Cada cinco discursos o intervenciones, los participantes deben guardar 3 minutos de silencio: Somos una Iglesia “en deuda de escuchar” En una tarde soleada en Roma, el papa Francisco ha llegado puntual al aula del Sínodo dentro del Vaticano. Debajo del brazo una carpeta roja con las hojas de su discurso. A su llegada se ha ubicado en la puerta de ingreso para saludar a cada uno a los 267 de los llamados padres sinodales que pasaban en fila: estrechó manos, intercambió dos palabras y sonrío siempre.
El Sínodo de los obispos congrega también a 23 expertos y 36 jóvenes y comenzó este miércoles 3 de octubre de 2018 con el trabajo en el aula de la Asamblea y la Misa anteriormente presidida en la mañana por el Papa en la Plaza de San Pedro.
El papa Francisco instruyó a los obispos congregados para el Sínodo sobre la juventud (3-28 octubre) en el ejercicio del discernimiento, hablar con franqueza, pero con una novedad absoluta: subrayar la fuerza de la escucha que proviene del silencio. Para ello, el Papa ha dispuesto que después de cada cinco discursos o intervenciones, los participantes guarden 3 minutos de silencio. Pues, la Iglesia – sostuvo – está “en deuda de escuchar a los jóvenes”.
El objetivo no es hacer que salga un documento que “generalmente es leído por pocos y criticado por muchos”, sino propósitos pastorales concretos, capaces de estimular la confianza, sanar las heridas, entablar relaciones y, sobre todo, inspirar a los jóvenes, “a todos los jóvenes”, pero también a los adultos, a una visión positiva del futuro.
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“El discernimiento necesita espacio y tiempo”. El silencio es para que los participantes “presten atención a las resonancias que las cosas escuchadas suscitan en su corazón”. Y señaló la profundidad que hay en el silencio que capta lo más llamativo desde una atención a la “interioridad” como clave para lo que llamó un “camino” para entrar de puntas y con respeto en el terreno sagrado del otro; de los jóvenes, sin etiquetas o prejuicios.
“La apertura al hablar y la apertura al escuchar son fundamentales para que el Sínodo sea un proceso de discernimiento. El discernimiento no es un eslogan publicitario, no es una técnica organizativa ni una moda de este pontificado”, dijo.
Francisco destacó que el discernimiento es “una actitud interior que está arraigada en un acto de fe. El discernimiento es el método y al mismo tiempo el objetivo que nos fijamos: se basa en la convicción de que Dios está trabajando en la historia del mundo, en los eventos de la vida, en las personas que conozco y que me hablan“, agregó Francisco.
El Papa admitió jocosamente que la “mayoría de los presentes no pertenecen a la generación de los jóvenes” (risas) , “por lo que está claro que debemos prestar atención sobre todo al riesgo de hablar sobre los jóvenes a partir de categorías y esquemas mentales ya obsoletos“.
Resaltó asimismo la cita como un momento para compartir y destacó que “sólo el diálogo puede hacernos crecer”. Por eso, deseó invitar a todos “a hablar con coraje y parresia, es decir, integrando libertad, verdad y caridad”.
“Una crítica honesta y transparente es constructiva y ayuda, mientras que no lo son las habladurías inútiles, rumores, ilusiones o prejuicios”, abundó.
Francisco expresó que la Iglesia debe escuchar. Y destacó la opinión que tienen tantos jóvenes sobre la Iglesia a través de cuestionarios y consultaciones: “El camino de preparación para este momento ha puesto de relieve una Iglesia ‘en deuda de escuchar’ también hacia los jóvenes”.
En otro momento, invitó a mantener un pacto generacional donde los jóvenes aprecien a los ancianos y estos últimos aprecien a los chicos y chicas por lo que son: el futuro, pero que, a su vez, ellos necesitan construir un presente escuchando la experiencia del pasado en la voz de sus mayores.
“En realidad, los ancianos, a pesar de su fragilidad física, siguen siendo siempre el recuerdo de nuestra humanidad, las raíces de nuestra sociedad, el “pulso” de nuestra civilización”.
Además advirtió a los jóvenes: “es necesario tratar el virus de la autosuficiencia y las conclusiones apresuradas de muchos jóvenes. Un proverbio egipcio dice: “Si no hay un anciano en tu casa, cómpralo, porque te ayudará“, dijo Francisco causando risas entre los participantes.
Por otro lado, exhortó a evitar el peligro del clericalismo, “perversión y raíz de tantos males de la Iglesia”.
El evento que concluirá el próximo 27 de octubre tiene el “desafío” de poner a la Iglesia en escucha y atención de las esperanzas de los jóvenes del mundo y contrastar su alejamiento especialmente tras el resurgimiento de los escándalos de los abusos sexuales durante los últimos tres años.
Precisamente, el trabajo se centrará en cómo responder del lado de la Iglesia católica a las peticiones de los jóvenes que quedaron plasmadas en el documento de la reunión pre-sinodal de “reforzar la tolerancia cero contra los abusos sexuales” o que la Iglesia sea “transparente, acogedora, honesta, atractiva, comunicativa, accesible, alegre e interactiva”.