es la primera que nos llega con muchos cambios. Hay que ser prudentes, hacer números, consultar con quien sea necesario… pero sobre todo tener en cuenta cuál es nuestro proyecto vital, porque esa es la forma en que conseguiremos que cada decisión nos aporte en positivo.


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