En su última homilía en Estonia, el Pontífice invitó a todo un pueblo a ser sacerdotes, evangelizadores a través del testimonio y de la vida “Vosotros no habéis conquistado vuestra libertad para terminar esclavos del consumo, del individualismo, o del afán de poder o dominio”, expresó el papa Francisco en la Plaza de la Libertad en Tallin, Estonia, este lunes 25 de septiembre de 2018.
En un país ex comunista ateo, donde al final de la ocupación soviética habían un puñado de católicos y no había una sola diócesis y hoy tiene 6000 católicos, Francisco invita a todo un pueblo a ser misionero y vivir el testimonio sacerdotal.
El Papa invitó a los católicos que son un 0,5 % a “salir como sacerdotes; lo somos por el bautismo. Salir a promover la relación con Dios, a facilitarla, a favorecer un encuentro amoroso con aquel que está gritando «venid a mí» (Mt 11,28)”.
En un país donde el ateísmo gana cada vez más terreno y el 75 % de la población se define no creyente, el Papa exhortó a los cristianos a salir a evangelizar. “Tenemos que perder el miedo y salir de los espacios blindados, porque hoy la mayoría de los estonios no se reconocen como creyentes”.
Ser prójimos en el barrio, en el trabajo, en el campo donde el cristiano se encuentre: “Necesitamos crecer en una mirada cercana para contemplar, conmovernos y detenernos ante el otro, cuantas veces sea necesario. Este es el “arte del acompañamiento” que se realiza con el ritmo sanador de la “projimidad”, con una mirada respetuosa y llena de compasión que es capaz de sanar, desatar ataduras y hacer crecer en la vida cristiana”.
Entretanto, instó a “dar testimonio de ser un pueblo santo. Podemos caer en la tentación de pensar que la santidad es solo para algunos. Sin embargo, «todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor”.
Y sostuvo: la santidad vivida se expande, fluye, fecunda todo lo que está a sus márgenes. Hoy elegimos ser santos saneando los márgenes y las periferias de nuestra sociedad, allí donde nuestro hermano yace y sufre el descarte·.
El Pontífice explicó que socorrer a los últimos no es una cuestión de instituciones, sino que es un labor artesanal que cada uno debe hacer. “Esto es ser cristianos y la santidad vivida en el día a día”.
Al final, el Pontífice agradeció al pueblo e impartió la bendición. Sucesivamente, se trasladó al Aeropuerto Internacional de Tellin y participar en la ceremonia de despedida de Estonia.