separateurCreated with Sketch.

¿Por qué nos cuesta tanto aceptar que nos equivocamos?

SADNESS
whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Luz Ivonne Ream - publicado el 12/09/18
whatsappfacebooktwitter-xemailnative

Muchas veces será necesario dejar la falsa vergüenza a un lado y reconocerlo: “Me equivoqué”. Los errores no se niegan, se asumen.¡Mentira! No es verdad que errar sea sinónimo de imperfección o de fracaso. Errar es una característica y derecho que solo a los humanos se nos permite desde el momento en que no somos perfectos, sino perfectibles y poseemos estos 3 maravillosos atributos: inteligencia, voluntad y libertad.  

Entonces, si equivocarnos es nuestro derecho, ¿por qué duele tanto hacerlo y reconocerlo? Porque el mundo nos ha vendido la idea de que tenemos que hacer todo perfecto y que si nos equivocamos ¡cuidado! Porque eso significa que no somos tan buenos o aptos para lo que sea. ¡Ah, ese ego es a veces tan mal consejero!

El no querer cometer errores o equivocarnos va muy de la mano con una baja autoestima que nos invita, insisto, a buscar una perfección que no existe, a perseguir una excelencia con poca -o nada- rectitud de intención porque con eso pretendemos ser amados y aceptados. ¡Cómo si perfección fuera sinónimo de amor y aceptación!

Para muchos, error o equivocación significa “no eres suficientemente bueno” y, como no eres tan bueno, no eres digno de ser aceptado tal y como eres. Este tipo de pensamiento pesa muchísimo, además de lastimar el corazón.  

Al contrario, pienso que el reconocer los errores nos hacen más humildes y mejores personas. Además de que, siendo sinceros, se aprende más de ellos que de los aciertos. Si nos equivocamos ¡no pasa nada! Y si pasa, pues a asumir las consecuencias.

La vida se lleva más ligera cuando nos damos el permiso de equivocarnos, de reconocerlo y de pedir perdón cada vez que sea necesario. Eso sí, hay que aprender la lección. Si no la aprendemos, entonces sí que sería un error grave.

Lo más importante es que cada uno, de acuerdo con sus capacidades personales, haga lo que buenamente pueda. Y así viva con dignidad, sin escándalos, cara a Dios, siempre con la verdad por delante. Sí, somos imperfectos y no vamos a cometer un error, sino muchos, muchísimos. ¿Y?  Date el permiso de ser imperfecto, de equivocarte y de aprender. Suelta la máscara de la perfección porque  pesa.

De verdad, cuando aceptamos que podemos cometer errores el alma descansa. ¡Como si un costal de piedras se nos quitara de la espalda!

Atrévete a ser tú mismo y haz lo que quieras, aunque temas equivocarte. La única condición es que ese “hacer” no atente contra tu dignidad como persona y de hijo de Dios. Cuando tengas dudas entre hacer y no hacer por miedo a errar, siempre haz. Porque si te equivocas, te quedará la experiencia y si no lo haces te quedará la frustración y la duda. 

Dejemos de ser tan duros con nosotros mismos y démonos permiso de ser humanos. La buena noticia es que aunque nos equivoquemos, ¡todo pasa!

Si nos caemos, nos levantamos; si nos equivocamos, aprendemos la lección y la próxima vez seremos más cautelosos a la hora de elegir o al tomar decisiones. Total, lo que no nos mata nos fortalece.

¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.

Tags:
Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.