Has encontrado a la mujer o al hombre ideal… o eso parece. Y te asalta la pregunta: ¿será “para siempre”?Es algo maravilloso cuando alguien puede decir a otra persona: “Eres el amor de mi vida”. Esa plenitud de haber encontrado en el otro al compañero de vida, al esposo o esposa, al hombre o mujer que me ame y al que yo ame para siempre, es el sueño de nuestra felicidad en la tierra para los que tienen vocación de casados, que son la inmensa mayoría.
De hecho, ya desde el primer amor, seguramente ese amor inmaduro y platónico por el que nos deshicimos en la adolescencia (o antes) ya clavó en nuestro corazón el deseo de un “para siempre”. Ese amor iba a ser eterno, porque no existía nada comparable a su alrededor ni en toda la faz de la tierra.
Transcurrió el tiempo, y ya en la juventud o en la madurez, puede que hayas encontrado a una persona que promete. ¿Que has visto en ella o en él? Seguramente mucho de esto:
- Os atraéis físicamente. Le gustas y te gusta. Tenéis ganas de estar juntos.
- Tiene valores que comparte contigo.
- Tiene virtudes, o lo que es lo mismo, hábitos, así que los valores ya los pone en práctica.
- Lucha por ser mejor cada día.
- Dice que te quiere y lo muestra con hechos (no solo porque te besa bien cuando os encontráis).
- Piensa en un futuro en común contigo y ves que está orientando su vida hacia ahí: ahorra, busca un trabajo que sirva para mantener una familia, reduce hasta hacer desaparecer la vida social que no va acorde con vuestra relación…
- Eres parte de su proyecto vital.
Todo eso ya lo estás experimentando y, sin embargo, te asalta la gran duda: ¿Será esta la mujer de mi vida? ¿Será este el hombre de mi vida?
La respuesta es…
Se ven tantos fracasos por ahí, tantos divorcios… que te preguntas si para ti solo será un capítulo más, pero estáis condenados a vivir en un contínuo interrogante. O en puntos suspensivos: nos queremos y nos querremos, mientras dure…
Ese “mientras dure” ha de ser “respuesta no acertada” en tu mente. Mal planteamiento si yo dejo en el aire el amor hacia la otra persona.
¿Cómo sé que es la persona de mi vida? La respuesta es “nunca lo sabrás”, no habrá un ángel que baje del cielo y grabe a fuego un tatuaje en tu pecho con su nombre. Ni hay app de relaciones que encuentre a la persona que más se adecúe a tus datos y te diga que te dará amor eterno. Ni psicólogo que os reúna y pueda certificar que sois el uno para el otro para el resto de vuestras vidas.
La respuesta de verdad a la pregunta “¿Cómo sé que es esta la persona de mi vida?” es que “ESO DEPENDE DE TI”.
Trabajar el amor cada día
Cuando uno ha emprendido el camino del amor por un tiempo limitado, no puede pensar que ya todo está logrado. El amor se prolonga en el tiempo y necesita renovarse y alimentarse cada día. Por eso, aunque hubieras encontrado el amor de tu vida, deberás trabajar ese amor para no entrar en la rutina y para vencer las dificultades que van apareciendo: problemas económicos, ataques externos, enfermedad, vejez…
Cuando uno intuye que ha encontrado el amor de su vida porque reúne un montón de las cualidades que hemos dicho antes, lo que debe hacer es entregarse a la tarea de construir ese amor cada día. No partiendo de cero sino de lo que ya han construido juntos.
Como no somos perfectos, habrá que contar con que en el camino hay momentos duros, pendientes en las que hay que pedalear sin tregua… Hay que ser paciente con el otro cuando no va a nuestro ritmo y le cuesta estar al cien por cien.
Lo importante, entonces, ¿qué es?
Lo primero, detectar que esa persona sí cuenta con la base suficiente como para que yo pueda decir que tiene el perfil para ser el amor de mi vida. Este punto es de sentido común, pero hay que recordarlo porque a veces el enamoramiento ciega.
Lo segundo, contar con que a partir del presente, los dos nos tenemos que poner cada día a la tarea de amarnos. Así, convertiré al otro en el amor de mi vida.
Si eres creyente, tienes comodín
El comodín al que me refiero es contar con la ayuda de Dios. Por eso casarse por la Iglesia y recibir el sacramento del matrimonio no es solo una cuestión de sentimientos, de quedar bien con los familiares o de seguir la tradición.
El creyente recibe la gracia de Dios y eso hace que la unión se vuelva más fuerte y más sólida. Dios ayuda contínuamente.
No esperes a que pase el hombre o la mujer perfecta ante tus ojos. Se hará perfecto o perfecta contigo, pero necesita de ti. Si fuera perfecto ya no te necesitaría en su camino de vida en la tierra y, seguramente… ¡sería insoportable!
Trabajar la pareja y confiar en la ayuda del cielo son los ingredientes para que aciertes con el amor de tu vida.
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