Su nombre científico es Peristeria elata pero es comúnmente conocida como la flor del Espíritu Santo porque el centro de su labelo asemeja la forma de una paloma.
Pertenece al grupo de las orquídeas y es la flor nacional de Panamá desde 1980. Su hábitat ideal es un bosque sumamente húmedo, ya que suele florecer sobre musgos en troncos de árboles, muy cerca del suelo.
De ser sacada de allí, debe recibir cuidados muy especiales, como por ejemplo, no ser regada sino con agua de lluvia, ya que cualquier sustancia mineral que pueda estar incluso en el agua potable puede ser perjudicial para ella.
Aunque se da particularmente bien en el suelo panameño, no es exclusiva de este país, también florece en otras naciones centroamericanas, en Colombia, Perú y Ecuador.
Otra particularidad que tiene es que muchos aseguran que su olor se parece mucho al que desprende la cerveza, cosa que tendría mucho sentido, ya que en el Antiguo Testamento (Ex 34, 22) se hace alusión a celebrar las fiestas justamente al término de la cosecha de la cebada y antes de comenzar la del trigo.
Su color es un brillante tono marfil y a veces puede llegar a tener algunas manchas de color púrpura en su interior. Si analizamos esta paleta cromática litúrgicamente, el blanco es justamente símbolo del gozo pascual, la luz y la vida; mientras que el púrpura representa penitencia, luto y austeridad.
¿Quieres verla, tocarla cuidadosamente u olerla en su etapa de mayor esplendor? La mejor época son los meses de julio, agosto y septiembre (casualmente justo algunas semanas después de la fiesta de Pentecostés y la Santísima Trinidad), donde incluso, por ejemplo en Panamá, se hace una feria especial de orquídeas en la provincia de Herrera con particular protagonismo para la Peristeria elata, dada su carga simbólica.
Lamentablemente, su belleza y significado también ha sido su perdición, ya que es una de las flores con mayor riesgo de extinción porque justamente la gente la toma sin las medidas necesarias y algunos hasta le han adjudicado poderes curativos.
Ahora bien, lo importante es informar y tomar conciencia de su fragilidad, de modo que no desaparezca y su encantadora forma de paloma blanca nos siga recordando la relevancia del Espíritu Santo en nuestras vidas, siempre guiándonos e invitándonos a propagar la fe, sobre todo en estos tiempos tan difíciles donde hay que sembrar valores y esperanza.