El nuevo Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Caracas dedicó palabras especiales a todos los que sufren ante una crisis humanitaria sin precedentes. Pero profetizó un futuro cargado de alegría, abrazado a la esperanza en un Dios que auxilia a sus hijos
En un emotivo acto en el que tomó posesión como Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Caracas, el cardenal Enrique Baltazar Porras saludó a todos los que sufren en Venezuela y dijo que “su clamor al Cielo se escucha con desesperación por estos días en nuestras calles”.
No obstante, el también arzobispo de Mérida recordó la importancia de elevar el ánimo y poner “arriba los corazones” de humanización contra la desesperanza; al tiempo que invitó a emprender acciones signadas por el “respeto, la ayuda, la reconciliación, el perdón y la misericordia”.
Para ello, explicó, hay que tener siempre “la actitud samaritana de que estamos salvando la vida y curando heridas, con la satisfacción interior de ser hermanos y no enemigos”. En este aspecto, llamó a emprender la “suave carga de ser los auténticos constructores del mundo que deseamos, preludio de los bienes eternos”.
Por su parte, el cardenal Jorge Urosa Savino, quien en la misma Iglesia (Nuestra Señora de la Chiquinquirá) dio gracias a Dios por sus años de servicio al frente de la Arquidiócesis de Caracas, invitó al clero y la feligresía de la capital venezolana a recibir al prelado con los brazos abiertos.
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“Él viene a anunciar en Caracas a Jesucristo, nuestro divino Salvador, para establecer su reino de verdad, vida y justicia. Invoquemos para él la maternal bendición de la Santísima Virgen María, Nuestra Señora de Coromoto. ¡Bienvenido a nuestra Iglesia caraqueña!”, dijo en una frase que arrancó los aplausos de los presentes.
Monseñor Porras recordó al inicio de su ministerio episcopal como pastor y Administrador Apostólico de la principal arquidiócesis del país que la fecha coincide “por providencia divina” con el aniversario del natalicio de Simón Bolívar, el libertador de América.
Mira la galería y revive la ceremonia en imágenes (Fotos Ramón Antonio Pérez)
“¡Rompamos las cadenas de la esclavitud!”
El también historiador dijo que no es fecha “para exaltar a un héroe prometeico, sino para rescatar los valores de libertad, igualdad, rompimiento de las cadenas de cualquier esclavitud”. Y lamentó que en Venezuela la pobreza sea “múltiple”.
La escasez, dijo Porras, no es solo material sino también “social, moral y espiritual”. Más aún, la pobreza espiritual en la nación sudamericana es doble: “En su aspecto rechazable: caer en la mentira, la denigración, la doblez, el ansia violenta de poder. Pobreza, sin embargo, como actitud de humildad, de apertura a la Gracia”.
En línea con el reciente mensaje de la Conferencia Episcopal y a tono con la expresado por el cardenal Urosa Savino durante la víspera, dijo que lo más bello y transformante de la vocación cristiana es “comunicar esperanza contra toda desesperanza”.
A fin de cumplir esta misión, dio inicio a su nueva etapa de ministerio episcopal “con la convicción profunda de pedir al Espíritu Santo el don del discernimiento” consciente de la necesidad de ejercer acciones “que den razón de la alegría y la esperanza”.
Desde hoy inicio mi ministerio pastoral con ustedes, querido pueblo y feligreses de #Caracas Soy Obispo para ustedes y con ustedes Soy cristiano (San Agustín) pic.twitter.com/KwN2ad9wvY
— Cardenal Baltazar Porras (@bepocar) July 24, 2018
Inesperada nominación del Papa
Tras reiterar su confianza en el auxilio divino, confesó que la suya fue una “inesperada nominación” que le hizo el Papa Francisco; y dijo que intentará “con la ayuda de todos, no defraudar la confianza depositada” por el Sumo Pontífice ante el particular encargo de pastorear la Iglesia en la convulsionada capital venezolana.
El prelado recordó de manera reiterada el “sufrimiento de la inmensa mayoría”, pero dijo que tal dolor “debe ser también nuestro”, y explicó que ello exige “una actitud samaritana de entrega sacrificada, pero generosa y alegre”.
Profetizó no obstante que “el futuro de nuestra esperanza es una sociedad reconciliada en la verdad, la justicia y la misericordia, sin venganzas fratricidas ni memorias selectivas”. Un quehacer en el que le acompañan “la protección maternal de María Santísima y la fuerza transformadora del Señor”.
Sobre Porras dijo de manera afectuosa el cardenal Urosa que se trata de un caraqueño prestado a Mérida, donde ha servido durante más de 35 años. Es un “un hijo bueno que vuelve a casa”.
“Escuchamos sus lamentos”
En sus primeras palabras como pastor de Caracas, el arzobispo también dirigió un saludo a los privados de libertad “que sobreviven en condiciones infrahumanas, a sus familiares; a los que han tenido que emigrar rompiendo los afectos y la querencia familiar; a los abatidos por la desesperanza; a los marginados y excluidos”.
“Sentimos profundamente resonar en nuestros corazones los gemidos y lamentos que encuentran eco en nosotros, lo que nos obliga a asemejarnos más y más a Jesús sufriente en la cruz”, clamó.
“Junto a ustedes está el inmenso escenario del mundo sanitario, médicos, enfermeras y servidores públicos. Su clamor al cielo se escucha con desesperación por estos días en nuestras calles, y que aun devengando sueldos insuficientes siguen prestando su servicio lleno de ternura y compasión. Reciban nuestra cercanía afectiva y el servicio de la comunidad eclesial”, indicó.
“Jóvenes, ¡no desesperen!”
También se dirigió de manera especial a los jóvenes, a quienes llamó a no perder la alegría. “No se dejen engañar por la inmediatez de lo que brilla pero no es oro”, les dijo; y añadió conmovido: “¡No desesperen! ¡Son nuestro futuro y queremos acompañarlos para que lo construyan con coraje y dedicación!”.
Posteriormente, dedicó palabras a las damas: “A todas nuestras mujeres, rostro tierno de madre, rostro sufriente por la carga onerosa que ha llevado a decir que en América Latina la pobreza tiene rostro de mujer. Son ustedes el sostén de nuestras familias, las trasmisoras de la fe y del trabajo tesonero, las consagradas que viven en los barrios y zonas marginales con valentía y alegría. Son ustedes la reserva de las mejores virtudes”.
“Han sido ustedes las que han llegado primero a los altares como santas ejemplares en la vida de oración y de servicio al prójimo. Sigan así, siendo el pilar fundamental en la transformación que requiere nuestra sociedad caraqueña adornadas por toda su belleza, dulzura y coraje al mismo tiempo”.
También la nación tiene nombre de mujer, a quien el cardenal envió un particular saludo para cerrar un día de acción de gracias a Dios: “El Señor y la Virgen bendigan a Venezuela”.