Es importante reconocer las pequeñas cosas que siempre están sucediendo a nuestro alrededor
Cuando las cosas se ponen difíciles, cuando se avecinan los temores y surgen obstáculos, es difícil ver el lado positivo de las cosas y seguir siendo agradecidos.
No es solo que sin gratitud rara vez nos encontremos en paz, sino que el hecho de estar agradecidos nos ayuda a ver lo bueno y lo malo en cualquier situación, y puede ayudarnos a poner las cosas en perspectiva, disminuir nuestro pánico y abrir nuestro pensamiento a nuevas soluciones.
Al respecto, es un hecho bien conocido que la gratitud puede aumentar nuestra felicidad y bienestar y que existen beneficios mentales y físicos de tener una actitud agradecida en la vida.
Las investigaciones de la Northeastern University, por ejemplo, descubrieron que las personas con un mayor sentido de gratitud eran más pacientes y tenían más capacidad para tomar decisiones razonables, y otros estudios encontraron que la gratitud es una de las emociones más saludables.
Pero muchos de estos estudios se centran en lo que podría llamarse gratitud formal, es decir, se centran prácticas para mejorar su estado de ánimo como la de comenzar a escribir un diario y, cada día, apuntar “tres cosas buenas”.
Pero, por importantes que sean estas prácticas, lo más importante es fomentar lo que Julie Beck llama, en un interesante artículo, la gratitud informal. Es la capacidad de reconocer, sin darle gran importancia, las pequeñas cosas y los simples actos de bondad que están siempre sucediendo a nuestro alrededor.
Y sin embargo, éste es, tal vez, el tipo de gratitud más difícil de practicar. De hecho, es tan difícil que a veces parece que simplemente no estamos programados para estar agradecidos. Pero esta capacidad de simplemente dar las gracias a las personas habitualmente con gracia y sinceridad puede ser adquirida. Lo único es que, como cualquier habilidad que valga la pena, requiere práctica.
Según el Dr. Robert Emmons, autor de Thanks! How Practicing Gratitude Can Make You Happier (¡Gracias! Cómo practicar la gratitud puede hacerte más feliz), todo el proceso de practicar la gratitud habitualmente se puede dividir en tres etapas:
- Prestar atención a lo que otras personas hacen y no dar por hecho los sencillos actos de bondad.
- Reconocer la razón por la que estamos agradecidos, ser consciente de ella y apreciarla.
- Hacer al menos un cumplido todos los días, ya sea directamente a una persona o manifestarle tu aprecio por algo.
Sin gratitud, estamos ciegos a las bendiciones de la familia, el regalo de la amistad, las maravillas de la naturaleza y las muchas cosas deliciosas y bellas que nos rodean.
Ser ingrato en última instancia nos priva del optimismo, de ese tipo de optimismo sobre el que Jane Hirshfield habló tan bien en uno de sus poemas:
Cada vez más, he llegado a admirar la resiliencia.
No es la simple resistencia de una almohada, cuya espuma
vuelve una y otra vez a la misma forma, sino la sinuosa
tenacidad de un árbol: al encontrar la luz recién bloqueada en un lado,
gira al otro. Una inteligencia ciega, cierto.
Pero de tal persistencia surgieron tortugas, ríos,
mitocondrias, higos – toda esta tierra resinosa, irrecuperable.