Uno de los aspectos importantes para tratar de superar (no curar) el cáncer es la alimentación.
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Cuando el cáncer llega a una familia, las reacciones pueden ser muy dispares. Algunos lo hacen con rabia, otros con temor, otros con impotencia, y también los hay quienes reaccionan con esperanza y compromiso. Esta situación inesperada supone un importante cambio en la vida de uno, no solo del enfermo.
Es el momento de buscar el apoyo de profesionales, también de la familia y por supuesto de Jesús en la oración. Cualquier ayuda es buena para sobrellevar de la mejor manera posible esta realidad que nos ha tocado vivir.
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Uno de los aspectos importantes para tratar de superar (no curar) el cáncer es la alimentación. Y en esto precisamente la familia juega un rol fundamental en el cuidado del enfermo.
Para alimentarle bien antes, durante y después de la enfermedad conviene asesorarse. Puede ser de gran ayuda la guía de un nutricionista durante todo el proceso para lograr que el enfermo se mantenga lo más fuerte y nutrido posible para lidiar esta batalla.
La alimentación por sí sola no cura el cáncer pero puede ayudar a prevenirlo, a disminuir los efectos negativos de los tratamientos como la quimioterapia y radioterapia.
La mayoría de las personas acostumbran a perder peso, primero porque el propio tumor consume mucha energía y, segundo, porque los tratamientos suelen producir falta de apetito, náuseas, diarreas, vómitos.
Frente a esta enfermedad el Santo Padre nos recuerda “la responsabilidad de cada uno, en especial de los cristianos, de salir al encuentro de los que sufren”. (Palabras a la Liga Italiana para la Lucha contra los Tumores en 2017.)
Por ello te invito a tomar un tiempo para conocer algunos aspectos generales que debemos tener en cuenta en la alimentación de personas con cáncer que pueden ayudarte en el momento de elaborar sus platos.
Tras una cirugía
Es necesario adaptar la alimentación de forma temporal tras la operación en la que al enfermo se le extirpa el tumor. Por ejemplo, cuando se extirpa un tumor en la cabeza o en el cuello, el enfermo tendrá problemas a la hora de masticar y tragar. Por ello hemos de procurar que la comida tenga una textura suave, al igual que su sabor, y servirla a una temperatura templada.
Además, después de la cirugía y durante la quimio o la radioterapia, el enfermo necesita más nutrientes y calorías de lo habitual para ayudarle a reconstituir los tejidos y combatir las infecciones.
Para aumentar las calorías, es necesario que ingiera grasas de buena calidad. por ello los nutricionistas recomendamos agregar en cada comida principal una cucharada de aceites vegetales, como el de canola o de oliva, y consumir semillas de lino, guisantes, lentejas secas y soja.
Acompañar las comidas con granos enteros (integrales) de cereales, panes o harinas, quinua, arroz integral o cebada. También se recomienda las papas, las pastas, el maíz, los guisantes y los frijoles (todos carbohidratos complejos).
Pero también es necesario incluir en su alimentación productos ricos en proteínas para fabricar, regenerar y mantener los tejidos. Incluir en el plato algo de origen animal, como carne, pollo, pescado, huevos o lácteos o de origen vegetal, como frutos secos, soja, legumbres.
Es fundamental cuidar el consumo de agua si no ingiere lo suficiente o si pierde mucho líquido tras los vómitos y diarreas. Hay que evitar que el cuerpo se deshidrate.
Durante la quimioterapia
Uno de los problemas más comunes en la quimioterapia son los efectos secundarios, que interfieren directamente en la alimentación porque al enfermo le molestan los olores fuertes, le cambia el sabor de los alimentos y suele tener inapetencia, diarreas, estreñimientos, náuseas o vómitos.
Por esta razón es importante que otra persona se encargue de su alimentación: tanto de la preparación de los platos como de la compra.
Con paciencia y cariño ha de ofrecerle a uno a uno los alimentos para comprobar que no padece intolerancias. No hay que preocuparse si un día tolera bien uno, pero al día siguiente no. Es normal.
Seleccionar bien alimentos y sus formas de prepararlos:
- Pescado blanco, puede ser merluza, rape, bacalao.
- Clara de huevo bien cocida evitando la yema.
- Patata cocida, arroz, pasta, pan apenas tostado.
- Aceite de oliva virgen extra de baja acidez (0.2 grados, como la variedad arbequina o picual).
- Membrillo, compota o licuados de fruta, pera y manzana.
- Vegetales suaves y cocidos como judía tierna, zanahoria, calabacín, calabaza, en sopas, purés, enteros.
- Los lácteos tienen que ser desnatados y pasteurizados.
- Cocinar al vapor, en el microondas, hervidos o al horno. Evitar los fritos, los alimentos crudos o cocidos parcialmente o a la plancha.
Evitar las carnes rojas (ternera, cerdo, cordero, embutidos y patés), el pescado azul (atún, salmón, bonito), las legumbres (garbanzos, lentejas, judías), las grasas (mantequilla, margarina, nata, lácteos enteros); las frutas ácidas y los cítricos (naranja, mandarina, kiwi, limón, fresón), los vegetales (col, coliflor, brócoli, alcachofa, tomate), infusiones (té, menta), café y alcohol.
Otro efecto secundario que puede presentarse es la sequedad en la boca. En este caso priorizar los alimentos fríos o helados, las texturas blandas y triturados, alimentos ricos en carotenos (pigmentos orgánicos de color anaranjado) como la zanahoria, calabaza, mango, aceite de oliva crudo para ayudar a disminuir la inflamación.
¿Y cuando están con las defensas muy bajas?
Normalmente, tras alguno de los tratamientos (quimio, radio o inmunoterapia), llegan a casa con las defensas muy bajas. Esto se debe a que estos tratamientos matan las células cancerígenas, pero a la vez dañan algunas células buenas, esto hace que el organismo quede expuesto a un mayor riesgo de contraer alguna infección viral, bacteriana o por hongos.
En estos casos debemos procurar que se alimente lo mejor posible y evitar cualquier foco de infección alimentarios. Para ello debemos prestar atención y realizar una adecuada higiene y manipulación de alimentos.
Consejos básicos: Para tomar solo agua embotellada, los alimentos deben estar bien cocidos desde el centro hacia afuera, higienizar correctamente (con 1 cucharadita de cloro en 1 litro de agua por 30 minutos) todos los vegetales y frutas antes de cortarlas y pelarlas.
Es necesario evitar todo alimento crudo (huevo, carnes, pescados, embutidos, especias, vegetales, aceitunas, zumos de frutas), no pasteurizados (lácteos, yogur, quesos y kéfir), productos picados (hamburguesas), frutos secos, setas, fruta que no se pueda pelar (frutilla).
Optar por alimentos bien cocidos y pasteurizados (huevo, lácteos, postres, yogures, quesos carnes, pescados), si son embutidos cocidos, fruta higienizada, pelada, cruda o cocida, vegetales cocidos.
Esto es solo una guía general no sustituye la consulta con el especialista. Es una manera de tomar conciencia de que lo que comen y la forma en la que lo hacen es muy importante en estos pacientes. Hacerlo de manera saludable les puede ayudar a mejorar su calidad de vida.
Acompaña, cuida con amor y reza por ese familiar querido enfermo, recuerda “Jesús es el médico que cura con la medicina del amor, porque toma sobre sí nuestro sufrimiento y lo redime. Nosotros sabemos que Dios comprende nuestra enfermedad, porque él mismo la ha experimentado en primera persona” (cf. Hb 4,5).(Papa Francisco, homilía Jubileo de los Enfermos y Discapacitados, 12 junio de 2016)