La muerte ronda las protestas y se ensaña con jóvenes y periodistas
Lo que ocurre en Nicaragua repercute en Venezuela con un dramatismo singular. Nos retrotrae a los peores momentos vividos y, tal vez, aún por vivir. Algo que nos suena familiar es escuchar de turbas armadas y contingentes militares sin alma arremetiendo contra los manifestantes con saldo de muertos, especialmente entre jóvenes y policías.
Hay semejanzas y una diferencia fundamental: el ejército nicaragüense no está dañado como el venezolano, el cual parece más bien una montonera detrás de un caudillo que una tropa en toda regla. Es el ejército nicaragüense el que ha intentado poner orden, por las buenas, para que Ortega baje la represión y considere dialogar o apartarse para evitar más dolor a las familias de Nicaragua.
Ese país es sufrido. No ha salido de una tensión intestina. Del Somoza dictador pasó a la guerra de guerrillas entre sandinistas y contras. Luego, la accidentada presidencia de Violeta Chamorro después del asesinato de su esposo Pedro Joaquín Chamorro, el cual lanzó más leña al fuego. Más tarde, llegó la izquierda al poder de la mano de Ortega y ya sabemos lo que ha sido su gobierno, más que una Administración una zaga de autoritarismo -teledirigido desde Cuba-, que ha derivado en una pareja que conduce abusos y perpetra toda clase de desmanes, atornillada en el poder a base de corrupción y maniobras para reducir la disidencia y acallar a los medios de comunicación.
Pero los pueblos reaccionan, tarde o temprano y cuando ello comienza indica que el germen de la rebeldía ha prendido y no parará hasta conseguir libertad. Eso ha pasado y Venezuela y está pasando en Nicaragua.
Si bien es cierto que Ortega ha manejado la economía con algo más de inteligencia que Maduro, también lo es el que asfixia a los nicaragüenses a base de autoritarismo y odiosos privilegios, en medio de atropellos y despotismo que, a la postre, resulta intolerable para una sociedad.
Las semejanzas están a simple vista. Un pueblo hastiado, jóvenes que quieren determinar su presente para construir un futuro de acuerdo a sus legítimas aspiraciones. Un gobierno dispuesto a todo, hasta a matar, por quedarse en el poder. Colectivos armados, financiados por el régimen, que aterrorizan y asesinan a mansalva con la venia del quienes gobiernan. Y una Iglesia católica que ha dado un paso al frente y, llena de coraje, se coloca decididamente del lado de su pueblo y de sus justas reivindicaciones. Es una Iglesia que profetiza justicia, busca la paz y predica la verdad.
Las agencias internacionales distribuyen información que parece sacada, al calco, de aquellas de circulaban durante las protestas en Venezuela: “Periodista muere de un disparo en la cabeza, mientras recrudecen protestas en Nicaragua”. Un periodista del Caribe de Nicaragua murió este sábado de un disparo mientras filmaba un enfrentamiento entre manifestantes y policías, en medio de una oleada de protestas espontáneas que sacuden al gobierno de Daniel Ortega y que han dejado 11 muertos, (cifras que iban variando y de forma no oficial se indicaban que eran más de 20)
Miguel Ángel Gahona murió en la caribeña ciudad de Bluefields de un disparo de arma de fuego, mientras cubría el choque entre manifestantes y antimotines la noche del sábado, declaró al Canal 15 de televisión, su colega Ileana Lacayo.
“Creemos que fue un francotirador el que hizo el disparo; no fueron los jóvenes (…) los únicos que andaban (con) armas eran los policías y antimotines”, afirmó la comunicadora”.
Ortega está en serios problemas y no cuenta con algunos resortes que Maduro, por ahora, mantiene amarrados. Ciertamente, aunque no se vea a simple vista, la lucha del pueblo venezolano en las calles, aunque hasta hoy no haya alcanzado los objetivos, ha inspirado a hermanos en aprietos por causa de gobernantes sin escrúpulos. Ello hace que valga la pena. Atentos al desenlace.
Nota de Redacción: Daniel Ortega dispuso en las últimas horas la cancelación de las reformas vinculadas al seguro social que dieron paso a las protestas. Sin embargo, el clima de tensión aún persistía.