Los resultados de algunos estudios sociológicos en Europa y Estados Unidos invitan a la reflexión
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“Necesitamos de ustedes jóvenes, piedras vivas de una Iglesia de rostro joven, pero no maquillado: no rejuvenecido artificialmente, sino reavivado desde dentro”. Con estas palabras pronunciadas con ocasión de la apertura de la reunión pre-sinodal de los jóvenes en el Pontificio Colegio Internacional “Maria Mater Ecclesiae” en Roma, el papa Francisco subrayó nuevamente, el lunes 19 de marzo de 2018, uno de los temas clave de su pontificado, es decir, el papel fundamental de los jóvenes en la vida de la Iglesia, la de hoy y de mañana.
“Queridos jóvenes, ustedes son la esperanza de la Iglesia”, había escrito el Pontífice durante el pasado agosto en su mensaje Twitter para la Jornada internacional de la ONU de la juventud, exhortando a los jóvenes a participar en el camino preparatorio al próximo Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar en el próximo otoño con el tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.
Con el trasfondo de este importantísimo evento eclesial y de la XXXIV Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en Panamá del 22 al 27 de enero de 2019, es lícito preguntarse cuál es la relación entre las jóvenes generaciones, incluida la llamada Generación Z (es decir, los nacidos más o menos entre 1999 y 2015), con la fe [1].
Algunos autores, entre ellos la estadounidense Joan Hope, se muestran bastante esperanzados. Como sostiene Hope en su artículo Get your campus ready for Generation Z, publicado en el número de septiembre de 2016 de la newsletter The Successful Register, los Centennials o Post-Millennials — como también se llama a los jóvenes de esta generación — serían no sólo más inclinados a los valores tradicionales, sino también a la religión.
Otras investigaciones desmienten esta visión optimista, al contrario, “hay buenas razones” para creer que los adolescentes y los jóvenes adultos de la Generación Z “serán la generación más agnóstica que el mundo haya visto jamás desde la Edad Media”, así se lee en el artículo Why the Generation Z Population will be Non-religious publicado hace meses en el sitio estadounidense The Truth Source.
De hecho, una investigación del Barna Group, hecha pública el pasado enero, define sin vacilar a la Generación Z como “la primera generación verdaderamente ‘post-cristiana’” [2]. De las encuestas realizadas en colaboración con el Impact 360 Institute (con sede en Pine Mountain, Georgia, EE.U.) surge que en los Estados Unidos, el porcentaje de miembros de esta generación que se identifican como ateos es más del doble que el de los adultos: el 13% contra el 6%.
Además, más de un joven de cada tres de la Gen Z (el 37%) cree por ejemplo que no sea posible saber con certeza si Dios sea real, respecto al 32% de la población adulta. “Para muchos adolescentes — así lo dice la investigación — la verdad parece en el mejor de los casos relativa, y en el peor de los casos completamente irreconocible”.
Aunque asistan a una iglesia, esto no significa que sean acríticos hacia ella. Entre los jóvenes religiosamente practicantes casi la mitad piensa que la iglesia “parece rechazar mucho de lo que la ciencia nos dice sobre el mundo” (el 49%), y más de una tercera parte que esta es “hiperprotectora hacia los adolescentes” (el 38%). También casi una tercera parte considera además que “la gente en la iglesia es hipócrita” (el 36%).
Finalmente, entre los miembros de la Gen Z que declaran que asistir a la iglesia no es importante para ellos, son casi dos terceras partes los que afirman que encuentran a Dios “en otro sitio” (el 61%).
En el Viejo Continente, la situación no parece mucho mejor. Un estudio sobre los jóvenes y su relación con la religión en 21 países europeos (más Israel) del Institut Catholique de París y de la St. Mary’s University de Twickenham (Londres), cuyos resultados han sido recogidos por varios medios de comunicación, entre ellos La Croix y el Guardian, ofrece de hecho un panorama poco de color de rosa.
En más de la mitad de los países europeos examinados — 12 de 21 –, una mayoría de jóvenes en la franja de edad entre 16 y 29 años declara que no tiene ninguna afiliación religiosa, así lo revela la investigación basada en los datos del European Social Survey 2014-16.
El coautor del estudio, Stephen Bullivant, no ahorra las palabras para describir la situación general. La religión está “moribunda”, así lo afirma al Guardian el teólogo y sociólogo de la St. Mary’s University. “El cristianismo como (religión de) default, como norma, ha desaparecido, y probablemente se ha ido para siempre, o al menos para los próximos 100 años.”
Muy elocuente es, por ejemplo, la situación en la República Checa, donde 9 de cada 10 jóvenes adultos (el 91%) no están afiliados a ninguna confesión o religión. El porcentaje de jóvenes religiosamente no afiliados oscila entre el 70% y el 80% en: Estonia (l’80%), Suecia (il 75%), Países Bajos (el 72%) y Reino Unido (el 70%).
Por el lado opuesto, sólo el 7% de los jóvenes adultos se identifica como perteneciente a la Iglesia anglicana, un dato inferior al 10% de los jóvenes británicos que se auto definen católicos y sólo un poco superior al porcentaje de sus coetáneos que declaran pertenecer a la religión islámica (el 6%).
Los jóvenes más religiosos, en cambio, son los polacos (solo el 17% se declara sin afiliación confesional), seguidos de sus coetáneos de Lituania (el 25% de religiosamente no afiliados).
En grandes países europeas como Alemania, España y Francia (el estudio no contempla la situación italiana) este porcentaje sube respectivamente al 45%, al 55% y al 64%.
“Extremadamente débil” — así lo observa La Croix — es la frecuencia semanal al culto. Como observa el diario católico francés, solo en cuatro países supera el 10%: en Polonia (el 39%), Israel (el 26%), Portugal (el 20%) e Irlanda (el 15%).
El estudio contiene también elementos sorprendentes, como demuestra el siguiente dato sobre la República Checa. Aunque los jóvenes católicos representan solo el 7% de la población del ex país comunista, casi la cuarta parte de ellos (el 24%) declara que va a misa al menos una vez a la semana, y casi la mitad (el 48%) va a rezar al menos una vez en el arco de la semana, recuerda La Croix, que cita a su vez Bullivant. “El ejemplo de la República Checa es sintomático de lo que Benedicto XVI definió como ‘minorías creativas’”, explica el experto.
“La nueva configuración social por default es ‘ninguna religión’, y los pocos que son religiosos se ven a sí mismos como alguien que nada contracorriente”, analiza Bullivant en el Guardian. “Dentro de 20 o 30 años, las iglesias tradicionales serán más pequeñas, pero los pocos que queden en ellas estarán fuertemente comprometidos”, así concluye el director del Benedict XVI Centre for Religion and Society.
Pocos pero buenos, por tanto. Una tendencia que parece abrirse camino también en Italia. Lo sugiere una investigación dirigida por el sociólogo piamontés Franco Garelli y dirigida por el Instituto demoscópico Eurisko sobre una muestra de unos 1.500 jóvenes de la franja de edad entre 18 y 29 años, cuyos datos han sido recogidos por el sitio Vatican Insider.
Del estudio se desprende, por ejemplo, que el porcentaje de los jóvenes italianos que se declara ateo ha subido del 23% en 2007 al 28% en 2015, mientras que la cuora de los “creyentes convencidos y activos” ha bajado al 10,5%. Además, entre los jóvenes que afirman creer sólo “por tradición y educación” (el 36,3%), casi dos tercios — o sea, el 22% — declara no creer realmente en Dios.
Concluyendo, una cosa es cierta: nos encontramos ante un posible escenario futuro que demuestra nuevamente cuán crucial e importante es el reto que afrontan los participantes en el próximo Sínodo.
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1] la edición inglesa de Aleteia dedicó un artículo a las características generales de la Generación Z: 15 Ways Generation Z could change the world
2] Cfr. Aleteia: Generation Z has twice as many atheists, research group finds