El Encuentro nacional de representantes de los católicos hispanos muestra un rostro inesperado del catolicismoLos escándalos y polémicas que se han vivido en los últimos meses podrían dar la impresión de que la Iglesia católica en los Estados Unidos ha llegado a su ocaso.
Sin embargo, quien ha participado en el Quinto Encuentro Nacional del Ministerio Hispano, celebrado en Grapevine, Texas, ha podido constatar que el catolicismo en los Estados Unidos depara enormes sorpresas.
Existen cinco motivos que hacen muy difícil comprender cómo será el rostro de Iglesia católica en las próximas décadas en este país. Así los hemos podido constatar en ese Encuentro.
1) Hablan los números
Los números, ante todo, hablan por sí solos. Según se puede recoger de los estudios de uno de los máximos expertos en la materia, Hosffman Ospino, profesor asociado de Ministerio Hispano y Educación Religiosa en el Boston College, en los Estados Unidos hay 52 millones de hispanos (sin contar aquellos cuya estancia es ilegal), de los cuales el 68 por ciento son católicos.
Intervención del profesor Hosffman Ospino
En el país hay 75 millones de católicos; en 1965, eran 48,5 millones. Esto significa, según el profesor Ospino que “los hispanos contribuyen con un 71 por ciento del crecimiento de la población católica en Estados Unidos desde 1960”.
Varios expertos, han afirmado durante el Encuentro que, entre los católicos de menos de 18 años, el 60 por ciento son hispanos.
En Grapevine se congregaron del 20 al 23 de septiembre más de tres mil representantes, elegidos entre 250.000 participantes en encuentros parroquiales y regionales, que antecedieron a esta gran convocatoria nacional.
Los 157 obispos que participaron en el congreso muestran muy bien la importancia del evento: en los Estados Unidos hay 255 obispos en activo.
2) Sin polémicas eclesiales
El profesor Guzmán Carriquiry Lecour, presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, al finalizar el evento, lo calificó como “un bálsamo para las heridas, una caricia de Dios”.
El ambiente, tanto en las asambleas plenarias como en los pasillos, era muy diferente al que se ha vivido en estas semanas en muchos de los encuentros de representantes católicos en los Estados Unidos, donde ha privado la división y la polémica, en especial tras la publicación de la carta abierta del arzobispo Carlo Maria Viganò en la que pedía la renuncia del Papa Francisco.
“No encontré a nadie que se rasgara las vestiduras”, confesaba el Carriquiry Lecour, de origen uruguayo.
Es verdad, todos los presentes manifestaron el tremendo dolor que han causado las informaciones sobre abusos y crímenes cometidos por clérigos.
No faltaron, entre los participantes, las lágrimas ante el horror que han podido vivir las víctimas de esos abusos. Y muchos hispanos eran perfectamente conscientes de lo que significa vivir el abuso en muchos campos.
Ahora bien, en las ponencias, pronunciamientos y pasillos… todos dejaron bien claro que la fe en la Iglesia no depende de la santidad o maldad de sus pastores.
Monseñor Wilton D. Gregory, arzobispo de Atlanta
Óscar Rosales, joven involucrado en la pastoral juvenil de la Parroquia Santo Tomás Moro, en Tulsa, Oklahoma, nos explicaba con naturalidad: “nuestra fe no está en los sacerdotes, nuestra fe está en Dios, en Jesucristo y en su Iglesia”.
Hace dos décadas, entre las comunidades hispanas (no sólo de Estados Unidos), era muy común el debate sobre la teología de la liberación, según sus diferentes tendencias, incluida la marxista, y la manera en que se ha de vivir la opción preferencial por los pobres. Este debate ha quedado definitivamente superado. El catolicismo hispano ha superado las divisiones eclesiales de fondo.
3) Sin manipulaciones políticas
Ningún comentario en la asamblea plenaria tuvo un carácter político. Y en los tres días, hablando con más de un centenar de participantes, tampoco escuché ninguna reivindicación política.
Entre los participantes, había delegados indocumentados. Grupos enteros vinieron a Texas desde estados lejanos, pues alguno de sus miembros no hubiera podido tomar un avión por falta de papeles.
Un agricultor, que trabaja a sueldo en California, delegado de una parroquia, vino hasta aquí en auto, consciente de que todo policía que le detuviera en Texas podría llevarle al arresto y la deportación.
Y sin embargo, ni siquiera este hombre, de quien por razones obvias evitamos dar más datos, tomó la palabra en ningún momento para hacer protestas o proclamas políticas.
Monseñor Daniel Flores, obispo de la diócesis fronteriza de Brownsville en el Valle del Río Grande, en Texas, nos explicó bien cómo la Iglesia evita y supera las posiciones políticas, pues de hecho es atacada por los diferentes partidos.
Cuando defiende la vida y derechos del no nacido, se convierte en blanco de una parte política; y cuando defiende la vida y derechos de los inmigrantes, la otra ataca.
“Nosotros tenemos la misión de anunciar la doctrina social de la Iglesia”, como parte del anuncio del Evangelio a nuestros hermanos, nos explicó.
4) No a los guetos
Ahora bien, y contrariamente a lo que piensan algunos sociólogos, de este quinto Encuentro nacional de católicos hispanos no surgirá una Iglesia “hispana”: el futuro será una Iglesia “católica”, a secas.
Los obispos y líderes hispanos católicos encontraron un claro consenso al afirmar que el objetivo del Encuentro no consistía en crear un “gueto” o “lobby” hispano católico. No se trata de que los hispanos sean cada vez más influyentes, hasta asumir el “poder” en la Iglesia católica.
Monseñor José Gómez, arzobispo de Los Ángeles, la arquidiócesis más grande de los Estados Unidos, nacido hace 66 años en Monterrey (México), insistió en que la misión de los católicos hispanos debe consistir en ser “puentes” de comunión en sus comunidades.
Los católicos hispanos que en el pasado han sufrido la marginación e incluso el rechazo, saben muy bien que no es cristiano revivir esas actitudes con sus hermanos cristianos de otros orígenes.
Las conclusiones de los grupos regionales confluyen en llamar a los cristianos hispanos a asumir su responsabilidad de bautizados en sus comunidades diocesanas y parroquiales, para facilitar la experiencia de una Iglesia que vive en comunión, que no mira al color de la piel ni al origen geográfico o económico.
El catolicismo estadounidense del futuro no llevará el apellido de “hispano”. Estamos asistiendo a una nueva síntesis: los hijos de los inmigrantes hispanos leen sobre todo en inglés, y se están integrando cada vez con más naturalidad en la sociedad y en la Iglesia, asumiendo en muchos casos auténticas responsabilidades y liderazgo.
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5) La alegría del Evangelio
El nuncio apostólico en los Estados Unidos, el arzobispo francés Christophe Pierre, sintetizaba las conclusiones del Encuentro con el título de la exhortación apostólica del Papa Francisco: “La alegría del Evangelio”.
Y la verdad es que la alegría era desbordante: las liturgias, profundas, fueron verdaderas celebraciones de fe. Esa fe que transmiten espontáneamente los católicos hispanos en sus comunidades.
El Encuentro tenía por tema: “Discípulos Misioneros: Testigos del amor de Dios”. Ha servido para que en los Estados Unidos pueda resonar el mensaje de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano inaugurada por el Papa Benedicto XVI en Aparecida (Brasil), en mayo de 2007, que concluyó con el mensaje final. Su principal redactor fue el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio.
Ese documento todavía es desconocido en muchos rincones eclesiales de los Estados Unidos.
El Encuentro de Texas se convirtió así en un llamamiento a una conversión pastoral de todos los católicos en los Estados Unidos en medio de la crisis que atraviesan.
“La conversión pastoral significa salir de la mera conservación hacia un ministerio pastoral decidido. La conversión pastoral y misionera va de la mano con la conversión de actitudes”, explicó el arzobispo Christophe Pierre, representante del Papa en los Estados Unidos.
Una Iglesia misionera no teme salir a las “periferias” geográficas y culturales para encontrar a las personas y llevarles a Dios, concluyó el prelado bretón, en medio de sentidos aplausos dirigidos a quien representa, el Sucesor del apóstol Pedro.