Leonardo Boff hace un comunicado apoyando a los obispos nicaragüensesDaniel Ortega, comandante de la revolución sandinista que derrocó la dictadura, hace casi cuatro décadas, de Anastasio Somoza, se está quedando solo en el poder.
Por lo pronto un referente de la izquierda católica en América Latina, el brasileño Leonardo Boff (78) ex sacerdote franciscano, teólogo de la liberación y presidente del Centro de Defensa de los Derechos Humanos (CDDH) de Petrópolis, en Río de Janeiro, ha enviado un comunicado que dejó muy clara la postura de este sector, sumamente influyente en América Latina en los años setenta del siglo pasado.
El pronunciamiento de Boff sobre Nicaragua debió caer como balde de agua fría en las inmediaciones del matrimonio Ortega-Murillo quienes gobiernan Nicaragua y han culpado a la Iglesia católica de ser “golpista” y a los obispos nicaragüenses de estar guardando armas en los templos.
“Como presidente de honor de nuestro Centro de Defensa de los Derechos Humanos de Petrópolis, Río, me uno al Centro Nicaragüense de Derechos Humanos que con su comunicado de apoyo a los obispos, hace una justa critica al gobierno que está persiguiendo, secuestrando y asesinando (a) sus propios compatriotas”, escribe Boff al inicio de su pronunciamiento.
Más adelante, en una velada alusión a quien regañó públicamente al sacerdote Ernesto Cardenal en 1983 por ser parte del gobierno de Ortega, Boff refirió unas palabras del Papa Juan Pablo II: “no hay guerra santa, ni guerra justa, ni guerra humanitaria, porque toda guerra mata y ofende a Dios”.
Y remachó la sentencia de San Juan Pablo II recordándole a Ortega y a su entorno que eso mismo es válido “para quien comanda semejantes prácticas contra su pueblo”.
En su carta hecha pública por la agencia SIGNIS y fechada en Petrópolis 21 de julio de 2018, el teólogo brasileño declara estar perplejo “de que un gobierno que condujo la liberación de Nicaragua pueda imitar las prácticas del antiguo dictador. El poder existe no para imponerse a su pueblo, sino para servirlo en justicia y en paz”.
Y le da un espaldarazo a la Iglesia católica nicaragüense, quien no obstante todas las insidias y los ataques –verbales y físicos—del régimen sandinista, ha seguido porfiando en el diálogo como única salida de la crisis que ya ha costado cerca de 400 muertos, al decirle a Ortega que “Nicaragua necesita del diálogo, pero antes de todo necesita que las fuerzas represivas cesen de matar, especialmente a jóvenes”.
Con fuerza dice que la acción de las fuerzas represivas del régimen de Ortega “es inaceptable. Nicaragua necesita paz y de nuevo paz”.
Para centrar aún más el concepto de paz, Boff recuerda la definición de la paz, consignada en la Carta de la Tierra: “La paz es la plenitud que resulta de relaciones correctas consigo mismo, con otras personas, otras culturas, otras vidas, con la Tierra y con el Todo mayor del cual somos parte”.
Es decir, subraya Boff, finalmente: “La paz no existe en sí misma. La paz es la consecuencia de relaciones correctas en todas las instancias personales y sociales. Esta paz, fruto de tales relaciones, es lo que más deseamos al pueblo, al gobierno y a toda Nicaragua”.