Este director nominado al Óscar se planteó el sacerdocio en su adolescencia y, después de un “gran desvío”, volvió a la fe cristianaLa nueva película sobre el papa Francisco de mano de uno de los directores más notorios de Alemania trata tanto sobre san Francisco de Asís como del Papa mismo. Y esa perspectiva tiene mucho que ver con la educación católica de Wim Wenders.
En una amplia entrevista en Nueva York, Wenders, conocido por películas como El cielo sobre Berlín y Paris, Texas, afirmó que ya tenía interés en el Papa argentino cuando el Vaticano le abordó con la idea sobre hacer un documental sobre él.
“Dije: ‘Sí, me gustaría hablar de ello porque siento el mayor de los respetos hacia ese hombre’. Le había observado, desde la distancia, claro, en ese momento hacía ya un año más o menos, y me encantaba lo que estaba defendiendo y haciendo”, declaró Wenders en una oficina de la agencia de cine Obscured Pictures, en la calle West número 25 en Manhattan.
Pocos días después de la premier de Papa Francisco: Un hombre de palabra en el Festival de Cine de Cannes, y dos días antes de su estreno en EE.UU. el 18 de mayo, el director de 72 años recordó haberse puesto de pie de un salto cuando vio el anuncio de la designación del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio y descubrir la elección de su nombre papal.
“Tomar ese nombre tiene agallas. Era una promesa ─manifestó Wenders─. Eso fue lo que, al final, me hizo decir que sí, que me gustaría hacer esta película”.
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Igual que el poverello de Asís, el papa Francisco es un reformador, y la película de Wenders se centra en gran medida en las esperanzas de reforma de Bergoglio. Sin embargo, para transmitir mejor la analogía a un público más amplio, parte del cual quizás no sepa mucho sobre el fraile del siglo XIII, Wenders entendió que era necesario integrar la historia del santo en la película. Unas viñetas en blanco y negro sobre la vocación de san Francisco parecen a primera vista prestadas de una película de cine mudo, pero fueron producción propia de Wender —una película dentro de la película—, rodada con una antigua cámara Debrie de manivela.
“San Francisco fue una gran figura de mi juventud, una especie de personaje mítico, casi, pero claro, obviamente fue un hombre real que siguió de verdad los pasos de Jesús y adoptó una actitud hacia los marginados y los pobres que era totalmente radical en su tiempo y todavía hoy sería considerada radical —expresó Wenders en una entrevista—. Y fue un visionario. Quiero decir, imagina a alguien hace 800 años que se diera cuenta de que algo estaba desfasado en nuestra relación con la naturaleza, una persona que se percatara de eso tan pronto. San Francisco hoy en día sería el principal ecologista del planeta”.
Sin embargo, Wenders tuvo otra gran influencia en su educación: su padre, un médico que “en un sentido verdaderamente espiritual (…) vivía por sus pacientes”.
“Él se planteó estudiar teología, pero luego se hizo médico. Por increíble que parezca, cuando se graduó en 1935, de su clase de 18, 16 estudiaron teología —recordó Wenders—. Eso fue durante [el auge de] los nazis, y fue un escándalo enorme en su ciudad. Todos se hicieron sacerdotes. Él fue uno de los dos que decidieron, después de todo, estudiar medicina”.
“Así que fue un gran ejemplo —continuó Wenders—. Vivió según su fe y creía en ella de una forma muy impresionante”.
Wenders mismo valoró la posibilidad del sacerdocio a los 15 o 16 años, según afirmó. “Pero entonces llegó el rock‘n roll y las películas y las máquinas de pinball y todas las cosas que entusiasmaban a un joven de los años 60, y durante mis estudios llegó el 68 y yo era un estudiante socialista”. El año 1968 trajo un gran fervor revolucionario en todo el mundo, incluyendo unas manifestaciones estudiantiles masivas en París.
“En cierto modo, abandoné el reino de la Iglesia católica durante mis estudios”, afirmó Wenders.
Calificó los 70 de “era de agitación”, en la que “afrontó muchas cosas”.
“Pasé por un psicoanálisis, que no fue precisamente una iniciativa religiosa —confesó—. En los 80 me interesaban las religiones orientales”.
Al final, regresó “de ese gran desvío a la creencia y la fe, y me di cuenta de que nunca me había abandonado. Incluso como estudiante socialista, nunca perdí la creencia de que éramos observados por un Dios de amor, y me sentí feliz de volver”, declaró.
Una vez más, su padre fue una gran influencia.
“Estaba con mi padre durante el último mes de su vida y cuidaba de él, y murió siendo muy conscientemente, casi esperándolo, con una perspectiva muy positiva —recordó Wenders—. Y aquello de verdad me trajo de vuelta, y he sido cristiano desde entonces”.
Wenders explicó que por aquella época le influyeron los místicos cristianos. Durante sus 15 años en Estados Unidos, estuvo en una comunidad presbiteriana, “así que en cierto modo me he hecho protestante. Pero hoy en día no hago distinciones. Tengo amigos católicos y protestantes. Voy a ambos tipos de iglesias. Soy un ‘cristiano ecuménico’ entregado, donde los haya”.
Afirmó que los escritos de Thomas Merton, monje trapense y autor de La montaña de los siete círculos, “sin duda me influyeron en gran medida en los años 1990”, y hoy sigue al teólogo franciscano Richard Rohrer. “Me gustan mucho sus enseñanzas y sus escritos”, declaró.
Mientras tanto, en 2013, su compatriota alemán, el papa Benedicto XVI, renunciaba al papado y el Colegio de Cardenales elegía al primer Papa de las Américas, el primer jesuita, el primer Papa del hemisferio sur y el primero en elegir ese nombre tan significativo.
Incluso siguiendo la trayectoria del nuevo Papa desde la distancia al principio, Wenders pudo distinguir que vivía conforme a lo que predicaba.
“Me impresionó el hecho de que renunciara al hermoso palacio, que llegara en coches pequeños y Toyotas usados y que caminara con sus mismos zapatos de siempre —explicó—. Me impresionaron sus primeros actos y visitas y el hecho de que lavara los pies de las personas, y también me impresionó que fuera a lugares como Lampedusa, que hiciera todas estas visitas a lugares que no era agradable ir. Pensé que estaba siguiendo un camino increíble.
También, cuando hablaba sobre injusticia social, me percaté de que él había concluido que toda nuestra civilización había perdido una de nuestras prioridades más simples y básicas. Está en todas nuestras constituciones, en todos nuestros países, en Occidente al menos: los seres humanos son creados iguales. Y nuestra economía y nuestras sociedades ya no siguen ese principio. Generamos continuamente más desigualdad. Y creo que abordar ese tema y señalarlo con el dedo requiere agallas. Creo que se lo dijo a todo el mundo. Lo dijo en las Naciones Unidas y lo dijo ante al Senado estadounidense. Dijo que necesitamos una actitud moral diferente hoy en día, que todos somos más responsables de lo que reconocemos”.
Como su tocayo santo, que es reverenciado por católicos y no católicos, Francisco tiene la habilidad de hablar al mundo, no solo a la Iglesia católica. Wenders ha visto los efectos que tiene eso.
“Habla desde una autoridad moral que, sorprendentemente, muchas personas aceptan, también muchos que no son religiosos —aseguró—. He visto la película con muchas personas, entre ellas algunos ateos acérrimos, y vi que algunos estaban muy conmovidos, incluso llorando. Creo que Francisco tiene la capacidad de llegar a las personas de todas las religiones y de todos los contextos con la sencillez y también con la verdad de su posición”.
La autoridad del Papa, según opina Wenders, deriva del hecho de que vive conforme lo que predica y del hecho de que “dice unas cuantas cosas que en la actualidad ya nadie está diciendo”.
“Y algunas de estas cosas tocan todo tipo de ámbitos de la vida, no solamente el espiritual, sino también nuestra vida social, la ecología o la justicia social. Algunas de estas cosas, algunas de sus posturas afectan realmente a todo el mundo en este planeta”, declaró el director. Su postura sobre “cómo explotamos el planeta y como nos tratamos mutuamente y cómo seguimos excluyendo a cada vez más personas… eso no es específicamente católico o cristiano”.
“Así que habla para todo el mundo y, cuando miro alrededor, no veo a nadie más con esa autoridad, nadie que se atreva a asumir una autoridad moral y diga ‘No deberíamos vivir como estamos viviendo’ —concluyó Wenders—. Y teniendo en cuenta que vivimos en un escenario político y en un planeta donde algunas de las personas más poderosas del mundo no tienen ninguna integridad moral, las personas recurren al papa Francisco porque él sí tiene esa autoridad. Y cuando más lo conocía y más tiempo hablaba con él, más me daba cuenta de que tiene todo el derecho de ser esa autoridad”.