Mientras la región busca respuestas y otros tantos están dedicados a aliviar el dolor, países como Brasil militarizan la zona fronteriza y crece la tensión hacia los inmigrantes venezolanos. En Paracaima (Roraima), una pequeña localidad de Brasil en la frontera con Venezuela, hay un cura español de nombre Jesús Boadilla que se encarga de llevar alivio a la dura situación que viven por estos días miles de venezolanos que cruzan la frontera. Su labor y lo que está haciendo con estas personas es considerado para muchos un verdadero “milagro”.
“El milagro lo hacen las personas que no pierden la esperanza”, contesta este sacerdote, gracias a quien se pueden servir 1600 desayunos diarios, para algunos, la única comida en todo el día.
Su testimonio fue recogido por cadena Cope y representa tan solo un ejemplo de los tantos “buenos samaritanos” que por estas horas intentan dar una respuesta a las ilusiones de los venezolanos.
“Sirvo para algo aliviando esa situación. Vienen aquí porque se mueren de hambre. En Venezuela pasan hambre (…) El desayuno es bien pobrecito y austero, café con leche y pan. El Ejército me regala alguna fruta”, indica.
“Ellos son agradecidos. Cuando se despiden dicen gracias padre”, expresa emocionado.
Sin embargo, parte de la población local reacciona calumniando y considerándolo el verdadero malo de la novela, según él mismo cuenta. “Para mí esas calumnias y desprecios son medallas. La mayor recompensa es ser despreciado”, afirma.
Es que las últimas semanas esa zona de Brasil ha sentido el impacto del “éxodo del pueblo venezolano” y la desesperación de las personas que huyen de su país debido a una profunda crisis humanitaria. Incluso, esta situación ha generado algunos hechos violentos y hasta el despertar de algunos sentimientos xenófobos.
Te puede interesar:
Ataques a inmigrantes: ¿La xenofobia se instala en América Latina?
Brasil militariza fronteras
En las últimas horas, como respuesta al agravamiento de la tensión luego de la expulsión de 1200 venezolanos que estaban acampando en el lugar, el presidente de Brasil, Michel Temer, decretó la militarización de la zona a través del envío de tropas con el fin de garantizar la “ley y el orden”.
La medida se asemeja a la adoptada con respecto a Río de Janeiro, zona bajo ocupación militar en procura de combatir al crimen organizado.
Por otro lado, en cuanto a Roraima, el gobierno también hizo efectivo el traslado de 187 inmigrantes venezolanos hacia tres ciudades del resto del país, hecho que contó con el respaldo también de las agencias de Naciones Unidas para los refugiados, ACNUR y las migraciones OIM, reproducen agencias como ANSA. El fin es “descomprimir” la zona fronteriza y que puedan radicarse en otras zonas del interior del país.
¿Qué respuesta daremos?
Es la pregunta que se están haciendo representantes de varios gobiernos a nivel regional. En las últimas horas, luego de una reunión en Bogotá, países como Brasil, Colombia, Ecuador y Perú mantuvieron un encuentro en procura de desarrollar acciones conjuntas vinculadas a aspectos como seguridad, además de coincidir en una “visión humanitaria” frente a la migración venezolana
“Estamos seguros que la solución no es cerrar las fronteras, ya que eso es incentivar la irregularidad y no hay nada más peligroso para un país, que no saber qué extranjeros están en su territorio. Además, si no se conoce la verdadera dimensión del fenómeno en cada país, es imposible generar políticas de atención. Debemos, a partir de la soberanía de cada país, buscar estrategias que nos permitan brindar atender e identificar estos flujos migratorios y lo más importante, hacerlos parte activa de la sociedad”, afirmó el director general de Migración Colombia, Christian Krüger, en rueda de prensa.
Flexibilización y seguridad, aspectos claves en los que trabajarán las autoridades migratorias de Colombia y Perú https://t.co/jApNlfWmWV#SomosMigración pic.twitter.com/u5bJ5TPVzf
— Migración Colombia (@MigracionCol) August 28, 2018
En tanto, Ecuador ha convocado otra reunión regional prevista, luego de una modificación de la fecha, para el 3 y 4 de septiembre. De momento, si bien la invitación fue extendida a la mayoría de los países de Sudamérica, confirmaron su presencia hasta el momento países como Chile, Brasil y Colombia.
Así pues, la búsqueda de respuesta a situación que de momento ha generado que más de 2 millones de venezolanos dejaran su tierra (en base a cifras aportadas por la ONU), algo que ya se compara con la crisis de refugiados del Mediterráneo por varios analistas, sigue en marcha por estas horas a nivel continental. Y ahí donde también retumban las respuestas cotidianas, como la de Boadilla que es más que contundente:
“Recen para que este pueblo lleno de esperanza sea acogido y acabe ese sentimiento de odio”, sentencia el cura párroco que le da de comer a cientos que pasan hambre y sueñan con un futuro mejor.
Te puede interesar:
“Flexibilización” y amor: Los venezolanos que llegan a Perú no están solos