Ambos coincidieron en que hubo abusos después del Vaticano II, pero el Papa sintió la necesidad de hacer ayuno después de esta reunión
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El relato inédito de una reunión entre el papa Pablo VI y el arzobispo Marcel Lefebvre, fundador de la Fraternidad de San Pío X (FSSPX), acaba de publicarse en Italia, según informaba Vatican Insider el 16 de mayo de 2018. Ambos coincidieron en que se habían producido abusos después del Concilio Vaticano II, pero el Papa reprochó al arzobispo Lefebvre su falta de obediencia.
El encuentro de media hora tuvo lugar el 11 de septiembre de 1976 en Castel Gandolfo, al norte de Roma, y se publica ahora en el libro La barca de Pablo, escrito por el Regente de la Casa Pontificia, el padre Leonardo Sapienza.
Seis años antes, el arzobispo Marcel Lefebvre había fundado el seminario de Ecône en Suiza para la formación de sacerdotes de la FSSPX. El obispo local había autorizado el seminario, pero su sucesor pidió que se cancelara. Roma apoyó la petición tres veces, pero el arzobispo Lefebvre se negó, lo cual resultó en su suspensión a divinis, es decir, “de los derechos y deberes que derivan del sacerdocio y del episcopado”, informa Vatican Insider. Aun así, en agosto de 1976, el prelado celebró una misa pública en Lille ante 6.000 fieles, incluyendo muchos periodistas que fueron testigos.
Obediencia al Papa
Para Pablo VI, el principal problema era una cuestión de obediencia al Soberano Pontífice.
“La posición que usted ha tomado es la de un antipapa (…).Y usted ha juzgado al Papa como infiel a la Fe de la que es supremo garante. (…) Si así fuese, tendría que renunciar; e invitarle a usted a ocupar mi sitio para dirigir a la Iglesia”, dijo el Papa al arzobispo francés, preguntándole si era consciente del “escándalo y del daño que ha provocado en la Iglesia”.
Por su parte, el arzobispo Lefebvre reconoció que sus palabras y escritos quizás fueran “poco apropiados”, pero afirmó que no actuaría en contra de su conciencia. Sobre todo, aseguró, porque algunos documentos conciliares no coincidían con la tradición de la Iglesia. Lo que él quería, explicó, era por encima de todo “formar sacerdotes según la fe y en la fe”. En algunos otros seminarios, denunció, tienen lugar “situaciones inimaginables”.
“La solución inmediata sería”, dijo el arzobispo, que el Papa pidiera a los obispos que permitieran capillas donde los fieles pudieran “rezar como antes del Concilio”. El Sucesor de Pedro rechazó la propuesta: “Somos una comunidad. No podemos permitir autonomías de comportamiento a las diferentes partes”.
La “crisis de la Iglesia”
“La crisis de la Iglesia existe”, manifestó el arzobispo Lefebvre. Pablo VI coincidió con su valoración y dijo que por ello sufría profundamente. Y el Papa reconoció que se habían producido múltiples “abusos”. E insistió: “Nosotros no aprobamos estos comportamientos”, y destacó la necesidad de combatirlos “con gran esfuerzo y con igual tenacidad”. Y añadió: “Somos los primeros en deplorar los excesos”.
A pesar de estos abusos, continuó Pablo VI, el bien que ha traído el Concilio ha sido mucho mayor. “Es un deber, al mismo tiempo, reconocer que hay signos, gracias al Concilio, de vigorosa recuperación espiritual entre los jóvenes, un aumento del sentido de responsabilidad entre los fieles, los sacerdotes y los obispos”, señaló. Y criticó que el comportamiento del arzobispo Lefebvre estaba contribuyendo al agravamiento de las dificultades a causa de su “solemne desobediencia, con su desafío abierto contra el Papa”.
El obispo Jogn Magee, segundo secretario de Pablo VI, afirmó que el Papa empezó a ayunar después de su reunión con el arzobispo francés. “Decía que tenía que hacer penitencia, para ofrecerle al Señor, en nombre de la Iglesia, la justa reparación por todo lo que estaba sucediendo”.